Ángel Parra: “sólo puedo cantar la historia de mi pueblo”
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El músico chileno, afincado en París desde hace 35 años e hijo de la mítica Violeta Parra, ofreció un concierto en Bruselas como antesala a su nueva gira por Chile.
Estamos en el teatro Lumen, en Bruselas. Tras dos íntimas horas embarcado en las canciones de Violeta Parra -fundadora del folclore chileno-, el público despide a su hijo, Ángel Parra, con cuya voz y guitarra ha logrado una vez más arrancar a los asistentes del presente para empujarlos hacia una catarsis repleta de nostalgia y celebraciones. Es el mes de septiembre, “un mes potente para los chilenos”, subraya Parra. El mes en que en 1810 declaró la independencia respecto de España, el mes en el que Allende llegó al poder en 1970 y en el que el poder lo desalojó en 1973.
Exilios enriquecedores
Tras Manos en la nuca, en la que narra con mucho humor su dramática experiencia durante los primeros días después del Golpe de Estado de Pinochet en 1973, corrige ya su cuarta novela, que saldrá en noviembre. “Me sirve para contar la Historia: ¿qué Historia puedo contar yo si no es la historia de mi pueblo?”.
Fue la vinculación política de Ángel Parra con los izquierdistas de la Unidad Popular de Salvador Allende por la que fue detenido en 1973, tras el Golpe de Estado de Pinochet, en el Estadio Nacional y el campo de concentración en Chacabuco. En 1974 se exilió a México, para instalarse definitivamente en París en 1976. “Para poder vivir el presente uno tiene que saber de dónde viene. La Historia tiene un peso importante en nosotros. Cuando uno sale vivo de todas estas experiencias, puede considerarse un privilegiado y un recién nacido”, aclara al hablar de su relación artística con el pasado.
Como tantos otros, Ángel Parra se encontró en el exilio. “La experiencia del exilio es dolorosa porque es una obligación, porque te empujan hacia un abismo y tú no sabes lo que te va a suceder; es lo que le pasó a miles de personas. Es un campo desconocido, un precipicio y hay que agarrarse a lo que sea. Para nosotros ha sido fundamental el recibimiento de los indígenas europeos, como yo les llamo, muy abiertos a la cultura latinoamericana.”
“De todos modos, mi caso es excepcional, porque me integro muy fácilmente en cualquier parte, pero yo trato de no hablar en mi nombre, sino en el del 1.200.000 chilenos que tuvieron que salir del país”, se refiere al reflexionar sobre la incompleta integración de los chilenos en el extranjero. “Mucha gente se instaló con la maleta lista debajo de la cama pensando en regresar a Chile en cuestión de días. Sin embargo, han pasado 35 años y hay gente que no ha vuelto nunca ni lo hará”. Esa ansiedad por volver a Chile complicó la vida de los exiliados: “No aprendieron el idioma local, no se integraron, trabajaron sólo para subsistir”.
Un cartero improvisado de un Chile aún desigual
Ángel Parra tiene prevista ahora una nueva gira por Chile. “Mi vida es de saltimbanqui. Como los gitanos, viajo con mi carpa a la espalda.” En ese ir y venir, hace honor a su nombre, Ángel, el mensajero. “Yo hago un poco el trabajo de cartero: llevo y traigo noticias. Cuando voy a Chile me encuentro con gente que estuvo exiliada en Berlín, en Bruselas o en París y me preguntan cómo está la gente que aún vive en Europa. Y a la inversa, cuando regreso a Europa, me preguntan como está la gente en Chile. Mi trabajo es bonito, lleno de relaciones personales”.
Cuando le pregunto por la situación política actual en Chile, hace hincapié en la compleja situación que está viviendo su país. “Aunque la democracia llegó hace 17 años, el capital en Chile está concentrado en el 10% de la población y hay 2 millones de personas que viven en la extrema pobreza”. Ante esta situación, Ángel Parra no se queda de brazos cruzados. “En mi modesto rol como militante comunista, hago lo que puedo estando allá, abro la boca cuando puedo, porque por mucho que los compañeros socialistas y democristianos estén en el poder, se han acostumbrado al poder. Están acostumbrados a los coches grandes con vídrios negros, a las secretarias, a toda una serie de infraestructuras, y se han olvidado de por qué están ahí, de cuál es el rol que deben cumplir”, lamenta Parra quien, no obstante, considera muy positivo que sea una mujer [Michelle Bacehelet] la Presidenta de Chile y espera que en los dos años que le quedan de gobierno cambie muchas cosas.
Portadores de una herencia
Junto con su hermana Isabel y la Fundación Violeta Parra, Ángel se ha propuesto celebrar los 90 años de su madre desde el 4 de octubre de 2007 hasta el mismo día de 2008. Será todo un año de festejos en diferentes partes del mundo. Le pregunto a Parra si se considera heredero de la variada obra artística de su madre: “No sólo mi hermana y yo, sino también la gente de mi generación; no sólo los chilenos, también los argentinos, los peruanos o los bolivianos son herederos de la obra de la Violeta, todos los latinoamericanos”, insiste recordando la idea bolivariana de América del Sur. Ante la vasta obra de su madre, Parra se ha llegado a preguntar si merece la pena seguir componiendo canciones. “¡Es tan vasto y tan fuerte y de tanta calidad el repertorio de Violeta Parra que dejó como herencia! Más de 300 canciones sin contar las inéditas.”