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Bruselas en prácticas de por vida

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SociedadPolítica

En plena crisis, los jóvenes extranjeros tienen cabida en una capital de Europa repleta de multinacionales, instituciones y con necesidad de becarios multilingües

La capital belga posee un 35% de paro juvenil, pero el dato es engañoso. La administración pública en Bélgica concede el llamado 'paro de por vida' a quienes hayan trabajado cierto tiempo o culminado estudios universitarios. Es una posibilidad de acomodo que retrasa entre los jóvenes locales la búsqueda de empleo definitivo. Por otro lado, en Bélgica no hay impuesto de sociedades y ello atrae a empresas extracomunitarias que plantan aquí su campamento base para conquistar Europa.

Foto, Jürgen Lison / FlickrMatis Benelux forma parte de una multinacional con presencia en Francia, España, Marruecos o Brasil. Participa de la galaxia de compañías de consultoría presentes en Bruselas. Su especialidad es aconsejar en el sector de la ingeniería y tiene trabajando a más de 100 consultores en obras repartidas por el país. “Nuestra talla es media y queremos expandirnos más”, detalla su responsable de recursos humanos, el treintañero Maxime Vanbeversluys, “así que hemos lanzado la creación de puestos de prácticas remuneradas de 6 a 12 meses en el departamento que dirijo, en el de contabilidad y en el de ingenieros junior, con la posibilidad de que al final se queden como empleados”.

Páginas web para buscar prácticas

Estas ofertas proliferan a través de páginas webs especializadas en prácticas de empresa en Bruselas. La más ergonómica es stageshopping.be que, entre guiños cómicos e irónicos, actualiza cada día cientos de ofertas en la región. “A menudo, en el sector de los ingenieros, nos vemos obligados a buscar en países como Francia y España, pues en Bélgica no hay suficiente mano de obra”, remata Vanbeversluys.

Foto, Eduardo Sánchez GarcésEntre efluvios de mantequilla, harina y leche hirviendo, los veinteañeros Justine, Nils y Monia, se preparan para descansar de la jornada laboral atizándose una montaña de crepes en el Albergue Van Gogh de Bruselas. La primera trabaja en el Théâtre des Martyrs como asistente programadora de contenidos. Nils diseña objetos de decoración animados por energía solar en Solarsolidarity, mientras que Monia se emplea en el departamento de recursos humanos de la Confederación Europea de Ejecutivos. Como buenos franceses, cenan a las 8 de la tarde, antes de bajar al concierto de música étnica a punto de estallar en la primera planta.

En este laberíntico hotel adyacente al jardín Botánico se alojan todos los becarios del programa europeo Eurodyssée en Bruselas, en su mayoría españoles, franceses e italianos: “Para esta capital de Europa, con más de un millón de habitantes, solo hay dinero para 20 becas al año”, se lamenta Marie Rose Pétry, responsable de este programa en Bruselas. Treinta y cinco regiones europeas se han subido al carro de Eurodyssée. Este programa concede a los jóvenes que deseen trabajar en prácticas siete meses en el extranjero, 700 euros de beca al mes, compatible con la percepción del seguro por desempleo de su país de origen. Al cabo de seis meses, el 81% de estos becarios habrá encontrado un empleo fijo en esta ciudad.

Las prácticas, ¿una pérdida de tiempo?

Foto, Chourka Glogowski / FlickrBruselas es también la capital política de Europa, en donde Comisión, Consejo y Parlamento europeos tienen sede principal, alrededor de las cuales orbita una tupida nebulosa de medios de comunicación, lobbies y think tanks. “Esto deforma la percepción de la realidad por parte del joven que busca empleo o prácticas y termina por perder el tiempo”, nos aclaran funcionarios de Actiris, el organismo belga de Empleo, dando a entender que en este universo se abusa de la figura de las prácticas laborales. Antonio, español de 23 años, terminó sus estudios de periodismo en 2007 y lleva enganchados 3 contratos en prácticas en las instituciones de la Unión. “Sin embargo”, resume, “no tengo verdaderas perspectivas de hallar empleo fijo aún”. Entre los grupos políticos europeos, solo el socialista garantiza una remuneración a sus becarios.

Foto, Guarsan / FlickrEn el Mickey Mouse -la cafetería central del Parlamento Europeo otrora paletada de asientos de mil colores y hoy remodelada con mobiliario de diseño funcional y ambiente desvaído-, nos aborda Claudio Scalese. Es el presidente de EPSA, la asociación de becarios del Parlamento Europeo. Con su robusto metro noventa enfundado en un traje azul mil rayas, su reloj plateado de pulsera y su muñequera hippie-playera, este calabrés de 26 años lucha para que los becarios aquí tengan unos derechos mínimos de los que carecen: seguridad social y remuneración mínima. “A menudo, los becarios tienen una formación mucho mayor de la que exige el puesto que ocupan”, se queja este asistente del eurodiputado polaco Wojchechowski, que cobra según los artículos que logra colar en la prensa. “No todo es cuesta arriba en este mundillo”, remata mientras me tiende un folleto sobre la fiesta semanal que organiza EPSA para los becarios. “¡Happy hour garantizada!”, exclama mientras se aleja de vuelta al trabajo, con una pila de papeles bajo el brazo.