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Baxter Dury y el club parisino Silencio: la máquina de los sueños

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Cultura

El pasado 22 de abril, Baxter Dury actuó en la sala de conciertos Trianon, en París . Ese mismo día, se celebró la primera vuelta electoral de Francia. A continuación, entre David Lynch, Le Pen y una botella de champán, una crónica de ensueño, extraña, perdida en el tiempo y el espacio.

Una pulsera rosa, medias de rugby, un cigarrillo apagado en un vaso de cristal. Silencio.

Pasillos enlucidos de pan de oro se bifurcan junto con paredes cubiertas de ladrillos y madera de color claro. Me pego a la fila de Ariane, que lleva un sombrero y unos calcetines rojo escarlata. Me guía en las entrañas de este club parisino, que parece un laberinto. Atravieso salas recubiertas de espejos donde troncos de árboles de plástico encienden las luces de los peces abismales que han venido a devorar a sus presas. Estamos a 6 metros bajo tierra y el techo resplandece a pocos centímetros por encima de nuestras cabezas. De pronto, aparece la pista de baile. Dos chicas jóvenes bailan al son de la música de los años 80. La rubia parece estar desnuda. La morena viste lentejuelas, y se llama Madelaine Hart. Madelaine canta esta noche en el escenario del Trianon junto a Baxter Dury y lo acompaña en su último álbum. Baxter charla a pocos metros de aquí, con un vaso en la mano.

Comienza el concierto. Estoy sola en el stand para vender los álbumes y posters de Baxter Dury y de los grupos teloneros:  Carly Sings y We Were Evergreen. No me preguntes cómo he llegado ahí. Los demás salieron a fumarse un cigarrillo. Escucho las primeras notas de Isabel.

Con un vestido de estampado de flores y cuello Peter Pan, Carly me acompaña entre bastidores. Mi pulsera de plástico rosa me permite entrar por debajo de la sala del distrito de Montmartre. Descendemos y ascendemos por un laberinto de escaleras y pasillos estrechos que llevan a los camerinos. Las paredes están recubiertas de una tapicería a cuadros de al menos cuarenta años de antigüedad. Huele a cerrado. La joven irlandesa, con una voz suave y refinada, ha cantado en la primera parte. “Agradezco a Baxter por haberme invitado a actuar en el escenario del Trianon”, dijo Carly al público bajo la imagen de una mujer desnuda rodeada de dos querubines. “Lo conocí mientras yo trabajaba para una revista de música en Dublín. Lo entrevisté y nos hicimos amigos”. Carly me acompaña para que pueda ver a Baxter después del concierto. Sin embargo, su éxito le llama y las personas se aglutinan como sanguijuelas alrededor del cantante.

“Parece que 'the last bastard' en Francia se llama Marine Le Pen. No lo sé, pero puede que sea simpática”

“He escuchado que esta noche es una noche electoral. Y me pregunto: ¿estamos aquí para hablar de política? ¡No!”, se dirigió al público Baxter con un perfecto inglés cockney (dialecto y forma de hablar del East End de Londres). Parece ser que le gusta actuar con su acento. Con un traje gris, una corbata negra, el pelo entrecano y cara de joven, el hijo de Ian Dury, compositor de la famosa canción Sex, Drugs & Rock’n’Roll, sabe mostrar su personaje de caballero inglés despreocupado. “Es el ruido que viene de otro planeta”. El humor va unido al individuo. La canción que sigue perfuma la sala con un “pop psique” mezclado con sonidos de la jungla. Prosigue con los que hacen enfadar al pueblo (de los que no hablará): “parece que “the last bastard” en Francia se llama Marine Le Pen. No lo sé, pero puede que sea simpática”.

El camerino de Baxter Dury es inmenso, elegante, un poco exagerado, todo como las personas aquí presentes. Incluso el futbolín negro y gris metalizado es súper chic. El concierto termina pero la noche está en su apogeo. Se escucha el piano y los licores pasan de mano en mano. Una veintena de personas deambulan entre la terraza y los que juegan al futbolín, quienes se sirven de un corcho de champán a modo de pelota. Llega la medianoche, es la hora de salir del Trianon.

La canción Happy Soup me recuerda un poco a Serge Gainsbourg. La gente me dice que Serge es uno de los pocos compositores franceses que Baxter conoce y aprecia. “Me encanta París y siempre me pregunto si Marine Le Pen es un hombre o una mujer.”Whatever””. Baxter se quita su chaqueta gris y deambula sobre el escenario con una botella de champán en su mano mientras sus músicos tocan Cocaine Man. La multitud se emociona ante este hombre con su piano Fender Rhodes. Baxter sabe tener en sus manos un micrófono de la manera más elegante del mundo. Here comes the cocaine man, here comes a man. Deja el escenario ante una ola de gritos, de aplausos y de piropos.

Todo el mundo está reunido en el club parisino. La chica rubia baila, la morena hace piruetas. Baxter Dury se marcha bastante pronto, mientras que los otros continúan bailando y extasiándose bajo la fuerza onírica del Trianon. El cigarrillo se apaga poco a poco en el vaso de cristal que sirve de cenicero. Marine Le Pen ha obtenido un 18%. Su grupo electoral se deshace. La orquesta calla. Silencio.

Fotos: portada y texto,  © cortesía de la página oficial de Baxter Dury ; Vídeos : (cc) Youtube/indiegilles

Translated from Baxter Dury et le Silencio : la science des rêves