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Balkans & Beyond: libros devorados por las llamas

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Durante las próximas siete semanas, publicaremos el proyecto editorial de cafébabel Berlín: Balkans & Beyond, presentando historias originales que ilustran con gran belleza la vida y política de la región balcánica pos-Tito. El dramaturgo kosovar Jeton Neziraj nos habla en nuestro editorial de apertura sobre sus recuerdos de la guerra y el trauma que le dejó la imagen de los libros en llamas.

He sido testigo de la quema intencional de libros en reiteradas ocasiones en el transcurso de los últimos veinte años.

Al comienzo de los noventa, tras el colapso del comunismo, los adultos de mi familia cogieron los libros “rojos” que había en la casa en que vivíamos y los quemaron en el patio trasero. Obras de Karl Marx, Engels, Tito... el único libro que se salvó fue uno de Rosa Luxemburg que, por lo visto, no les había parecido tan atroz como los demás.

Luego, en los noventa, vi como trabajadores serbios sacaban pilas de obras literarias de la Biblioteca Nacional y Universitaria de Kosovo y las colocaban en un tractor para enviarlas a la quema. Durante la guerra, observamos desde las montañas cómo prendían fuego casas. Cuando veíamos que unas ardían más que otras, nos decíamos en broma: “De seguro hay muchísimos libros allí”.

Un extraño odio hacia los libros se había convertido en moneda corriente, principalmente en relación a aquellos escritos en el idioma del otro, en el idioma “del enemigo”.

Pensé que quemar los libros de los otros era, quizá, peor que quemar sus casas, destruir sus propiedades o expulsarlos de su tierra natal.

Durante las batallas, yo tomaba los libros de mi casa y los enterraba para salvarlos de su  destino en la hoguera. Más tarde supe que muchas personas hacían lo mismo.

Existe cierto misticismo en este sentimiento de amor y odio por los libros. No me sorprendería descubrir que, en algún momento en el futuro, antiguas maldiciones como: “que mueras sin echar raíces” o “que desaparezcas de la faz de la Tierra” sean reemplazadas por: “que tus libros sean quemados”.

En los noventa, la quema de libros era un fenómeno que se daba a lo largo y a lo ancho de toda exYugoslavia en áreas de batalla, desplazamiento y violencia.

Imágenes de libros siendo quemados me dejaron traumado, perseguido por un sentimiento de que quizá un día todos los libros serán quemados y entonces no nos quedará nada. A menudo me he imaginado viviendo en un mundo sin libros y la simple idea de ello me aterroriza.

Por lo tanto, desde que la guerra llegó a su fin, he cargado libros de todas partes del mundo, quizá para confrontar este trauma. Hace un par de años en Calgary, una profesora abrió la puerta de su oficina y me dijo que yo podía coger tantos libros como desease. Acarreé maletas atiborradas de libros por las terminales de los aeropuertos. Como tenía que reducir el peso de mi equipaje, yo mismo me envolví de libros, tal como hacen con bombas los kamikazes.

“¿Por qué cargas todos esos libros? Son alemanes. Tú no sabes leer alemán”, me preguntó una vez un amigo alemán mientras yo llenaba mi maleta.

“No me los llevo para leerlos sino para tenerlos”, le respondí.

Parte de mi lucha para ponerle fin a este trauma incluía al International Literature Festival Prishtina – polip, que organizamos anualmente en Pristina –capital de Kosovo. Cada año, recibimos alrededor de treinta escritores, en su mayoría de provenientes de la región circundante. En este festival, los autores serbios, por primera vez desde que terminó la guerra, leen sus poemas en serbio frente a una audiencia albana.

Cuando me preguntan qué se siente entablar este tipo de interacción literaria y cultural entre serbios y albaneses tras la guerra, les respondo: “se siente como ser una persona común y corriente caminando por un campo minado”.

Los Balcanes de hoy son distintos de los de los noventa. Cambiaron para mejor, por supuesto. No obstante, el trauma de ver cómo esas llamas formaban una voraz boca que devoraba libros, gente, casas y recuerdos permanece en mí como el peso de la cruz sobre los hombros. Para lograr que este trauma se desvanezca, cada uno de nosotros debería llevar libros de un lado al otro (tal como lo hago yo), escribirlos, traducirlos y, sobre todo, protegerlos para que nunca más vuelvan a ser quemados.

Mientras más libros nos rodeen, mejor será nuestro futuro en los Balcanes.

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Jeton Neziraj es un dramaturgo de Kosovo.

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Más allá de los clichés. Más allá del odio. Más allá del pasado. Veinticinco años después de que comenzara la guerra de los Balcanes, el proyecto editorial de cafébabel Berlin: Balkans & Beyond, presenta historias originales que ilustran con gran belleza la vida y política en Bosnia, Macedonia, Croacia, Kosovo, Eslovenia, Serbia y Montenegro. Este proyecto es financiado por Allianz Kulturstiftung y Babel Deutschland con el apoyo moral de la red Babel International.

Story by

Translated from Balkans and Beyond: Books that burn on piles of wood