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Atasco en el Parlamento Europeo

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Default profile picture kay ritchie

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Default profile picture juan luis sánchez

Tras la ampliación, el creciente número de personal en el Parlamento está haciendo reventar las costuras de la capacidad del edificio.

Muchos han sido los que han mostrado su preocupación respecto a los efectos de la ampliación en el funcionamiento de la Unión Europea. Algunos temen que la ampliación haya impedido una mayor integración dentro de la Unión, mientras que otros se preocupan por los efectos que la libre circulación de personas pueda tener en materia de empleo. Sin embargo, hay otra cara de este debate de la Europa de los 25 que ha pasado prácticamente desapercibida entre los ciudadanos. El influjo de eurodiputados, asesores, personal de oficina y traductores ha centrado la atención de debates políticos e institucionales, aunque no parece que se haya diseñado ningún plan logístico.

Ampliación a costa de transparencia

La proliferación de Estados miembro, idiomas, parlamentarios y personal en general desde la ampliación ha planteado problemas específicos en cada caso, no sólo respecto al funcionamiento de la UE como una organización, sino también en cuanto a la operatividad logística de la institución en sí misma. El hemiciclo de la sala de plenos ha sido ampliado, permitiendo así a todos los parlamentarios el acceso al sistema de traducción y a un asiento, pero muchos otros recursos siguen tal y como estaban. Esto tiene graves consecuencias en la transparencia del Parlamento, la única institución en la UE elegida de forma democrática, algo que en gran parte está siendo pasado por alto por la UE y que no encuentra contestación alguna por parte de la sociedad civil ni por los medios de comunicación que frecuentan el edificio.

Por ley, las reuniones de los comités parlamentarios están abiertas al público, permitiendo así a los ciudadanos de a pie seguir los debates que se mantienen sobre legislación. Pero, en realidad, ¿cómo de accesibles son esas reuniones en el parlamento ampliado de hoy? En teoría, el público puede reservar asientos con antelación y los miembros de grupos de presión pueden pasar cuando les plazca. Sin embargo, el número de asientos disponibles ha sido drásticamente reducido en tanto que el número de eurodiputados ha incrementado. Ahora es difícil coger sitio hasta para los asesores de los parlamentarios. Y si no hay sitio, no hay acceso al sistema de traducción, imposibilitando seguir los debates que se desarrollan en las 20 lenguas oficiales de la UE. Por tanto, justo cuando el número de ciudadanos que se supone que deberían poder seguir estos debates ha aumentado, la posibilidad de hacerlo se reduce. El Parlamento ha comenzado a proporcionar salas auxiliares con sistemas de traducción para algunos de los comités más polémicos. Pero, sencillamente, no hay medios para poder hacerlo con todos ellos.

Con el pueblo pero sin el pueblo

Cuando se va a visitar el Parlamento, ya sea con cita individual con un eurodiputado o en una visita en grupo al pleno, se encuentran múltiples obstáculos para ambos tipos de visitantes, algo que se extiende también para el personal del Parlamento. Los procedimientos de seguridad se han demostrado incapaces de hacer frente al creciente volumen de visitas, con largas colas tanto para recoger los pases como para los escáneres. La reacción ha sido restringir el acceso por la entrada principal, pidiendo a los visitantes que vayan a través de dos series de escáneres ¡antes de que puedan siquiera intentar coger sitio en una sala de comités! El servicio de visitantes del Parlamento, que organiza los tours, presentaciones y espacios para grupos grandes también carece de los recursos necesarios. No ha habido tampoco un incremento en el número de espacios disponibles ni un aumento de las galerías públicas en la cámara plenaria para satisfacer las necesidades de los visitantes.

En la preparación del camino que desembocó en la ampliación, se dedicó mucho tiempo a discutir cómo reformar la UE para garantizar que el armazón institucional ideado por los seis miembros fundadores pudiera readaptarse a las necesidades de los 25. El fracaso del Tratado de Niza para regular muchos de estos problemas llevó a la creación de la Convención Europea, autora del borrador del tratado constitucional europeo que ahora aguanta como puede el proceso de ratificación en toda Europa. Aún sigue vivo el debate sobre si la Constitución aborda las cuestiones del cambio global de contexto y el papel de la Unión dentro del mismo; el ejemplo de la reciente guerra en Irak mostró que los 25 Estados miembro tendrán dificultades para alcanzar acuerdos en muchas de las cuestiones que la Unión tendrá que afrontar. A pesar del capital político que muchos preeminentes políticos, en los ámbitos europeo y nacional, han invertido en el éxito de la constitución, ésta deja muchas cuestiones sin resolver. Y si los encargados de tomar decisiones no pueden mantener su propia casa en orden, ¿qué esperanza queda para la Europa unida?

Las obras en Bruselas son una historia interminable: el horizonte es un bosque de grúas, en el mejor de los casos. El solar del exterior del Parlamento es un recuerdo constante, para todos aquellos involucrados en las actividades de la Unión Europea, de que el proyecto europeo está aún en obras. Y también recuerda que las estructuras necesarias para garantizar una UE ampliada que opere con efectividad, transparencia y democracia aún no están en su sitio. Un fuerte argumento para luchar por la ratificación de la constitución, y para llevarse el bocadillo de casa y comer a pie de obra.

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Translated from Gridlock in the European Parliament