Barroso es el enemigo de Barroso
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Con la tercera victoria de la Derecha en Europa, Barroso espera ser ungido por el Consejo Europeo para un segundo mandato de 5 años, pero los europarlamentarios quieren que presente un programa antes de dar su apoyo al conservador portugués
“Estoy a favor de una Europa política, pero en contra de una confrontación política partidista en Europa. Si somos una realidad supranacional, tenemos que ser políticos suprapartidistas”. Lo ha dicho el presidente de lo que viene a ser el Gobierno de Europa: la Comisión. Esto dice todo sobre la concepción que tiene el conservador Durão Barroso de la democracia europea. Barroso debe pensar, como reza el dicho, que “en tiempos de crisis no hay que hacer mudanzas”. Así que mejor no fomentar el debate crítico sobre su gestión durante sus cinco años de mandato ahora que está en juego su reelección. “No hacen falta candidatos alternativos a presidir la Comisión”, se atrevió a declarar en Varsovia hace unas semanas.
Como si fuera un golpe de Estado
El alemán Gerhard Schröder, el portugués Mário Soares, el español Felipe González o el francés Lionel Jospin. En total, ocho ex dirigentes socialistas europeos firmaron una carta la semana pasada en la que lamentaban que la familia socialista europea no presente un candidato alternativo a Barroso. Como ha señalado el ex presidente socialista del Parlamento, Enrique Barón Crespo, “las elecciones europeas se van a celebrar bajo el Tratado de Niza que impide al parlamento proponer y elegir al Presidente de la Comisión, mientras la próxima Comisión va a trabajar bajo el Tratado de Lisboa”.
Es lo que más se asemeja a un golpe de Estado a la europea. Los Gobernantes del Consejo Europeo quieren acelerar la elección de su favorito, Durão Barroso, antes de que se apruebe el Tratado de Lisboa que exigiría a este someterse al Parlamento, sabiendo que la Eurocámara puede encontrar candidatos alternativos a él, también en la bancada de la derecha. “¡O todo sobre la base de Niza, o todo sobre la base de Lisboa!”, clama el líder de los liberales, Graham Watson.
Durão Barroso tendrá que ligarse a los políticos
Por todo esto, los partidos europeos piden cuentas a Barroso. Muchos quieren que presente un programa de legislatura antes de dar su apoyo. “Los jóvenes están teniendo como primera experiencia del mercado liberal el paro”, apunta el socialista Hannes Swoboda, quien añade que “lo social debe estar más presente en la próxima Comisión”.
Desde los liberales, Andrew Duff asume que “hay que presionar algo más a la Comisión si aspira a que Durão Barroso repita mandato”. Según los liberales, la Comisión debería apoyar un aumento del presupuesto europeo, acelerar la ampliación de la Eurozona y promover una política fiscal más estricta. “Esperamos que Durão Barroso aporte un manifiesto o programa sobre sus proyectos, que saque conclusiones de la crisis”, concluye Duff.
En las filas de Izquierda Unitaria europea, su incombustible Ilda Figueiredo, denuncia “la falsa independencia del Banco Central Europeo que solo hace caso de intereses privados”, mientras propone el fin del Pacto de Estabilidad y el apoyo a las inversiones públicas en sectores innovadores, en Sanidad y en la formación de los trabajadores y los jóvenes.
Se busca liderazgo frente a la crisis
Los socialistas van a exigir del próximo presidente de la Comisión que se comprometa con una agenda social y con que ningún país permita trabajar más de 48 horas semanales a los asalariados antes de apoyarle en su investidura. “Que Barroso aporte al Consejo Europeo del 18 de junio un nuevo plan de recuperación económica para hacer frente a los 27 millones de parados y la caída del PIB en un 4% con los que se va a coronar el año 2009”, exige el presidente del Partido Socialista Europeo, Poul Nyrup Rasmussen. Este último es quien con más ahínco ataca la gestión y la “pasividad” de Barroso: “Tener liderazgo significa saber asumir riesgos”, remata invitando a Barroso a que no “espere a ver qué dicen los de París o los de Londres para proponer reformas”.
Esto ha sido así hasta ahora por voluntad propia de Barroso, quien se defiende implorando que se le pida “lo posible y no lo que no es posible debido a la falta de ambición de los Estados y su negativa a aumentar el presupuesto comunitario”. Durão Barroso muerde cuando le conviene la única mano que le da de comer, la de los jefes de Estado y de gobierno que están contentos con que Durão Barroso se limite a ser un “simple intermediario entre gobernantes”, tal y como se definió hace cinco años al acceder al cargo.
Está en juego la legitimidad de la Unión
“Estoy en contra de la dramatización artificial que hagan los partidos políticos”, insiste Durão Barroso, sin complejos. “Hay que hablar de Europa en positivo, porque lo que más alimenta a los euroescépticos en momentos de crisis es el pesimismo de los europeístas”. Sin duda alguna, los grandes proyectos políticos se forjan en las situaciones difíciles. La actual crisis es el momento más difícil de la Historia de la Unión. Si se deja que sean los Estados quienes se encarguen de sacarnos de ella, se tardará más y la Unión habrá desaprovechado una oportunidad histórica para reafirmar su legitimidad y salir reforzada. Es lo que los políticos del parlamento tratan de comunicar a Durão Barroso. Parece que es lo que este último no termina de comprender. Si accede a un segundo mandato y no cambia de actitud, es posible que los representantes de los ciudadanos europeos le hagan la vida imposible.