Berlusconi habla por los codos
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El primer ministro italiano no se calla ni debajo del agua. ¿Habrá probado a darle siete vueltas a la lengua antes de abrir la boca?
“Obama es joven, guapo y está bronceado”. Así definió, hace unas semanas, Silvio Berlusconi al recién electo presidente de los Estados Unidos. El primer ministro italiano nos tiene bien acostumbrados a este tipo de declaraciones polémicas. Dice todo lo que la saliva lleva hasta su lengua (gadac co ślina na język przyniesie, en polaco). No reflexiona. Debería tratar de darle siete vueltas a la lengua antes de hablar (tourner sept fois sa langue dans sa bouche avant de parler, en francés) para evitar decir tonterías.
La política está llena de parlanchines (chiaccheroni, en italiano). Dejando de un lado a Berlusconi, se puede afirmar sin miedo a equivocarse que los políticos hablan demasiado. Les gusta hablar por los codos, como si les pagaran por ello (gadac jak najęty ), que diría un polaco. Aquí hay comparaciones para todos los gustos, según el idioma. Hablar como una fuente de agua (reden wie ein Wasserfall), en alemán. Como un organillo ( gadac jak katarynka), en polaco. Ser un molino de palabras (moulin à parole), en francés. O una caja parlante (chatterbox), como se llama en inglés a los niños que no se callan ni debajo del agua .