Batwar en Casablanca : frágil fábrica de artistas
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Marta AriasLos antiguos mataderos de Casablanca han sido tomados por artistas para convertirse en un espacio cultural creativo que reúne a todas las artes y públicos. Sin embargo, su futuro está amenazado por la falta de financiación necesaria por parte de la ciudad. Nos adentramos en el corazón de esta fábrica de artistas que trata de promover a los jóvenes talentos de la ciudad.
Los colores de los graffitis pintados en los viejos muros de los antiguos mataderos de Casablanca reivindican a gritos el alma de este espacio cultural situado en el corazón del popular barrio de Hay Mohammedi. Detrás de una de las antiguas cuadras, el hierro forjado rechina bajo la sierra eléctrica. Unos jóvenes hacen saltar las chispas sobre una gran estructura metálica. Es el alegre grupo de artes de circo, Colokolo, que retoca la futura barra de cafetería que completará el decorado de su futuro espectáculo. En su "laboratorio", un hangar que ellos mismos han reorganizado con los pocos medios que tenían disponibles, los "circenses" descansan sobre las butacas de cine entre dos acrobacias sobre el escenario. Tras su bigote inspirado en el del revolucionario Zapata, "Snoopy" explica su apego hacia este sitio que para él represneta un buen medio de desarrollar y popularizar las arte del circo en Marruecos: "este es el único sitio donde podemos expresarnos. Podemos hacer cosas: hacer aéreas, trabajar los decorados, todo lo que no podríamos hacer nunca en la calle o en cafeterías".
"hace años que peleamos, pero nada"
Considerados en desuso, los mataderos que se extienden a lo largo de varias hectáreas cesaron su actividad en 2002, dejando esta inmensa arquitectura de los años 1920 en manos de la codicia de proyectos inmobiliarios. Pero no contaban con el empeño de los artistas y actores culturales de Casablanca que han sabido trabajar el espacio para transformarlo, en 2009, en un espacio de creacciones urbanas y artísticas. Desde entonces, las asociaciones que conforman hoy el colectivo de la Fábrica Culturel de los Antiguos Mataderos de Casablanca, mantienen vivo el espacio organizando festivales y actividades de manera habitual. De este modo, el colectivo trata de asentarlo como un espacio creacción prolífica para las artes marroquíes.
La ciudad de Casablanca, propietaria de estos espacios que sin embargo tomó la inicitiva de la reconversión cultural, remolonea a la hora de invertir más en el proyecto. Sin reconocer al colectivo de la Fábrica Cultural, la ciudad autoriza la organización de eventos gracias un convenio firmado con uno de los miembros: la asociación de protección del patrimonio, Casamémoire. Este hace de intemediario entre el colectivo y la ciudad. El último convenio que tiene un período de aplicación de un año les concede un millón de dirhams (alrededor de 90.000 euros). "No tenemos nada con lo qué devolver las deudas acumuladas y nada a lo que acudir en el futuro. En un año, tenemos el tiempo justo para decidir sobre un proyecto artístico", se queja Abderrahim Kassou, uno de los coordinadores del colectivo. Los actores asociativos no ocultan su irritación. "Esto quema. Hace años que nos peleamos, pero nada, estamos hartos", zanja Mohamed Merhari, al que llaman Momo, uno de los organizadores del festival Tremplins que promueve a los jóvenes artistas marroquíes.
eclecticismo en las ruinas
En el plano artístico, el colectivo quiere pasar a una etapa superior. "Ahora hace falta que el colectivo organice una programación artística de calidad. Tenemos muchas peticiones de residencia de artistas de calidad, pero es un cámping porque porque no les podemos acoger", lamenta Abderrahim Kassou. Para sobrevivir como espacio cultural, el inmenso edificio todavía tiene que aguatarse en pie. Hay una parte que ya está derruida y cada vez hay más espacios cerrados por motivos de seguridad.
Perdido en la inmensidad de los espacios, descubrir el Batwar es cruzarse con jóvenes skaters, escuchar a músicos ensayar en un box y asistir a la presentación de un ballet de danza contemporánea en el mismo día. La mezcla de artes y de públicos se ha convertido en la marca de la Fábrica. Pero la esperanza producida por los mataderos parece pertenecer al pasado, y el futuro se presenta más hipotético. Los Transculturelles de 2009, que inauguraron la reconversión de los antiguos mataderos quedan grabados en la memoria. "Fue maravilloso. El evento reveló la fuerza los mataderos: crear una sinergia entre todas las artes. Había intelectuales, ricos, pobres... La idea de los mataderos también es la de democratizar la cultura. Fue un nuevo soplo de aire, pero sólo ha ocurrido una vez", cuenta Fatna Elbouih, miembro del colectivo.
Fatna vio para ayudar con la realización de cortos frodados en este lugar. Es la « fábrica de películas amateurs » del cineasta Michel Gondry la que anima el corazón de los mataderos. El famoso director francés instaló aquí su material y decorados. Con Muerte en Paris, Abdel Sader nous a tuer, À la recherche du voleur en la videoteca de las películas ya hechas, los jóvenes se expresan. "Hay mucha violencia en lo que ha rodado. Es la vida de la mayoría de los chavales", comenta Jean David, un productor instalado en Casablanca que coordina el proyecto allí. "Es el único sitio de Marruecos donde se puede grabar sin autorización. Es un espacio de libertad increíble", dice entusiasmado.
SIN EL AYUNTAMIENTO, NINGÚN FUTURO
Sin autorización del ayuntamiento, el festival que estaba previsto para el pasado 20 de febrero no pudo celebrarse en los mataderos y tuvo que buscar refugio fuera. El motivo: su aparente vínculo con el movimiento 20 février, el origen del levantamiento marroquí durante la primavera árabe.
Con la caída de la noche, una tarde de sábado, el aire vibra con el sonido de los tambores que resuenan entre los muros de los mataderos. El grupo de percusión con toneles Cyclody toca ritmos inspirados en la música de Gnawa y Chaabi. "Hemos cogido los bidones que encontramos en la calle para tocar música. Aquí podemos desarrollarnos y explotar artísticamente. La idea es liberarse del resto de la semana, pero creando algo", explica Soufiane Benkhassala, un miembro del grupo. Mientras que el talento y la creatividad no faltan en Marruecos, el país sufre cruelmente la falta de políticas culturales para mantener y promover a los artistas marroquíes. ¿Una marca de fábrica?
Este artículo forma parte de una edición especial dedicada a Casablanca y realizada en el marco del proyecto "Euromed Reporter", lanzado por CaféBabel en colaboración con I Watch Organization, Search for Common Ground y la fundación Anna Lindh. Pronto encontraréis todos los artículos en nuestra revista.
Translated from L’Batwar à Casablanca : fabrique fragile d'artistes