Benicàssim 2011: el retorno del imperio atlántico
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Susana PagánEl primero tiene las deudas; el segundo, los bancos. Uno tiene las guitarras; otro, la lengua. La atracción y la imaginación, el carpe diem y la marcha. Si España e Inglaterra toman las riendas de Europa, la alianza promete ser ¡brutal!
En 1551, Carlos V ve cómo todo el oro de Perú desembarca de golpe en España. Para crear su imperio todopoderoso, el emperador español pone sus esperanzas en Inglaterra. Casa a su hijo con María Tudor, la reina de Inglaterra. Y España empieza a soñar con un imperio atlántico.
460 años más tarde, españoles y británicos siguen siendo buenos compañeros. Sin embargo, el rico de ayer es el pobre de hoy, y viceversa. El magnate de los festivales británicos, Vince Power, se ha compadecido de Benicàssim, ese lugar tranquilo donde se va en bici o se hace talasoterapia... en realidad, no. El fundador de Music Festivals ha venido a enriquecerse, a hacer conciertos comerciales con grandes cabezas de cartel, en perjuicio de los amantes de la música indie. La programación de los hermanos Miguel y José Morán, los dos melómanos madrileños fundadores del FIB en 1995, había inspirado comentarios diferentes a “siempre es lo mismo” del cantante madrileño de Algorainvitado del festival off o “los artistas de los pequeños escenarios son muy medianos, contrariamente al Primavera Sound de Barcelona, donde incluso los más pequeños escenarios dan a conocer a joyas” de un periodista de la revista española Beat sobre el FIB 2011. Pero con un poco de imaginación, una alianza inglesa-española podría realmente cambiar la cara de Europa. Para lo bueno y...
La Europa tatuada
Sobre el asfalto manchado del festival, hasta al ojo más acostumbrado le habría costado distinguir cada británico de sus amigos festivaleros españoles. Tatuaje de calavera o de geisha japonesa en el hombro, piercing en las orejas, shorts cortos para las chicas, sin camiseta para los chicos…¡Y a todo el mundo le da igual! Si una moda inglesa-española se creara, Cartier y Gucci serían vulgares, y el pudor (por fin) se guardaría en el armario.
La Europa borracha
Cada uno con su estilo. Los británicos son más bien tipo borrachera express, los españoles hacen durar el placer hasta bien entrada la mañana siguiente. En Benicàssim predomina el estilo británico. Cuando Elbow está frente a miles de caras alegres en el escenario Maravillas el viernes por la noche, pregunta si todos tienen algo para beber antes de saber si todos conocen el amor. El cantante de The Paris Riot da su pinta al público cuando ya no tiene más sed. El público sí que siempre tiene sed. Después de haber desvalijado los supermercados cercanos, los festivaleros acaban gracias a los voluntarios españoles que hacen de bares ambulantes. Si bebiéramos a la inglesa-española, nos limpiaríamos el culo muy pronto y continuaríamos hasta la mañana.
El Eurock indie
Benicàssim es Glastonbury con menos personas y peor, declara un británico. Al mismo tiempo, a Chris, de Portsmouth, casi se le cae la baba cuando evoca las playas españolas. Si los ingleses se aliaran con los españoles, el famoso festival de Glastonbury tendría lugar en las playas de Tenerife y Creamfields se exportaría a las costas gallegas. Accederíamos allí después de un peregrinaje a Santiago de Compostela.
La Europa del capitalismo humano
Los británicos tienen la City; los españoles, los indignados. Cuando los ibéricos van a Londres, surge Russian Red, clichés pop en una lengua que no es la suya, “por consiguiente floja, por consiguiente vacía” según un crítico de El Mundo, que subraya el conservadurismo de la cantante española cuya carrera ha debutado en Albion. Si, al contrario, los isleños recurrieran a la Península, no para ir de vacaciones, como 13 millones de ellos hacen cada año, sino para adoptar su cultura de la indignación, toda Europa se transformaría. La alianza franco-alemana ya no dictaría la conducta de los nuevos entrantes a la UE. La única consigna estaría en las dos únicas palabras que el cantante de The Strokes dirigío al público durante su concierto: “stay crazy”.
En el siglo XVI, la alianza inglesa-española había fracasado lamentablemente. María Tudor murió, Felipe se quedó en España durante toda su vida. Las generaciones actuales, ¿están preparadas para volver a recoger el testigo? Si fuera así, los indignados españoles tendrían que dar una vuelta por Benicàssim, entrando en la cuestión de politizar un poco todo esto. ¡Este verano, los indignados quieren cambiar el eslogan de "Toma la plaza" a "Toma la playa"!
Fotos : Portada y texto © Emmanuel Haddad
Translated from Benicassim 2011 : le retour de l’empire atlantique