Berlusco-ni los jóvenes ni la educación: Un manifiesto para el futuro
Published on
Translation by:
JuasoBarulloLa era post-Berlusconi está al llegar: ¿Conseguiremos acostumbrarnos al aburrimiento del debate político, al intercambio de ideas, a la ausencia de una figura que amar u odiar, al final de un modelo televisivo en donde el éxito es lo prioritario? ¿Como hará Italia para volver a acostumbrarse al sentido de la legalidad, a la obligación de pagar los impuestos?
¿Como haremos, nosotros, los jóvenes que hemos crecido con él, para tomarnos la vida en serio?
Cada vez que, entre una mezcla de resignación y vergüenza, asisto una vez más a una metedura de pata de Berlusconi o nos propone otra de sus locuras que salen en todos los telediarios - y que quedará para siempre grabado en YouTube - o los líderes internacionales se ríen de él (y por tanto, de los italianos que él representa), cuando apenas me he repuesto de la vergüenza que, después de todos estos años, no llego a reprimir, me pregunto, preocupada: ¿seremos así para siempre?
Para muchos jóvenes italianos, Berlusconi ha sido una presencia constante que los ha a acompañado desde los primeros pasos a la edad adulta
En una eventual era post-Berlusconi, ¿conseguirá Italia ser reeducada? ¿Estarán los italianos en grado de afrontar y comprender un diálogo político serio, sin escándalos, sin burlas y sin sorpresas? Pienso sobre todo en los jóvenes. Es necesario recordar que para muchos jóvenes italianos Berlusconi ha sido una presencia constante en la escena política que los ha acompañado desde sus primeros pasos hasta la edad adulta. Muchos jóvenes italianos han crecido con sus televisiones, sus programas, con su presencia en la pantalla. A pesar de los éxitos cosechados por su equipo de fútbol, que en los años 90 ha dominado la escena europea, ¿cómo reaccionaran muchos italianos cuando descubran que la política no debe de ser obligatoriamente un entretenimiento, que un debate político no debe ser transformado a la fuerza en un espectáculo de telebasura? Quién sabe que desilusión se llevarán, cuando se den cuenta de que, a veces, las discusiones e intercambios de ideas son, en realidad, un proceso largo, aburrido, difícil y sin ninguna sorpresa.
En una entrevista de hace algunos años, el historiador y periodista Indro Montanelli afirmaba con tono alarmante: "Lo que hay que temer de Berlusconi no son los castigos, son las recompensas".
¿Éramos quizás todos adictos a estas "recompensas"? Un reciente artículo del semanal francés Le Nouvel Observateur, L’Italie de l’après Berlusconi en cinq points noirs, señala, entre varios problemas que afligen a la Italia post-Berlusconi, - por ejemplo, la crisis económica europea y la preocupante tasa de paro juvenil en el país- la llamada "crisis moral", la crisis moral de Italia, a partir de la cual se jugará el futuro del país. Y aquí es donde aparecen algunas de las "recompensas a temer" de las que nos ponía en guardia Montanelli. En el Nouvel Observateur se recuerdan varios elementos de la mala educación de los jóvenes (y no tan jóvenes), se recuerda cuánto el berlusconismo ha promocionado la ilegalidad, la legitimidad de los fraudes fiscales, cuánto ha mitificado la imagen de la azafata televisiva, una imagen de mujer subordinada y sumisa. También pone de relieve como Berlusconi deja como herencia la idea de que todo puede ser comprado y vendido y nos recuerda que nos llevará bastante tiempo y coraje recuperarnos de todo esto. Deberemos entonces reeducarnos también desde el punto de vista moral, sin caer a la fuerza en moralismos fanáticos.
No existirá un personaje al que amar u odiar visceralmente
Tal vez deberíamos reeducarnos al autocontrol, a asumir posiciones equilibradas y a aprender que el debate serio y el intercambio de ideas no es un aburrimiento. Deberíamos aceptar una forma de racionalidad perdida. Mi pensamiento se dirige a los berlusconianos y a los no-berlusconianos porque no existirá de nuevo un personaje al que amar u odiar visceralmente. De hecho, no creo que existan otras figuras sobre la actual escena política italiana que hayan prometido con tanto descaro como lo ha hecho el Presidente del Consejo.
Y también por este motivo Berlusconi ha creado sentimientos extremos, por una parte el amor ciego, el culto a su persona, el "menos mal que está Silvio"; de la otra, el odio exacerbado y el desprecio. Al pronunciar su nombre no parece que puedan existir reacciones leves o indiferentes. O peor, no parece que se puedan producir críticas constructivas acerca de su política, una política que, de manera alarmante, pasa siempre a un segundo plano porque todos estamos demasiado ocupados en odiarle o en amarle. Por tener una idea de aquello que para mí es una reacción dura y con carácter, basta con leer los comentarios sobre el reciente post que ha puesto en su facebook: "Los rumores de mi dimisión son infundados". Cada declaración de Berlusconi provoca una tormenta: hay quien escribe con caracteres en mayúscula (representando enfado) "¡DEBERÍA AVERGONZARSE, DEBERÍA CAMINAR CON UNA BOLSA EN LA CABEZA POR LA VERGÜENZA!"; quien teme consecuencias apocalípticas ("eres tu quien será destituido... cuanto antes posible para evitar una catástrofe global!) y quien desea la muerte del mandatario ("no debe dimitir, debe MORIR"). Pero otros comentarios lo apoyan: "no dimita presidente, vaya hacia delante y piense en nosotros los ciudadanos" y algunos similares a las pancartas de los estadios: "Grande Silvio, no te rindas!!"
Pero cuando nos despertemos en un mundo sin este personaje que odiar o amar, ¿que haremos? Esto es una llamada para todos, me gustaría leer vuestras ideas, sin ni siquiera pronunciar su nombre y pensando en el futuro…¿Qué hay que hacer? ¡Escribid!
Foto: (cc) giuseppesavo/flickr
Translated from Berlusconi ha educato i giovani. Come si fa a rieducare l'Italia?