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“Amal” significa “esperanza”: cine euroárabe en 5 claves

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CulturaSociedad

El Festival Internacional de Cine Euroárabe Amal, referencia del audiovisual árabe en España y uno de sus mayores exponentes, ha continuado un año más —y ya son diez— generando curiosidad en el espectador y elevando este género, más desconocido por el gran público, a una esfera que no tiene nada que envidiar a la de los grandes estrenos de cine europeo.

Todas las películas presentadas en el concurso —un total de 31 dentro de la sección oficial— han reflejado a la perfección la situación actual de los países árabes en términos políticos, económicos y sociales: “una selección muy bella que refleja su deseo de libertad”, comentaba alguna voz entre los espectadores. Sin embargo, muchos coincidieron en afirmar que los documentales exhibidos no abordaban las situaciones políticas que han surgido en las naciones árabes en los últimos meses: una carencia que se justifica en la inexistencia de un periodo de posrevolución totalmente concluido, pues la lucha por el cambio todavía continúa.

Pese a ello, el festival Amal sigue ejerciendo una función importante en este aspecto gracias a su intento de reflejar lo que día a día está sucediendo en estos países. Las piezas que se presentaron no solo buscaban el público árabe, sino que también conectaron con la audiencia occidental. En todas ellas había rasgos de humor que hacían ver un pequeño reflejo de esperanza, así como una sociedad viva y llena de ilusión en ese renacer árabe. En este sentido, resulta necesario destacar las claves esenciales que sustentan cual pilares este festival: los cinco elementos que han permitido apreciar esta fiesta del cine como una verdadera celebración entre Europa y el mundo árabe.

1. El lugar: la esencia del teatro y la ciudad

Efectivamente, qué mejor lugar que el Teatro Principal de la capital gallega para la celebración de este festival. Un recinto cargado de historia y magia que aporta a las películas ese ambiente de cercanía y comodidad necesaria para involucrar al espectador en la sucesión de imágenes. Las viejas tablas y los bastidores del teatro ceden el paso a la superación y la lucha del pueblo árabe.

Durante una de las proyecciones del festival.

Asimismo, ante la ostentación y el lujo de las galas de entrega de premios de Hollywood, pequeños festivales como este demuestran que la verdadera esencia de la celebración reside en el contenido y en el ambiente de competitividad sana que en ella se crea. El hecho de que se celebrase en Santiago de Compostela, ciudad que ha experimentado toda una transformación cultural, ya es un argumento válido para marcar esta cita en el calendario.

2. La gran apuesta por el género documental

Muy pocos festivales dedican gran parte de su espacio y tiempo al documental. Quizá sea la propia esencia del cine árabe la que propicie este género, pero no por ello se abandona la ficción más tradicional: “La mayoría de las películas exhibidas están tomadas desde el punto de vista del humor y la creación de una corriente creativa”, apuntala el guionista pontevedrés Alfonso Pato. Apostar por la realidad más pura, sin adornos ni efectos especiales, anota un gran tanto a su favor y amplía las fronteras del cine, que aporta una visión complementaria a la dada por los medios de comunicación.

Fotograma del documental realizado por el director Mohamed El Wassifi.

3. El jurado: los grandes sufridores

Sí, sufridores pero en sentido positivo. Durante todo este año, el festival ha recibido gran cantidad de películas de toda índole y consideración: “La selección de las películas del festival es imposible que refleje todos los problemas de los países árabes, aunque sí se desprende un sentimiento de esperanza de todas ellas”, señala la actriz francomarroquina Sanâa Alaoui, quien presidió el jurado. La decisión final no fue fácil, pero lo que está claro es que el verdadero vencedor de esta ceremonia ha sido el cine árabe, que ha ganado en visibilidad.

Tras la deliberación del jurado, tuvo lugar la entrega de premios. Con esta ceremonia, el festival se daba por finalizado.

4. El apoyo de las nuevas tecnologías

¿Quién podía imaginar en los inicios del festival que se podría mantener un debate a tiempo real con Holanda? Las nuevas tecnologías han sido una pieza fundamental en la evolución de este evento y han permitido propiciar una mayor interacción entre el público y el equipo técnico de las películas presentadas a concurso. Preguntas y más cuestiones a través de un mismo canal y con el objetivo de disfrutar del cine árabe.

Internet estuvo presente tras las proyecciones con el fin de animar el debate posterior.

5. El público y sus ganas de debatir

Quizá la clave más importante. “Todas las películas del festival hay que verlas dentro de un contexto sociopolítico. El tema de la revolución árabe y la constitución de las nuevas democracias no está muy tratado”, manifestaba Tahar Houchi, director del Festival Internacional de Cine Oriental de Ginebra y miembro del jurado en Santiago. Sin un público entregado, la conversación acerca de las consecuencias de la primavera árabe no hubiera tenido lugar. Los argumentos y las reflexiones no cesaron durante los más de seis días que duró el festival.

La directora emiratí charló con los asistentes tras el visionado de su pieza “Hamama” (2010).

Posiblemente, si algo ha quedado claro es que ninguno de los presentes en el recinto se quedó con dudas acerca de las piezas audiovisuales que se mostraron una vez salieron del patio de butacas. Sorprende ver cómo una ciudad que se encuentra a miles kilómetros de distancia de los países representados en sus pantallas mantiene intacta la curiosidad y las ganas de ampliar su conocimiento ante lo desconocido.

Imágenes: portada y texto, © Festival Internacional de Cine Euroárabe Amal; fotograma, © Mohamed El Wassifi/Vimeo.