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Budapest, la bohemia entre pimentón y coches Trabant

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El “París del este” vive dividido entre el noctámbulo Pest y Buda, sede del orden y la respetabilidad. Una capital que se debate por mantenerse fiel a sí misma.

Cuesta olvidar los contrastes de la “perla del Danubio”. Y es que a Budapest, a diferencia de Praga, le da igual lo “turísticamente correcto”. Sus fachadas rococó surgen flanqueadas por eriales o fincas vacías, unas tierras de nadie urbanas transformadas en aparcamientos sin control para la ocasión; aquí y allá, iglesias barrocas con campanario de bulbo caen en la insignificancia rodeadas por una jungla de edificios de protección oficial y una danza continua de coches Trabant o BMW rutilantes improvisada sobre el Puente de las Cadenas sin atropellar de milagro a los ancianos gitanos desdentados que se agolpan por las aceras con el torso desnudo. Esta diversidad y una riqueza arquitectónica que va del barroco al modernismo, pasando por vestigios otomanos, hacen de esta metrópolis de dos millones de habitantes una de las más fascinantes capitales de Europa central.

Tarifas elásticas

Recién desembarcada en tierras magiares, caigo en el primer cepo destinado a los “turist”: fornidos como jugadores de rugby, los revisores del metro me amenazan con llamar a la policía si sigo clamando mi ignorancia de la norma que obliga a picar un billete para cada cambio de línea. Coste de la escenita subterránea: 8.000 forints. Y eso que en Hungría, el salario medio ronda los 80.000 forints al mes (unos 300 euros).

A pesar de la impresión inicial de ser millonaria contemplando su débil poder adquisitivo, los precios aquí son un tanto fantasiosos. Además, mi pasaporte para la vida húngara “Elnezecht, ném ertem. Bezsel angolul?” (Disculpe, no le comprendo. ¿Habla usted inglés?) no me ayuda a obtener reducciones. Es complicado discutir la cuenta sin atragantarse con las sonoridades imposibles este idioma urálico llegado directamente de las estepas de Mongolia. Al cabo de tres meses, abandono además el deseo de asesinar fríamente a mi chico con sus cervicales descoyuntadas de tanto mirar a las rubias, musculosas y bronceadas autóctonas. El encanto magyar y los locales de rayos uva en cada esquina no se pueden eliminar.

Mestizaje urbano

Como en todas partes, los locales de moda sin alma en los que dinero y mascarada se conjugan, crecen como setas en Déak ter -centro neurálgico de la ciudad- y en Andrassy Utca –los Campos Elíseos de por aquí-. Conviene evitarlos y bichear por sus muchas corralas y patios abandonados, o por sus jardines privados (los famosos “kert”, muy populares en verano). O recorrerse el barrio judío en busca de un “Sörözo” (cervecería) o un “borozo” (taberna de vinos) típicos y hasta arriba de humo. En materia de compras, las grandes tiendas de la calle Vaci utca y los inmensos centros comerciales a la americana han crecido como enanos: el “Mammut” y el “West End” comparten el liderato multiplicando sus atracciones y ofertas de cine, clubes, bares, etc. Para los nostálgicos de lo soviético, se recomienda acudir al mercadillo de Ecséri, escondido entre dos autopistas al final de un dédalo urbano interminable.

Para finalizar, ¿cuántas mañanas grises no habré curado a golpe de coma sobre la hierba verde y suave de la isla Margitsziget y de excursiones depurativas a los "gyufürdok", esos famosos baños? ¿O sorbiendo vasos de Tokaij acompañado de foie-gras a la brasa? Con embrujo, frivolidad y melancolía, Budapest bien merece ser hija de la Bohemia.

Informaciones indispensables

Lengua

Sobra precisar que el húngaro, junto con el finés y el estonio, es una de las únicas lenguas no indoeuropeas del continente, y que los húngaros no se sienten menos orgullosos por ello. Abordar a sus ciudadanos directamente en inglés está más bien mal visto. Trate de aprender expresiones básicas. Los ciudadanos de una cierta edad hablan alemán, pero los jóvenes son por lo general anglófonos.

Universidades

La Central European University fundada por el millonario húngaro Georges Soros ofrece excelentes cursos de ciencias humanas

La Budapest University of Technology and Economics también está al orden del día.

Un lugar exclusivo

El “Barco A 38” sobre el Danubio: conciertos, exposiciones y veladas eclécticas.

No perderse

Los baños y termas. El único problema es elegir: Szechenyi, Géllert o Lukacs figuran entre los más conocidos.

Nunca

Llamar a un taxi en la calle. Telefonear desde una cabina a una de las compañías para evitar el precio de una carrera exorbitante.

Alojamiento

Si desembarca en Budapest de improviso, decídase primero por una habitación en pensión; tómese el tiempo necesario para darle la vuelta a las agencias inmobiliarias. Muchos húngaros ofertan habitaciones desde las estaciones o los aeropuertos. De todos modos no se confíe. Si no, también puede contar con los albergues juveniles. Las agencias le pondrán directamente en contacto con los propietarios, quienes siempre tienen la última palabra. La comisión varía en función del precio del alquiler y de los acuerdos tácitos con el dueño. Así que son muy aleatorias. Consulte la guía Budapest Sun. Consulte también los anuncios en los pasillos universitarios, y antes de marcharse échele un vistazo al foro de la web Tout sur Budapest. Puede asimismo consultar Budapest Cheap Flat o Budapest Rooms aquí.

Translated from Budapest, la bohème entre paprika et Trabants