Argemino Barro: "Trump ve la política exterior como una balanza contable"
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Este periodista español afincado en Nueva York ha publicado El candidato y la furia, publicado por La huerta grande, un ensayo que explica la victoria de Donald Trump, la creciente fragmentación del electorado estadounidense y la evolución de la política norteamericana. Barro habla con Cafébabel sobre la actualidad política de los Estados unidos.
cafébabel: Trump ha traído un estilo político nuevo a Estados Unidos, tras una campaña muy agresiva, ha mantenido el tono en sus primeros meses como presidente, ¿crees que seguirá con este mismo estilo toda la legislatura?
Argemino Barro: Creo que sí. Ha sido un candidato que se ha centrado mucho en un estilo de campaña. El Trump candidato tiene muchos puntos en común con el Trump presidente. Es el presidente peor valorado desde que se hacen encuestas hace cincuenta años, pero al mismo tiempo su base de apoyo es una roca, está por encima del 85% desde que empezó en política. La gente que le apoya es muy fiel. Ha hecho una campaña muy pragmática y es algo que mantiene como presidente. Se dirige a un electorado repartido por todo el interior del país, en regiones que han sido industriales. Mayoría blanca y clase obrera sin educación universitaria. Esta es la población que ha dado el poder y la que le puede mantener.
Los votantes progresistas están cada vez más concentrados en las ciudades y si tienes las regiones del interior, ganas. Trump tuvo casi tres millones de votos menos, pero ganó con una gran diferencia. Además, que The New York Times, CNN, Washington Post y prácticamente el resto de la prensa le siga criticando le refuerza. Los medios de comunicación tradicionales tienen el menor nivel de confianza de la población en la historia. Para mucha gente que el New York Times le critique todos los días es síntoma de que Trump está haciendo algo bien.
cafébabel: La sensación que daba en Europa es que era casi imposible que Trump ganase unas elecciónes, ¿cómo se explica la falta de relación entre nuestras previsiones y la realidad?
Argemino Barro: Hay una diferencia cada vez mayor entre las grandes ciudades y el interior. Por un lado personas con formación universitaria, que trabajan en sectores como la tecnología, finanzas, información. Gente que ha viajado, conoce otros idiomas y a personas de otros países. Luego, un electorado que se ha quedado un poco atrás, trabaja en la industria o las manufacturas, no tiene educación universitaria, no ha viajado fuera y tiene un conocimiento del mundo diferente. Hay un abismo de percepción creciente. El neoyorquino medio ve en Trump la personificación de todo lo que un cosmopolita detesta: es un hombre que hace comentarios xenófobos, es vulgar, desprecia la cultura, presume de no haber leído libros, de hacer dinero, de ser millonario y de haber estado liado con modelos.
Uno de los motivos por los que escribí el libro es intentar compensar esa visión de que Trump es un tonto ignorante que no sabe lo que dice y que ha ganado por casualidad. Detrás ha habido una estrategia extremadamente hábil. Es como una apisonadora y no solo ha ganado a la izquierda progresista o a los medios, también al propio partido republicano. A gente como John Mccain o los Bush. Ahora, los demócratas tienen que buscar una forma efectiva para contestar a Trump, que a lo mejor no tiene por qué ser esta oposición tan fuerte. Quizá sea una alternativa más constructiva.
cafébabel: En tu libro comparas el concepto griego de demagogo con el populismo actual. En Francia antes de las presidenciales existía el temor de haber trivializado a Marine Le Pen, ¿crees que ha ocurrido algo parecido con Trump?
Argemino Barro: Una vez se convierte en presidente, toda la pompa se normaliza. Al principio, mucha gente se indignaba cuando decía barbaridades como que muchos mexicanos eran violadores y venían a matar a gente. Al decirlo todos los días, todas las semanas, como candidato y como presidente, nos acostumbramos y esto tiene una ventaja para Trump. Cuando llegue el día en el que haya un escándalo todavía mayor, por ejemplo, en el tema de Rusia. Si alguna vez alguien prueba que Trump está a sueldo o ha recibido pagos del Kremlin, mucha gente dirá: vale y qué, llevamos ya seis meses o un año con escándalos todos los días. Está probado que la mente humana no puede continuar desmontando mentiras y la posverdad hasta el infinito, llega un momento en el que te cansas, bajas tus defensas y cualquier información que te llegue la aceptas.
