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Amores a la francesa

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El mito del “amante francés” ha dejado huellas también en las lenguas extranjeras. El verbo frencher (“besar a la francesa”) es una muestra de ello en el francés hablado en Quebec. No choca, pues, encontrarse con numerosas palabras francesas, inocentes en apariencia, cargadas de turbias connotaciones en otros idiomas. Así, en inglés, un rendez-vous suscitará una miradita maliciosa en los ojos de vuestro interlocutor. Tanto monta decir que la cuestión no tiene nada que ver con el rutinario appointment que se tiene con el dentista. Aunque todo depende del tipo de relación que se disfrute con él.

Y es que por norma general, el adjetivo “francés”, expuesto al ámbito internacional, tiende a verse envuelto semánticamente en acrobacias tirando a picaruelas. Verbigracia, el French kiss británico designa un beso bien profundo, mezcla de jugos lingüísticos y un baile de microbios. Más contundente es la expresión española “hacer un francés” que describe cierta actividad que se practica con la boca…, una felación, vamos. En Alemania, es auf französich machen (“hacerlo a la francesa”) habla del amor pero en la postura del 69.

Del otro lado de la moneda, algunas palabras o expresiones de la lengua de Molière pierden su carga alusiva una vez pasadas las fronteras. En tierras germánicas, un baiser (“un beso”) es ni más ni menos que un dulce de merengue. En Québec, un cinq à sept es una cita que tiene lugar de las cinco a las siete, pero que no implica ninguna intimidad particular, en contra de la connotación que se le da en Francia de cita amorosa. La expresión grimper au rideau (algo así como “subirse a las cortinas”) –que en el país de los galos viene a significar un orgasmo como mandan los cánones- connota por aquellas tierras canadienses un enfado que no tiene nada de sexual.

Translated from Poignées d'amour