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Alcohol: Suecia se emborracha con su vecino

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Los suecos son famosos -por desgracia- por sus excesos con el alcohol. Desde el siglo pasado los distintos gobiernos intentan luchar contra este problema

Los suecos tienen una relación problemática con el alcohol: por una parte, según un estudio encargado por la Unión Europea, beben menos alcohol que, por ejemplo, los portugueses, (la mayoría de los suecos reconocía beber una vez por semana, o dos o tres veces al mes, mientras que el 47% de los portugueses admitían ingerir alcohol diariamente); por otra, la cantidad de alcohol consumida es muy diferente, mientras que el 69% de los portugueses entrevistados declaraba consumir una o dos copas, casi uno de cada tres suecos ingería por lo menos el doble; un 16% tomaba incluso más de 5 copas.

La diseñadora islandesa Sigga Heimis, afincada en Suecia desde 2001 y que previamente había trabajado durante 5 años en Milán, percibió la relación diferente que existía en Suecia con el alcohol: "En Italia el alcohol era parte de la cultura gastronómica y bebíamos vino porque era parte de la comida. En Suecia el alcohol es un tabú que no tiene cabida en la vida diaria". Cuando los suecos empiezan a beber, según Heimis, se desinhiben tanto que incluso un pequeño brindis en la oficina durante una pequeña celebración puede acabar en una gran borrachera.

El Systemet sueco

Desde el siglo pasado, los distintos gobiernos han tratado de regular la afición al alcohol de los suecos. El turista que visite Suecia se sorprenderá de encontrar en los supermercados normales únicamente cerveza con un contenido alcohólico de hasta un 3,5%, la llamada Lättöl. El que quiera bebidas más fuertes o simplemente un buen vino, debe acudir a una Systembolaget, tiendas de alcohol controladas por el Estado. Parecida a su equivalente noruega, Vinmonopolet, estas tiendas solo abren entre semana de 10 a 18 horas, y los sábados solo hasta la una de la tarde.

La política sueca sobre bebidas alcohólicas hunde sus raíces en el siglo XIX, cuando Suecia era uno de los países más pobres de Europa y la población encontraba consuelo en el aguardiente. Como reacción al enorme consumo de alcohol apareció un movimiento de abstinencia, que a principios del siglo XX contaba con 350.000 miembros y que impulsaba una prohibición absoluta en todo el reino sueco. El médico y concejal de Estocolmo, Ivan Bratt, sentó las bases del sistema actual, mediante la cual el Estado eliminaría las ganancias privadas de este comercio mediante su control. En su honor se bautizó a la nueva política como ‘Bratt-system’ y  se creó una cartilla de racionamiento, la llamada ‘motbok’, que en principio sólo se entregaba a hombres y mujeres solteras mayores de 25 años. Para obtenerla había que entregar todo tipo de datos privados.

Al final de la II Guerra Mundial, cuando este tipo de racionamiento se volvió muy impopular, el sistema Bratt fue abolido y el gobierno trató de limitar el consumo a través de elevados impuestos sobre las bebidas alcohólicas. La entrada de Suecia en la UE en 1995 tuvo importantes consecuencias también en relación con el alcohol: de acuerdo con el principio fundamental del libre tránsito de mercancías debían liberalizarse la importación, exportación, distribución y producción. A pesar de ello -o tal vez por la misma razón- la actitud por parte del Estado apenas se ha modificado: el acceso por Internet al Systemet, como se llama popularmente a las tiendas estatales, informa de manera exhaustiva sobre los riesgos del alcohol.(Akzidenz Grotesk /flickr)

Alcohólico turismo escandinavo

Sin embargo, tras una segunda mirada parece claro que los controles del Estado y la vocación didáctica del Systembolaget no resuelven el problema, sino que simplemente los trasladan -literalmente- al extranjero. Por ejemplo, a bordo del ferry que cubre el trayecto entre la ciudad danesa de Fredrikshavn y la sueca de Gotemburgo es imposible no encontrarse con suecos cargados de alcohol barato adquirido en Dinamarca volviendo con carritos rebosantes a casa. También Rügen es un destino popular entre los compradores suecos, dado que se puede llegar cómodamente en ferry y el vino de tetrabrik y el vodka es aún más barato que en Dinamarca; el alcohol es tan barato en Alemania que para el turista sueco cubre incluso los mayores costes del viaje. Los suecos no son los únicos que practican este tipo de turismo; les acompañan sus vecinos escandinavos: muchos daneses cruzan la frontera alemana a menudo para llenar el maletero del coche con alcohol, mientras que los noruegos, que tienen los impuestos sobre el alcohol más altos de toda Europa, viajan entre otros países a Suecia para aprovisionarse.

La idea de proteger a la población sueca de los peligros del alcohol mediante el Systembolaget y unos elevados impuestos seguramente estaba llena de buenas intenciones, pero como siempre, tener un buen propósito no garantiza buenos resultados. En cualquier caso, Sigga Heimis cree que la relación de los suecos con el alcohol cambiará: "Soy optimista y creo que los jóvenes suecos ven el alcohol cada vez menos como un tabú y pueden establecer una relación más relajada con el mismo. Eso no cambiará de hoy a mañana, pero con el paso del tiempo se impondrá en Suecia una cultura del alcohol más equilibrada."

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Translated from Alkohol: Schweden kauft Hochprozentiges beim Nachbarn