Cafébabel: Trump ha atacado a diferentes colectivos como los musulmanes o los mexicanos, ¿cabe la posibilidad de que se radicalice más?
Argemino Barro: Es difícil predecir el futuro, pero creo que es una combinación. En su gabinete hay gente pragmática, más moderada y también más radical. Lo que ha hecho Trump, como otros tantos gobernantes, es combinar ambos factores. La política exterior está en manos de los generales, gente con una reputación muy formada. El consejero de seguridad nacional McMaster, el secretario de defensa James Mattis son personas muy respetadas en Washington y la política exterior está en manos del establishment militar, pero luego la prohibición de viajar a personas de siete países de mayoría musulmana y que ha sido bloqueada por la justicia es una muestra de la parte radical.
Lo más importante es la imagen. Importa en cualquier político, pero en el caso de Trump aún más. Por ejemplo, Trump viajó a Arabia Saudí hace un mes, vendió un acuerdo de venta de armas de 110.000 millones a los saudíes y todos los medios repitieron el titular. Pasan las semanas, expertos en defensa indagan y ven que esa venta nunca existió, que en realidad es una venta que hizo el gobierno de Obama en 2013, que fue una venta parcialmente cerrada, pero que todavía está siendo negociada, que se basa en cartas de intenciones, en compradores que se lo están pensando. Es una burbuja y Trump más que ningún otro presidente le da importancia a la imagen. Él lo llama la hipérbole veraz: es más importante la percepción que la realidad. Hay que tener mucho cuidado cuando Trump vende sus éxitos, porque pueden estar basados en humo.
Cafébabel: En tu libro hablas de un Trump que ve la presidencia de los Estados Unidos como si fuese el consejero delegado de una gran empresa, ¿en este nuevo planteamiento de la política exterior puede cambiar la relación con Europa?
Argemino Barro: Todo apunta a que sí, aunque lo digo con mucha cautela. Angela Merkel, tras una reunión en la OTAN, dijo que Europa no puede contar con el amigo americano. Es una visión de política exterior transaccional, en lugar del rol de padre protector que castiga. Él lo que ve es una balanza contable, en la que un país debe tanto, otro debe tal cosa y lo que tiene que hacer Estados Unidos, como una empresa, es compensar. Si Europa u otros aliados de la OTAN están viviendo a expensas de Estados Unidos, tienen que dar algo a cambio. Por un lado es algo pragmático, Estados Unidos también tiene derecho a recibir algo a cambio, pero también es una ruptura total con la política exterior de los últimos sesenta años. Si este padre protector se retira qué va a pasar: ¿más incertidumbre?, todo apunta en esa dirección.
Cafébabel: ¿Cómo lleváis la presidencia de Trump los europeos que estáis en Estados Unidos?
Argemino Barro: El sentimiento es radicalmente anti Trump. Trump no ganó en ninguna ciudad de más de un millón de habitantes. Esto explica de una forma nítida el rechazo de las personas que tienden a ser profesionales volcadas en el exterior. Los europeos que están en EEUU, por lo general, ha venido con visas y trabajos estables. La gran mayoría tiene una opinión hipernegativa, porque ve que es un hombre que patrocina el America First, que quiere restringir las visas, que posibilemente dificulte el venir a trabajar y no es plato de buen gusto para ningún extranjero que vive en EEUU.
Cafébabel: Por un lado, Trump se muestra reacio a mantener una relación de cercanía con Europa, pero, por otro lado, vemos que hay muchas similitudes con otros movimientos políticos europeos, ¿pueden vivir los populismos sin otros populismos?
Argemino Barro: Todos los populismos han surgido de manera espontánea y a la vez, porque todos estos países, tanto en Europa como en Estados Unidos, han sido objeto de un fenómeno idéntico: la crisis financiera. Cada país con sus matices, pero al final lo que ves es una transformación de la sociedad a través de la tecnología y la globalización, donde conviven personas con un trabajo relacionado con las tecnologías, información y otras que vivían de una economía más anticuada e industrial, que se ha ido deslocalizando a otros países y que se quedan sin ese arraigo.
