Arianna Giorgia Bonazzi: las estrellas vistas desde Europa
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Joaquín Sarrión EsteveEncuentro con esta joven escritora italiana, que nos cuenta el recorrido que ha seguido hasta llegar a publicar su primera novela con 26 años: de la ciudad de Udine a la RAI de Milán, pasando por París y la escuela Holden de Alessandro Barico. Nuestra mirada acudió a las estrellas
Cuando escucho a Arianna Giorgia Bonazzi, tras haber leído su novela Les Adieux, su voz parece que suene como la de una niña. No importa si ya va camino de los 26 y si la cita es bajo el palacio Vittorio, sede de la RAI, en la calle Sempione, donde trabaja desde hace un tiempo: abre la boca para sacar un aliento juvenil que te describe las cosas que solo ella ve, las que los demás no. Pide una piadina (plato típico de la región de Emilia Romana) y me habla de ella.
"De pequeña quería ser científica"
En un día en que la lluvia hace de Milán una ciudad más sombría, se presenta con una chaqueta verde y una bufanda a la que no le falta ningún color del arcoíris. “Milán no es así de gris. ¿Sabes que en los antiguos canales de navegación de Milán hay un lugar lleno de ranas que cantan a todas horas?”, me dice. La mitad de las preguntas se me han ido de la cabeza.
“De pequeña quería ser científica, pero no para estudiar los planos inclinados, a mí me gustaba mirar las estrellas”. Arianna miraba las estrellas con un cuaderno a mano, para describir los diferentes lugares donde ha estado y donde ha vivido después: Udine, Milán, París, Turín y ahora, nuevamente, Milán. La cartografía de su vida incluye una parte de la ExYugoslavia, como es normal, puesto que nació y vivió sobre esta antigua frontera, la misma que desde hace pocos meses ha vuelto a cambiar. Todo esto ha dejado huella en su voz y en su pluma, dejando salir sonidos que se mantienen, como aquella pieza en escena en el teatro Eliseo de Roma. “Sobre el escenario” recuerda, “había una actriz que leía mi texto, una chica que pintaba libremente según lo que le inspiraba la lectura, un muchacho que tocaba mientras que yo cocinaba coles en una olla”.
Mirar el mundo de forma diferente
Arianna no hace juicios ni distinciones: busca las relaciones entre las cosas y las frases. Es lo que une las diversas etapas, ciudades europeas donde ha estado y de donde han surgido experiencias e historias. “Turín es un poco como París, pensándolo bien. He encontrado algunas sensaciones similares, en la vía Barbaroux en la capital piamonetesa o en un vagón en mi línea dos del metro parisino”.
En Turín ha vivido de una manera especial, ha frecuentado la Escuela Holden, proyecto nacido de la genial mente de Alessandro Baricco. Trata de definirla como “una especie de laboratorio para sentirnos mejor, para ver el mundo de una manera diferente”. Así, después de una carrera en Ciencias de la Comunicación y dos años en Holden, Arianna se vuelve a cuestionar las cosas, otra vez. Se matricula en Filosofía de la Ciencia, mientras trabaja. ¿Un gesto de coherencia para la muchacha que de pequeña quería ser científica? “Es un enfoque diferente, los números no me apasionan tanto”.
Extraño, para una que titula los capítulos de los libros con extrañas fórmulas matemáticas: "Todos", "Todos+uno", "Todos + uno - dos…". “Sí, pero, si escribes "Todos + 1 - 1" en matemáticas se puede simplificar con "Todos" y ya está. En cambio, yo quiero decir que antes fuimos "todos", entonces alguien viene y algún otro se va. Sencillamente, siempre se pierde algo”.
Una escritura de niña
Sin embargo, la suya es la escritura sencilla por excelencia: como la de su primer libro, aquel sobre una niña que simplifica totalmente el mundo hasta reducirlo a rasgos casi incomprensible. Es intraducible. “Como traductora, no creo que sea intraducible. Me gusta realizar personalmente mis eventuales traducciones en las lenguas que conozco. En las otras, creo que la vanidad de ser traducida supera el riesgo de la traición inherente a cada versión”.
¿Pero no tiene miedo, de desnudarse ante un público potencialmente mucho más amplio? “Es verdad, en el libro he escrito todo, o casi, pero la conciencia de que siempre hay una transfiguración me permite estar segura de no haberme expuesto demasiado”.
"Me quiero hacer a mí misma"
En su libro, hay cosas de ella, por supuesto, pero también hay mucho sobre sus profesores en la Holden. Profesores a los que llamaba con un término más propio de otros tiempos, y que se hace con un respeto profundísimo: "Maestro". Dentro, en la lista restringida, también hay sitio para Alessandro Barricco y una exprofesora del Liceo con la que la une una gran amistad. El maestro Baricco posee una convicción de la que le ha hecho partícipe: con 25 años, ha llegado el momento de llevar a cabo un proyecto. Lo que a menudo, para un escritor equivale a decir: "tener la idea de una novela". “Lo sé, es por esto por lo que quiero hacerme a mí misma”.
Luego se extiende en una sonrisa, saluda y se marcha por la calle Sempione, hacia el Palacio gris de donde salen las ondas electromagnéticas que llevan colores y sonidos a las casas de media Italia. Un bonito punto de observación para mirar las estrellas.
Translated from Arianna Giorgia Bonazzi: le stelle viste dall’Europa