Aquellos maravillosos años: Hablamos con los creadores de 'Yo fui a EGB'
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Sacamos a la pizarra a Javier Ikaz y Jorge Díaz, creadores del célebre blog Yo fui a EGB. Con ellos conversamos sobre las claves de su éxito, los mejores recuerdos de su infancia, quiénes son sus compañeros de EGB y sobre su nuevo libro, Yo fui a EGB 2, que sale a la venta hoy, 6 de noviembre. ¡Javier y Jorge, al encerado!
Los caramelos Chimos, el añorado (y no menos inquietante) Tulicrem, las maquinitas de marcianos y hasta las zapatillas Victoria. Todo cabe en la rejilla del pupitre de Yo Fui a EGB, la clase más numerosa que jamás haya llenado las aulas de España y que vio la luz, casi por azar, hace un par de años de la mano de Javier Ikaz y Jorge Díaz, los primeros de la clase. Según aseguran, no se consideran nostálgicos porque "no existen nostalgias como las de antes", si bien Yo fui a EGB consigue emocionar cada día a cientos de miles de compañeros de clase, que cada día viajan en el tiempo para descubrir qué fue de Angela Landsbury, la perspicaz protagonista de Se ha escrito un crimen o para recordar qué juguetes eran los más populares de las navidades de nuestros años dorados.
Casi 1 millón de compañeros de clase
Yo fui a EGB nació como una página de Facebook y a día de hoy cuenta con 808.047 seguidores. Para que os hagáis una idea del éxito de la iniciativa de Ikaz y Díaz, cuando desde Cafébabel nos pusimos en contacto con ellos, a principios de octubre, la página contaba "casi con 800.000 compañeros de clase", como llaman ellos a los fans de Facebook. Ahora, un mes después, ya ha superado esa barrera (que según declararon los autores, tenían intención de celebrar) en 8.000 compañeros. Todo el mundo quiere ir a este colegio; Javier y Jorge han conseguido lo que toda seño sesuda de la EGB hubiera querido: que los alumnos se mataran por salir al encerado y aportar un poco en el desarrollo de la clase. "Administrando la página somos dos, pero la inspiración y las ideas vienen de todas partes. Siempre hay algún amigo que ve algo, se acuerda de ti y hace una foto o te comenta algo que le gustó de pequeño", comentan los creadores. "La enorme comunidad nos manda mensajes a diario con sus recuerdos, nos envían fotos de los juguetes que han encontrado haciendo limpieza... ese gesto nos emociona y estamos realmente agradecidos", añaden. Así, entre toda la comunidad de EGB, van alimentando una página de Facebook y un blog que ya ha dado para quince ediciones de un libro y el lanzamiento de un segundo, Yo fui a EGB 2 (como aquellas series de películas de los ochenta y de los noventa que tanto nos engancharon), que sale a la venta este 6 de noviembre. Además, el proyecto les ha reportado más de un premio: dos del certamen Bitácoras; y otros dos los Premios 20blogs. A pesar de los reconocimientos, los creadores (Javier, un cinéfilo empedernido que se licenció en Informática y Jorge, un creativo bastante patoso en gimnasia) se confiesan soprendidos por el éxito de su iniciativa y mantienen que seguirán "trabajando lo mejor que podemos", aunque rechazan sacar la bola de cristal: "nunca se sabe de antemano si algo va a funcionar o no".
Somos cotillas... y nos encanta recordar
Aunque sus autores ironicen, lo que ha hecho de Yo fui a EGB un fenómeno en España ha sido, precisamente, la nostalgia. Ikaz y Díaz han conseguido conectar, a través de Internet, con la generación que creció jugando mundialitos en la glorieta del barrio y que conoció el milagro de la red en su adolescencia temprana. La generación que se pasaba el Supermario en disquetes de 3.5, que vio morir a Chanquete y la primera que usó el Messenger para ligar. Yo fui a EGB ha logrado unir tanto a miembros de la Generación X como de la Generación Y en un espacio en el que prácticamente todo se idealiza: desde los monólogos de Martes y 13 hasta la mortadela de aceitunas. Porque todo evoca una época que ya no volverá. "El público es bastante amplio, nos alegra leer comentarios de gente que nos sigue y que no fue a EGB, ya sea mayor o menor", explican Javier y Jorge. Cada día, la cifra de seguidores sigue subiendo, y es que resulta complicado resistirse a la estrategia de estos maestros del Social Media: ¿quién no querría saber qué fue de la chica del anuncio de Busco a Jacq's? ¿O qué aspecto tienen los componentes de Parchís, esos niños que se quedaron grabados en nuestra retina bailando a coro pero que ahora ya rozan los cuarenta? "No hay una ciencia exacta de las cosas que más gustan, pero es cierto que en general gusta cundo hablamos de chucherías, como los helados o los chicles, y hay cierto placer en ver el aspecto actual de los famosos de la época", explican los delegados de curso. Voilà! Ahí tenéis el secreto: somos cotillas. Es un hecho. Es así. Los españolitos somos cotillas. Nos encanta enterarnos de la vida del vecino, y eso Javier y Jorge lo deben saber bien, porque ahí nos tenéis (me cuento entre el alumnado): casi un millón de personas pendientes de qué cantante, actor o ídolo de nuestra juventud será el próximo en salir a la palestra. Si se les pregunta cuál es su mejor recuerdo de la EGB, se ponen de acuerdo en que lo que más añoran es "el momento en que llegabas al pueblo el primer día de verano". Pero ¿han cambiado los niños en este tiempo? ¿Son diferentes los alumnos de la EGB de los de la LOGSE o la LOMCE? "Existen diferencias por la época en que viven" -responden Díaz e Ikaz - "pero, afortunadamente, los niños, niños son. Si en nuestra época hubiésemos tenido toda la tecnología y adelantos que tienen los niños de ahora, nuestros hábitos no hubiesen sido tan diferentes", apuntan.
Para los que crecimos sin Internet, esto y las imágenes borrosas del Canal+ codificado era lo más parecido a algo erótico que podíamos tener.
¿Emoción virtual?
Yo fui a EGB ha permitido a jóvenes y no tan jóvenes de toda España reencontrarse con esas tardes de juegos, con el pilla-pilla, el tula y el Sambori, con el Bollicao y los bocatas de pan y chocolate, con D'Artacán y con la cancioncilla de Willy Fog. Gran parte del público está en la treintena: hombres y mujeres que crecieron en los ochenta, se enamoraron por primera vez en los noventa y que ahora, ya en el siglo XXI, están viendo nacer a sus hijos, como es el caso de Javier. "El mejor año ha sido el 2014, porque el libro está funcionando muy bien pero, sobre todo, porque en febrero nació mi hija Paula". Quién sabe si a través de ella podrá revivir todos esos momentos y recuperar, como él y Jorge declararon, "la mirada inocente del niño, esa que se va perdiendo con los años, esa ingenuidad que provoca la falta de experiencia". Esa inocencia de los niños es lo que ellos traerían al presente, si pudieran, de sus años de EGB, según dijeron a Cafébabel. Quizá sea solo realidad virtual o un producto de mi imaginación, pero Yo fui a EGB ha conseguido devolverme la sonrisa de aquellos años. Y como a mí, imagino, a muchos compañeros de clase. Si no, ¿cómo se explica que en lo que he tardado en escribir estas líneas, su espacio en Facebook haya pasado a tener 808.200 seguidores? Progresa adecuadamente.