Arquitectura es femenino
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Las mujeres arquitectas sufren una invisibilidad social histórica. Crear redes basadas en el género puede concienciar de la desigualdad de género e impulsar el reconocimiento social de su propio trabajo.
Éste es uno de los objetivos de los proyectos que impulsa la asociación francesa ARVHA (Association por la Recherche sur la Ville et l’Habitat), anfitriona del encuentro de mujeres arquitectas del espacio euromediterráneo que se celebró en París a mediados de marzo de 2008.
Torre Marenostrum y Mercado Santa Catarina en Barcelona de Benedetta Tagliabue (Foto: ©SatiMB/flickr)
“El proyecto aspira a modificar la imagen de las mujeres como arquitectas, así como implicar a los medios de comunicación en la transformación de estereotipos sociales”, señala Catherine Guyot, presidenta de ARVHA. Eso sí, comenta que aunque en el Magreb las mujeres arquitectas tienen más dificultades en el ejercicio de su profesión debido a una mayor exigencia de dedicación al hogar, también en Europa son necesarias medidas que promuevan la igualdad de oportunidades en lo que a género se refiere. En 1998, ARVHA comenzaba a desarrollar el programa Now en la UE con ese preciso objetivo.
Buenas cifras para Portugal, Polonia, Finlandia, Grecia e Italia
El acceso de la mujer a las profesiones liberales ha mejorado mucho en las últimas décadas, pero aún existen contextos de desigualdad en cuanto al ejercicio profesional. Mientras que en la universidad y en las escuelas técnicas cada vez hay más mujeres como estudiantes, el porcentaje disminuye conforme nos acercamos a categorías laborales. Catherine Guyot nos cuenta que en Francia “la profesión es en esencia masculina, con un 85% de hombres y un 15% de mujeres arquitectas en 2004”. Sin embargo, en 1993 ellas constituían el 12,7% de los arquitectos galos. “La feminización de la profesión es un fenómeno lento pero progresivo”, asegura.
Siguiendo con las estadísticas que nos ha facilitado Guyot, Grecia, Finlandia, Italia y Portugal son algunos de los países europeos donde el porcentaje de mujeres arquitectas respecto al total ha sido más elevado. En Grecia, ya en 1993, ellas representaban el 38% de los arquitectos; en Finlandia e Italia el 25% (llegando al 38% y al 29% en 2004, respectivamente); y en Portugal el 24%. Polonia es el país del Este más avanzado en cuanto a la feminización de la profesión: las mujeres representaban ya en 1999 el 38% de los arquitectos nacionales.
Hay más arquitectas que ingenieras u operarias
Muchas mujeres arquitectas, sin embargo, dicen no sentirse discriminadas en la profesión. Es el caso de la española María Luisa Aguado. “La desigualdad de género se trata de una discriminación social, pero en ámbitos profesionales como la Arquitectura no veo que sea significativa” -comenta María Luisa-. “Yo no he tenido dificultades especiales para acceder a la profesión por el hecho de ser mujer. Somos reconocidas como personas cualificadas en el sentido técnico. Estoy de acuerdo con que aún resulta raro ver a una mujer trabajando en la construcción, pero más como operaria que como arquitecta o ingeniera.”
María Luisa Aguado tiene su currículo en la web de La Mujer Construye, uno de los proyectos que hay en España para visibilizar a las mujeres arquitectas. Nos cuenta, sin embargo, que su principal motivación para integrarse en este colectivo de mujeres arquitectas con visión de género fue la curiosidad. “Encontré la web de La Mujer Construye y les envié mi currículo”.
La arquitectura femenina existe
Como en otras disciplinas, la existencia de un carácter femenino aplicado al desarrollo de una actividad crea controversias incluso entre las propias mujeres arquitectas. Catherine Guyol destaca el sentido práctico de la mentalidad masculina de cara a la arquitectura, pero admite la existencia de una cierta sensibilidad detallista en las mujeres, derivada de la tradicional multiactividad del género femenino: la casa, los hijos, los mayores…
Ahora bien, más que en el propio diseño de edificios, las diferencias de género que subrayan algunas feministas se aprecian en el urbanismo. La española Marta Román, especializada en las relaciones entre espacio y género, señala que las ciudades están pensadas por y para los hombres y que este modelo urbanístico tradicional excluye tanto a mujeres como a personas dependientes, niños y ancianos. “El modelo de ciudadano es masculino”, comenta Marta Román, que considera que la práctica urbanística y arquitectónica (exteriores e interiores) de las mujeres puede contribuir a la igualdad de género en el uso del espacio.