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Azerbaiyán: entre el tirón de orejas y el reconocimiento internacional

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El Consejo de Europa discute entre el 16 y el 20 de abril sobre el cumplimiento de los compromisos adquiridos por Azerbaiyán en el ámbito de los Derechos Humanos y la Democracia.

El Consejo de Europa no ha sido la única institución que dirige su objetivo hacia la república caucásica. La sesión del Consejo de Naciones Unidas para los Derechos Humanos celebrada en Ginebra el pasado mes de marzo también debatió sobre la población desplazada en el interior del territorio azerí a causa del conflicto con Armenia en torno a Nagorno-Karabakh, una región poblada de armenios que declaró su independencia de Azerbaiyán en 1991, pero que ningún Estado del mundo ha reconocido como independiente. A principios de 2007, Amnistía Internacional alertaba en un explícito informe de la falta de libertad de expresión y las amenazas que sufren los informadores locales en Azerbaiyán.

El protagonismo que está adquiriendo la ex república soviética en los últimos meses no es casual. Tras el “apagón informativo” que siguió a los turbulentos comicios legislativos celebrados en noviembre de 2005, la sociedad azerí se despereza y se prepara para afrontar lo que algunos ven como un auténtico “reto político”. Es decir, las elecciones presidenciales de 2008, en las que el gobierno tendrá que demostrar que los “pequeños gestos” que ha llevado a cabo en los últimos meses el ejecutivo de Ilham Aliyev –indultos a presos políticos, remodelación de algunas carteras del gobierno, apertura al exterior- no han sido un mero lavado de imagen para evitar las críticas de la comunidad internacional, sino un paso convencido y convincente hacia la madurez democrática definitiva.

Una oportunidad de oro para la oposición

La cita electoral será una auténtica oportunidad de oro para la oposición. Las anteriores presidenciales de 2003 y las legislativas de 2005, cuando la oposición unió sus fuerzas en una única plataforma opositora contra la “fantasmada electoral” planteada por el gobierno de Aliyev, fueron un campo de entrenamiento perfecto para unos comicios: los de 2008, en los que la pérdida de fuelle de la unión de los partidos de la oposición –que aún no ha decidido en qué términos concurrirá a la cita electoral- puede equilibrarse con una convocatoria que respete los estándares internacionales de limpieza y transparencia.

Para Razi Nurullayev, activista azerí y fundador del movimiento juvenil “Yox”, el principal reto de la oposición ahora es conseguir “movilizar e implicar a la sociedad”, en especial al sector más joven. “La juventud está envuelta sobre todo en su rutina y sus problemas para salir adelante”, explica Nurullayev, quien ahora trabaja en la consolidación de la “Coalición de la Sociedad Civil”, una red de organizaciones no gubernamentales locales e internacionales, asociaciones civiles y personas influyentes, creada para favorecer el debate social y tender puentes entre la vida política y la sociedad. “La pasividad ciudadana es la base para unas malas elecciones”, sentencia, convencido de que la democracia plena no llegará a Azerbaiyán hasta que los azeríes no se impliquen del todo en el discurrir político del país.

Una pieza fundamental en el tablero euroasiático

Por el momento, el gobierno azerí ha accedido a poner en marcha algunas de las recomendaciones de la Comisión Venecia del Consejo de Europa y por organismos como la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) en cuanto a la introducción de enmiendas en la Ley Electoral. Ahora, por ejemplo, los miembros que integran los Comités Electorales representarán de forma equitativa al gobierno y a la oposición. No obstante, el Consejo de Europa exigirá con toda probabilidad a Azerbaiyán en su sesión de abril un cambio de rumbo en otros campos como la reforma del sistema judicial, la lucha contra la corrupción y el crimen organizado, la situación de las ONG que defienden los Derechos Humanos en el país, y la libertad de expresión o de reunión. Unas premisas que, según el gobierno azerí, el Consejo de Europa debería de hacer extensibles a muchos otros países de los que conforman la institución.

A nadie se le escapa que Azerbaiyán es una pieza fundamental en el tablero euroasiático. Tiene frontera con Irán -donde el 35% de la población es azerí: 30 millones frente a los 9 millones que residen en Azerbaiyán-, y está en el centro de la creciente importancia del Caúcaso en la situación geopolítica internacional debido a sus ricos recursos energéticos. Azerbaiyán, sin embargo, mira a Europa sabedor de que su credibilidad exterior depende en gran medida de los avances democráticos que sea capaz de imprimir a su ritmo político en los próximos meses.