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Bill Clinton Forever

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Default profile picture marta lozano molina

En lucha por su independencia, los albano-kosovares apuestan por su amistad con Estados Unidos.

Bill Clinton da la bienvenida a todo el que llega a la ciudad ya desde el aeropuerto. Un enorme cartel de ocho metros de alto con el ex presidente estadounidense saludando cuelga del muro de un edificio de doce plantas sobre el Bulevar Bill Clinton en Prístina, la capital de Kosovo, que ansía su independencia de Serbia. El policía que regula el tráfico en el bulevar lleva una gorra que recuerda al uniforme de la policía de Nueva York de los años veinte. En la valla de enfrente se ve un cartel sobre el Día de Acción de Gracias estadounidense del año pasado: “Thank you, America!”.

Boutique Hillary

Es un caso único en todo el mundo que en una ciudad con una predominante población musulmana domine semejante exaltación de Estados Unidos y que una arteria de tráfico central lleve el nombre de un presidente americano.

Durante el mandato de Bill Clinton cayeron, en marzo de 1999, las primeras bombas de la OTAN sobre objetivos yugoslavos. 78 días más tarde finalizó la guerra de Kosovo y las tropas serbias pusieron fin a la expulsión de los albano-kosovares.

Al final de la guerra, se bautizaron apresuradamente otras calles con nombres de libertadores, políticos y escritores albanos apenas conocidos; ni siquiera los taxistas de la ciudad consiguen aclararse. En lugar de eso, se orientan por lugares como mezquitas, bancos o tiendas. Como por ejemplo, el restaurante California o la pastelería Boston, las cafeterías Dallas o Manhattan, la librería Harvard, el supermercado Alaska o la boutique Hillary, situada en el Bulevar Bill Clinton.

Armas de Estados Unidos

“Los albaneses nos adoran”, afirma Robert Curis, que trabaja en Kosovo desde 2001. “Aquí nunca hago las cosas mal. Si conduzco muy deprisa, el policía hace la vista gorda, sólo porque soy americano”. Curis es decano de la Universidad Americana de Kosovo (AUK), que ofrece cursos de economía, gestión y otras titulaciones demandadas desde 2003.

“Los americanos son nuestros amigos”, dice Faik Fazliu, “siempre han estado de parte de los albaneses”. Fazliu, que entonces tenía 22 años, perdió una pierna en la última semana de la guerra. Ahora es Presidente de la Asociación de Veteranos de Guerra y Mutilados de Guerra del desaparecido Ejército de Liberación Kosovar UÇK. “Ya en 1998 el principal proveedor de armas del UÇK era Estados Unidos”, recuerda Fazliu. Los albaneses de Estados Unidos apoyaron al UÇK comprando en Estados Unidos armas que incluían desde rifles de asalto a lanzagranadas, en grandes cantidades y de manera legal. El armamento se pasaba desde Albania a Kosovo. Después de la entrada en la guerra, los norteamericanos establecieron campos de entrenamiento en Albania para los combatientes del UÇK.

Dinero para la democracia

Desde 1999, militares estadounidenses operan en Kosovo en el marco de la misión internacional KFOR. Camp Bondsteel, situado cerca de Ferizaj (en serbio: Uroseva), es el campo militar estadounidense más grande de Europa.

Arrendado por un periodo de 99 años, ese tiempo es más que suficiente para extender su importancia estratégica más allá de Kosovo, que sólo tiene 2 millones de habitantes.

Estados Unidos también desempeña un papel importante en el ámbito civil. El puesto de delegado de la Administración Civil de la ONU -la MINUK- sólo puede ocuparlo un estadounidense, según su estatuto. La futura embajada de Estados Unidos y las oficinas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) están situadas en una amplia zona residencial de acceso restringido en la capital kosovar. Desde allí, se coordinan los proyectos de desarrollo y democratización financiados por el gobierno estadounidense.

Por otra parte, los americanos están representados en muchas organizaciones no gubernamentales pequeñas y grandes. Cerca de una docena de grandes ONG operan en Kosovo, de las cuales tres son estadounidenses, afirma Kristin Griffith, de Mercy Corps, en Prístina. Cuando Griffith visita las poblaciones del centro de Kosovo, siempre escucha la misma frase: “Bill Clinton y Dios han salvado a Kosovo”. El entusiasmo inicial con los americanos ha disminuido poco desde la guerra, afirma: “Kosovo es uno de los pocos países del mundo donde los americanos aún son absolutamente bienvenidos.”

"Fuck the Cola"

El joven veterano de guerra Faik Fazliu no sabe mucho acerca del compromiso de Estados Unidos con la democratización de Kosovo, pero ha aprendido la lección: “Kosovo será un Estado independiente que respetará a todas las minorías”, promete. Como muchos kosovares, Fazliu no deja de pensar en el ansiado día en que el Consejo de Seguridad de la ONU decida sobre el estatuto de Kosovo, en las próximas semanas.

Mientras que los estados de la UE no han podido alcanzar una postura común en la cuestión del estatuto kosovar, Estados Unidos querría ver a Kosovo independiente cuanto antes mejor. En el norte de Kosovo, de mayoría serbia, se considera a Estados Unidos como aliado de los albaneses en la expulsión de los serbios de Kosovo. Los cerca de 100.000 serbios que aún permanecen en Kosovo se concentran en el norte de la provincia y en unos pocos enclaves. “Fuck the Cola, Fuck the pizza, All we need is Slivovitza” (Fuera la coca-cola, fuera la pizza, lo que necesitamos es a Slivovitza), es el lema que aparece en carteles y posters de las tiendas de souvenirs de la parte serbia de la ciudad dividida de Mitrovicë (en serbio Kosovska Mitrovica). Los serbios confían en el apoyo tradicional de Moscú. Rusia, como miembro del denominado grupo de contacto de los Balcanes, ha anunciado en repetidas ocasiones que sólo apoyará una solución con la que estén de acuerdo todas las partes. Una solución común sobre el estatuto de Kosovo en el Consejo de Seguridad de la ONU podría fracasar con el veto de Moscú. La antigua división del mundo vuelve a ser visible en Kosovo.

Estos artículos sobre países del Este están firmados por autores de la red de corresponsales n-ost. n-ost nació en diciembre de 2005 en Berlín. Esta red organiza el trabajo de periodistas de 20 países, con la intención de acercar las visiones de la Europa oriental a la occidental. Abogan por la democracia y la libertad de prensa, y por una construcción europea impulsada por todos.

Fotos: Jutta Sommerbauer (Free Kosova) y Saskia Drude

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