Bruselas también es una fiesta
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Desde el 22 de marzo, un día triste e interminable, Bruselas ocupa las portadas de periódicos de todo el mundo. A pesar de los intentos de los bruselenses, la capital europea se asocia cada vez más al terrorismo. Sin embargo, no todo es gris en la ciudad que vio nacer a Tintín.
Hagamos una prueba: Abre una nueva pestaña en tu navegador, escribe "Bruselas" en el buscador y fíjate en los primeros resultados. ¿Qué ves? Policía, Molenbeek, Schaerbeek, atentados, yihadismo, Salah Abdeslam, Zaventem, explosiones, muertos, víctimas, hospitales... Según los medios, la capital de Bélgica se ha convertido en la cuna europea del terrorismo más radical. Por eso, nos bombardean con imágenes de la tragedia y con numerosas noticias que, en ciertas ocasiones, ni siquiera son totalmente ciertas.
Cuando se produjeron los atentados del 13 de noviembre en París, se demostró que los terroristas procedían, en su mayoría, de Molenbeek-Saint-Jean, uno de los 19 municipios que forman la Región de Bruselas Capital. Inmediatamente después de aquella tragedia, el Gobierno belga elevó el nivel de amenaza terrorista y sacó a los militares a la calle. Las imágenes que se difundieron por todo el mundo mostraban una ciudad desierta, paralizada por el miedo. Sin embargo, la realidad era muy diferente: El mercado de Navidad seguía adelante; la gente se reunía con sus amigos para tomar una cerveza en la zona de Les Halles Saint-Géry; la población seguía con sus vidas a pesar de la supuesta amenaza inminente...
Bruselas, capital del país de las patatas fritas y de la cerveza trapista, sede de las instituciones europeas y hogar de Tintín y de los Pitufos, se asocia ahora al terrorismo y a la muerte. Pero no todo es gris en esta ciudad de algo más de un millón de habitantes. Al poco de los atentados de Bataclan, los parisinos se unieron al grito de "París es una fiesta", frase tomada del gran Ernest Hemingway. No querían ceder ante el miedo; los terroristas deseaban sembrar el pánico y, por eso, tenían que demostrarles que no habían ganado, que París seguía siendo una fiesta. ¿Por qué no hacer lo mismo con Bruselas?
En la capital de Europa no deberíamos quedarnos en casa por miedo. Hay numerosos planes que, debido a los acontecimientos recientes, pasan totalmente desapercibidos para aquellos que nunca han vivido en Bruselas, pero que siguen con atención todas y cada una de las operaciones policiales en curso. A continuación ofrezco una pequeña lista para demostrar que, al contrario de lo que se da a entender en la televisión, Bruselas también es una fiesta donde hay muchas cosas que hacer. Si antes de los atentados de hace unos días estabas planeando un viaje, no te eches atrás. Aquí tienes algunas recomendaciones para ir abriendo boca:
Visitar el Museo Magritte:
Probar las 3.000 cervezas del Delirium (o al menos intentarlo):
Ver el atardecer desde Mont des Arts:
Jugar al frisbee y hacer picnic en el Parque del Cincuentenario:
Tomar algo en las terrazas de Saint-Géry y salir de fiesta por Les Halles:
-Comer las mejores frites mayo de la ciudad en Frit Flagey:
Asistir a un concierto en la sala Ancienne Belgique:
Ver la maravillosa alfombra de flores que colocan cada dos años en la Grand Place:
-Disfrutar de los Apéros y los 'Jardines Suspendidos' en verano:
En definitiva, la población bruselense, que se caracteriza, por cierto, por su multiculturalidad, sigue avanzando. Los atentados de Zaventem y de la estación de Maelbeek supusieron un gran batacazo, pero no hay que ceder ante los terroristas. Renunciar a dar un paseo por el centro por miedo o cancelar un viaje sólo sirve para alimentar el odio. No podemos caer en ese error. Porque Bruselas, a pesar de todo, siempre será una fiesta.