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Austria, testigo del auge populista en Europa

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Política

[OPINIÓN] Tras una segunda vuelta muy reñida, el candidato independiente Alexander Van der Bellen se ha convertido en el presidente de Austria, frente al candidato de extrema derecha. A pesar del resultado, los comicios son la prueba fehaciente de que el populismo aumenta en Europa.

"Cuando era niño, aprendí que somos diferentes, pero que podemos convivir con respeto mutuo". Con estas palabras se expresaba Alexander Van der Bellen, el nuevo presidente austriaco, la tarde de su elección, el 23 de mayo del 2016. El antiguo líder de los Verdes, el partido ecologista Die Grünen, se impuso finalmente al candidato del Partido de la Libertad de Austria, el Freiheitliche Partei Österreichs (FPÖ), en un escrutinio cuyo resultado fue incierto hasta el final (solo 31 000 votos de diferencia tras recibir los votos por correo).

La Unión Europea puede respirar tranquila, Austria no tendrá un jefe de estado de extrema derecha. Aunque este hubiese tenido ciertas restricciones de poder, la elección de un presidente populista habría tenido un verdadero impacto simbólico.

Si bien el resultado supone un alivio, no hay que olvidar que el candidato del FPÖ, Norbert Hofer, consiguió más de un tercio de los votos en la primera vuelta, así como el 49.7% en la segunda. Un panorama político que refleja la situación europea actual: el constante ascenso del populismo, que tiende a imponerse en la escena política.

La extrema derecha ocupa un lugar central en varios países europeos 

Mientras la Unión Europea y la mayoría de sus estados miembros tienen que hacer frente a una crisis económica y a una crisis migratoria sin precedente, los partidos de extrema derecha, euroescépticos y contra la immigración, han sabido hacerse un hueco en los diferentes escenarios políticos nacionales.

Para entender realmente este fenómeno, basta con echar un vistazo a las elecciones europeas del 2014. De los Vientiocho, cuatro de ellos colocaron un partido euroescéptico en los primeros puestos: Francia con el 'Frente Nacional' (Front National-FN)Reino Unido con el 'Partido por la independencia de Reino Unido' (UK Independence Party-UKIP); Bélgica con la 'Nueva Alianza flamenca' (Nieuw-Vlaamse Alliantie -NVA) y Dinamarca con el 'Partido del pueblo danés' (Danish People's Party-DF). Cuando se es consciente del peso político y simbólico que eso tiene, especialmente en Reino Unido y Francia, esos resultados no son en absoluto insignificantes.

En otros países europeos, los partidos euroescépticos y de extrema derecha obtuvieron también buenos resultados en 2014. Basta acordarse de los Países Bajos, donde el 'Partido por la libertad' (Partij voor de Vrijheid -PVV) quedó segundo; Finlandia, donde 'Los verdaderos finlandeses' (Perussuomalaiset -PS) obtuvieron el tercer lugar, o incluso Hungría, donde el 'Movimiento por una Hungría Mejor' (Jobbik) obtuvo el segundo mejor resultado, después de la 'Unión cívica húngara' (Fidesz).

Aunque esta tendencia es ya habitual en las elecciones nacionales de diferentes países, el ejemplo austriaco es especialmente llamativo en cuanto que el candidato de extrema derecha obtuvo en primera vuelta el 36.4% de los votos, muy por delante de los otros candidatos, convirtiendo al FPÖ en el indiscutible primer partido del país. Alemania tampoco se salva de este ascenso del nacionalismo: 'Alternativa para Alemania' (AFD) obtuvo el 24% de los votos en las elecciones regionales en el estado federado de Sajonia-Anhalt en marzo pasado.

Aunque en los dos casos anteriores, los partidos de extrema derecha no forman parte de la coalición gubernamental y su papel es bastante reducido, esa no es la norma en toda Europa. En Finlandia, el PS, segundo en las elecciones legislativas de abril del 2015, forma parte de la coalición gubernamental. El ministro de Exteriores, Timo Soini, es miembro de esta formación política.

De momento, por razones históricas, culturales y sociales, en algunos países no se está dando ese ascenso extremista. Es el caso de España, donde los partidos populistas son casi inexistentes y obtuvieron resultados insignificantes en las últimas elecciones generales de diciembre de 2015 (menos del 0.05%). Lo mismo ocurre en Portugal e Irlanda, donde la política es todavía cosa de los partidos "tradicionales".

Gobiernos con acento nacionalista y conservador

No hay que olvidar que, además de todos estos países donde la extrema derecha se ha hecho un hueco, cada vez más gobiernos, sobre todo de aquellos países que entraron en la UE en 2004, se caracterizan por su conservadurismo a la vez que basculan hacia la derecha y comiencen a flirtear con ciertas retóricas populistas. 

Uno de los mejores ejemplos es Viktor Orbán, primer ministro húngaro que da mucho que hablar por sus declaraciones contra la UE, en especial sobre la política migratoria

De igual forma, se puede coger el ejemplo del primer ministro eslovaco, Robert Fico, aunque este es de izquierdas; o incluso fijarse en los acontecimientos políticos de Polonia, con la llegada al poder del 'Partido de derecha y justicia' (Prawo i Sprawiedliwosca-PiS) en octubre del 2015

No hay que echar las campanas al vuelo. Aunque la victoria de la extrema derecha sea en sí un acontecimiento a tener en cuenta, si se analizan los resultados de la primera vuelta, es necesario preguntarse por qué cada vez hay más personas que abrazan las ideas del FPÖ.

Habrá que observar con atención las próximas citas europeas, como el referéndum sobre el 'Brexit', o las elecciones presidenciales francesas en 2017. A día de hoy, las encuestas predicen un alto porcentaje de votos a favor de los partidos populistas, y en algunos casos incluso su victoria. 

Translated from L’Autriche, témoin de la montée du populisme en Europe