Barbara Coudenhove-Kalergi: "Algún día la nacionalidad solo tendrá cabida en el fútbol"
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María Montes VicentePor su columna en el períodico austriaco Der Standar, la 'Condesa roja', es considerada "la conciencia de los buenos austríacos". Un periodismo que molesta en los medios y que anuncia los desafíos de Europa.
Bárbara Coudenhove-Kalergi me recibe en su apartamento en el centro de Viena. Concebida en su casa en Herzen, Viena, y nacida en 1932 en Praga, se vio obligada a abandonar Checoslovaquia en su juventud a causa de los decretos de Beneš. Siguiendo estas 143 directivas, cerca de tres millones de alemanes de la región de los Sudetes se vieron obligados a abandonar su país natal. A pesar del complicado panorama que vivieron estas familias –o quizás a causa de esto- la periodista ha sido reconocida a sus 76 años de edad por toda una vida comprometida con el periodismo, el entendimiento entre los pueblos y el acercamiento europeo.
Los Coundenhove-Kalergi son mundialmente conocidos. El tío Richard (Nikolaus Graf de Coundenhove-Kalergi), fue padre fundador de la Unión Europea –fundador de la Unión Paneuropea para ser exactos-. Su abuelo era diplomático austríaco. Los ojos oscuros y penetrantes los heredó de su abuela japonesa.
Cosmopolitas, ciudadanos del mundo, europeos y austríacos, son los atributos que vienen con los apellidos Coudenhove-Kalergi. "Con la desaparición de las fronteras, cada europeo poseerá más de una identidad", me comenta. En su libro Mis raíces están en otra parte (Meine wurzeln sind anderswo) habla de su sentimiento de pertenencia a dos identidades distintas. "Al fin y al cabo, algún día la nacionalidad solo tendrá cabida en el fútbol o la religión", señala con convencimiento.
La Condesa Roja y la conciencia de los buenos austríacos
Como periodista especializada en temas austríacos, Coudenhove-Kalergi ha escrito para muchos periódicos: Neues Österreich, Die Presse, Kurier und Arbeiter-Zeitung der SPÖ, por solo nombrar algunos. Lo escrito en este último le supuso el sobrenombre de la 'Condesa roja'. No obstante, todos estos años de compromiso por los derechos de los inmigrantes –en especial con las oenegés Tierra de Hombres y Cristianos y Musulmanes en Austria- le han valido otro sobrenombre, otorgado por el periodista televisivo austro-húngaro Paul Lendvai, de la cadena de televisión ORF: "Bárbara Coudenhove-Kalergi, 'la conciencia de los buenos austríacos'".
El público austríaco la asocia aún con aquella periodista de la cadena ORF. Por aquel entonces, comentó en directo los cambios radicales de 1989 en Polonia, ya que Solidarność (movimiento huelguista sindical que condujo a la revolución en Polonia) era muy fuerte en Gdansk. De la misma manera, era corresponsal en Europa del este, en vivo y en directo, durante la Revolución de terciopelo en Praga y durante la caída del Muro de Berlín: “nadie pensó que los cambios se producirían tan rápido”, recuerda acerca de estos momentos de transición.
"Hoy día, la libertad periodística está amenazada por los intereses económicos"
El periodismo ha cambiado mucho con el paso del tiempo. En el anterior bloque del este, de forma muy positiva: "la prensa aquí se ha vuelto más democrática", dice. Hoy, existen otros riesgos para los medios. Grandes grupos compran las publicaciones y definen la línea editorial. La libertad periodística está muy amenazada por los intereses económicos. Coudenhove-Kalergi ha dejado de lado el canal ORF, demasiado dominado por un punto de vista económico –la emisión Auslandsreport fue suspendida. Desde 2006, pone su esfuerzo en la iniciativa ciudadana SOS ORF, por una oferta televisual de calidad, más cercana a estructuras radio-televisivas públicas.
La ganadora del premio Renner, la señora elegida entre las periodistas austríacas "mujer del año 1990", considera Internet como una novedad práctica en el periodismo. "Utilizo constantemente Internet para mi trabajo de periodista. Es extremadamente práctico poder leer en línea periódicos extranjeros. Sin embargo, a mi edad, yo ya no escribiría más blogs".
Lisboa y la construcción europea detenida
Coudenhove-Kalergi afirma que gracias a Internet, la información circula más rápido que en sus tiempos de corresponsal de televisión desde 1975, con seguridad, desde Europa del este. Hoy, es consciente de esto: “Los países europeos se han integrado muy bien en ‘la gran Europa’. Sin embargo, en lo que respecta a la ampliación, Austria se ha despertado mucho más tarde”.
En efecto, la economía austriaca, y en particular los bancos, ha invertido mucho en el último momento en Europa del este y en los Balcanes. Sin embargo, este aspecto, económico sin duda, no ha tenido un seguimiento por parte de los políticos. La crítica permanente a la ampliación la pone en peligro –las conquistas de la Unión Europea a menudo pasan desapercibidas. Sin embargo, Europa ha olvidado hasta el momento emplearse con los "temas sociales".
En lo que concierne al Tratado de Lisboa, no es, según Coudenhove-Kalergi la mejor solución posible. Refleja una Europa de élites, no la Europa de los ciudadanos. Mientras tanto, se decanta por una solución pragmática antes que no tener ninguna solución. El hecho de que los símbolos europeos hayan sido retirados del Tratado –la bandera europea fue propuesta por su tío Richard Coudenhove-Kalergi- le preocupa menos que los verdaderos peligros de Europa: el euroescepticismo, los referendos y el populismo.
Ya que la versión vienesa de la serie de cuadros de Pieter Brueghel el Viejo, titulada ‘La construcción de la Torre de Babel’ está colgada aquí en el museo Kunsthistorisches, en la capital austriaca, la cuestión del plurilingüismo es inevitable. Este pluralismo, al que Europa aspira, ¿Es de verdad tan importante? Ella no está segura: “Nosotros, europeos, aprendemos ahora muchas más lenguas que antes, y nos abrimos también más al mundo. Europa es el mejor modelo que podríamos tener –el más humano y el más democrático”, dice Coudenhove-Kalergi, generosa en superlativos.
Translated from Barbara Coudenhove- Kalergi: "Irgendwann wird die Nationalität nur noch eine Rolle im Fußball spielen"