Es en esta bola de frustración e incertidumbre es donde los populismos tiene su granero de votos. Tampoco son sectores que han descendido a la miseria, pero el retroceso ha sido suficiente como para que se den cuenta de que a lo mejor la prosperidad del futuro de ellos y de sus hijos no está garantizado. Esto ha creado una ansiedad que puede llevar a la búsqueda de un pasado mitificado. De hecho, el eslogan de Trump es Make America Great Again, ¿cuándo fue América grande? en los años sesenta, en la edad dorada del capitalismo. Él juega con esos sueños para volver a un pasado que no sabe cómo va a definir, porque volver a esa época de oro técnicamente parece imposible.
Cafébabel: ¿Como extranjero de habla hispana te has sentido incómodo en algún momento?
Argemino Barro. Yo, personalmente, no, porque soy hispano, pero también soy europeo. Hay una encuesta reciente que muestra que las personas que viven en el interior, en pequeñas ciudades o condados están tres veces más preocupadas por la inmigración que las personas que viven en grandes ciudades. Lo curioso es que las personas que viven en pequeños condados tienden a estar menos en contacto con la inmigración porque muchos mexicanos, por poner un ejemplo, van a Los Ángeles, a grandes ciudades a buscar un empleo en hostelería. Se vive esa paradoja: tienes miedo de los inmigrantes, pero no conoces a ninguno y cuando lo haces no hay ningún problema. Mucha gente tiende a identificar a Trump con el racismo y es cierto que hay una identificación por sus declaraciones obviamente xenófobas o por el apoyo de la extrema derecha, pero no creo que sea el factor principal por el que ha ganado, sino más bien la ansiedad económica y el soñar con la vuelta a un pasado industrial, estable, próspero y que ahora se ha vuelto casi mítico.
Cafébabel: Entre la juventud el apoyo a Trump ha sido muy minoritario, ¿cómo afrontan los jovenes la victoria de Trump?
Argemino Barro: Hay mucha ansiedad y el problema es de ambos lados del espectro político. Tendemos a vivir en burbujas, por la fragmentación de la comunicación o por razones demográficas. Muchos jóvenes creen que EEUU va directo al apocalipsis con este loco que ha tomado el poder. Ha habido mucha movilización los primeros meses de campaña y la cuestión es hasta qué punto va a continuar. Es cierto que hay un sector de izquierdas en el partido demócrata que fue representado por Sanders y que ahora tiene líderes emergentes que canalizan esta energía de la juventud. Lo que es seguro es que Trump ha generado un enorme interés político, tanto a favor como en contra. Este país que está tan polarizado vive una ola de energía política que también estimula el debate, lo cual en mi opinión es bueno.
Cafébabel: Al final, en Estados Unidos hay estados que siempre han votado a los republicanos y otros a los demócratas. Unos pocos estados son los que deciden las elecciones, ¿hubiera sido posible que una alternativa de izquierdas triunfara en ellos?
Argemino Barro: Podría ser, pero es difícil saberlo. Lo que ha ocurrido, como en otros países, es una polarización. Si tienes a Trump como el líder de la derecha populista, Sanders es el adalid de la izquierda populista, algo parecido a Podemos en España o Syriza en Grecia. ¿Podría ganar una alternativa más de izquierdas? Posiblemente, Sanders tuvo más votos de la juventud en las primarias que Clinton y Trump juntos. Tenía ese encanto antistablishment que también tiene Trump. Tenía ese tirón en la izquierda y la clase obrera blanca, como Trump. Es como una especie de antítesis que a lo mejor le hubiera ido bien en los Estados que dieron la victoria a Trump, como Ohio, Pensilvania, Virginia Occidental, Carolina del Norte, etc. No es descabellado pensar que una alternativa más a la izquierda hubiera funcionado mejor que una opción tan moderada, tan vista y tan del sistema como Hillary.
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