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Brexit: el referéndum que nunca debería haberse convocado

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Gisela Fernández

[Opinión] Cuando el hombre acusado de asesinar a la diputada proeuropea Jo Cox se presentó ante el tribunal con la frase "Muerte a los traidores, libertad para el Reino Unido", cortó de cuajo el debate de que el asesinato pudiera no ser político. Desde el ataque, circula una petición que exige la cancelación del referéndum. Y es que, para este autor, la votación nunca debería haberse convocado.

El Reino Unido. Gran Bretaña. Las islas británicas. El país en el que crecí recibe muchos nombres, cosa que suele confundir a nuestros vecinos europeos. Pero llamemos como llamemos a la organización política cuyos ciudadanos expresarán su opinión en el inminente referéndum sobre la Unión Europea, mi tierra natal está escribiendo el guión de una saga que podría definir la identidad de toda una generación. Y todo basado en una concisa condescendencia electoral.

La semana pasada, el nacionalista de derechas Thomas Mair fue arrestado por el asesinato de la diputada laborista e incansable activista social Jo Cox. Tras su muerte y la posterior suspensión temporal de la campaña del referéndum, más de 55.000 personas firmaron una petición para que la votación del jueves fuera cancelada por completo.

Pero este es un referéndum que ya nunca debería haberse ofrecido. El Reino Unido es una democracia representativa. Elegimos a los miembros del parlamento para que tomen decisiones en nuestro nombre de forma colectiva. El alarmismo político y las noticias sensacionalistas, que propician una atmósfera de odio y miedo, no hacen más que destacar la necesidad de dar preferencia en el debate a las voces bien informadas, sin miedo a represalias violentas de aquellos que no quieren mirar más allá de las necesidades de su propia comunidad insular.

David Cameron nunca debería haber apaciguado la creciente derecha xenófoba británica convocando un referéndum inoportuno sobre uno de los sistemas políticos más complicados y polifacéticos que hay actualmente en el mundo. No podemos opinar cuando el gobierno se niega a acoger a 3.000 niños refugiados no acompañados, pero se nos formula una pregunta de tipo "o todo o nada" sobre nuestra pertenencia a la organización económica supranacional que nos incita a que hagamos más por ayudar a los refugiados. ¿En qué mundo tiene eso algún sentido?

Teniendo en cuenta la desmesurada retórica presentada por ambas partes del debate, es desconcertante ver cómo los políticos podrían haberse lavado las manos sobre la decisión. Si realmente el brexit va a destruir de forma irreversible la economía británica, ¿entonces por qué tenemos la posibilidad de votar a favor de esta locura? Si permanecer en la UE fuera verdaderamente a causar una afluencia en Reino Unido de inmigrantes maliciosos, avariciosos y acosadores sexuales, ¿entonces por qué no han firmado ya nuestros políticos los papeles del divorcio?

Porque más que de los asuntos económicos o sobre la inmigración, en el fondo se trata de una cuestión más profunda de identidad. Cómo escogemos relacionarnos con el resto del mundo es una decisión que determinará las formaciones políticas del Reino Unido en las próximas décadas, y los partidarios de abandonar la UE han dejado clara su posición. Cualquier crítica legítima sobre la funcionalidad de la UE ha quedado enterrada bajo un torrente populista que proclama la necesidad de "volver a tomar el control" del país.

Este referéndum fue convocado por un primer ministro que se opone a abandonar la Unión, pero que buscaba mantenerse en el poder tranquilizando a esa franja nacionalista violeta. Quienes puedan deben ahora votar sobre cómo se percibirá el país a lo largo de este periodo crucial de la historia europea. Ahora no es tiempo para el nacionalismo, a no ser que se manifieste a través del orgullo que podríamos tener de nuestro poder colectivo para mostrar decencia, humanidad y compasión frente a la tragedia, ya sea causada por un asesinato a sangre fría o por una crisis humanitaria.

Cómo nos definimos ahora tendrá un impacto que perdurará en el tiempo y votar a favor de la permanencia es claramente la opción menos perjudicial. Pero el reino se siente menos unido que nunca en toda mi vida y hay cientos de teorías diferentes sobre qué es lo que hace "grande" a Gran Bretaña. Parece que en lo único en lo que estamos de acuerdo es que somos, efectivamente, unas islas.

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Se nos ha prohibido de forma oficial citar a The Clash, pero la cuestión evoca, a pesar de todo, a la famosa canción. El 23 de junio de 2016, los ciudadanos del Reino Unido votarán si quieren o no seguir siendo un estado miembro de la Unión Europea. Tenemos unos cuantos Babelianos que tienen un par de cosas que decir sobre el tema...

Translated from Brexit: The referendum that should never have been called