Adolfo Arrieta: “¿El milagro español? Una ilusión embustera”
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Marta LozanoCara a cara con el director homosexual español – aunque francés de adopción - en el Festival Gay, Lésbico y Transexual de Turín. A la espera de la celebración del Orgullo Gay en la capital del Piamonte, hablamos de arte, homosexualidad y revolución, entre Francia y España
Créditos finales, un murmullo sutil y luces que se encienden lentamente en la sala del cine Ambrosio, a pocos metros de la estación de Turín Porta Nuova. De la oscuridad surgen figuras contiguas, principalmente pequeños grupos de sexo homogéneo. Es el cuarto día del Festival GLBT, donde el acrónimo del título (enseguida revelamos el misterio: Gay Lésbico Bisexual y Transexual) resulta difícil de comprender hasta que no se lee el subtítulo, mucho más explícito: de Sodoma a Hollywood. En el aparcamiento privado del cine, que ofrece una vista inédita de Turín, siempre majestuosa, nos espera Adolfo Arrieta, director del género al que rinde homenaje la edición. A sus 67 años aún conserva la ligereza de manos y la voz de un chaval. Después de los obligados saludos, y escoltados por competentes empleados de la agencia de prensa, nos instalamos en el vestíbulo del Hotel Majestic. Cerveza para el entrevistado, spritz (típico licor veneciano) para el entrevistador; nos resulta más fácil escoger el idioma: toca francés españolizado.
París, donde todo es posible
El “gran farol” español y el París “donde todo es posible”. "¿Has visto esas caídas? ¡Eran terribles! ¡Terribles!” se lamenta Adolfo, haciendo alusión en la jerga técnica, de los problemas de la transformación analógica-digital de la transposición a cargo de la RAI de su película Tam-Tam, quizá su obra más famosa y apenas proyectada en la exhibición. Se le explica que es lo normal para los estándares italianos, y a continuación él comienza a hablar de España: “En Madrid, la situación es mucho peor. Mira, he hecho seis películas en Madrid”, mientras también ha rodado en París, y una vez en Lucca, lugar que adora, “es mi ciudad natal, pero es muy tediosa, está muy atrasada... No podría imaginar pasar allí mi vida”, resume. No es por casualidad que a los 25 años decidiera “exiliarse voluntariamente” a París, allí “donde todo era posible”. Eran finales de los años sesenta, y Adolfo recuerda bien el ambiente de esos tiempos, la sensación de que en un instante todo iba a cambiar: “Estaba en el Hotel des Pyrenées en mayo del 68. Con mis amigos de entonces, que después se convertirían en amigos para siempre, mirábamos por la ventana a la policía y las bombas. Pensábamos que en diez días se iba a arrasar todo pero, sin embargo, 40 años después, el mundo sigue girando en el mismo sentido..."; ríe amargamente Adolfo, que ya en el nombre lleva, como un estigma, el mal de su tiempo. Su recuerdo de España estará siempre envilecido por el régimen franquista: “Para mí, España es una ilusión, una ilusión embustera. Una invención de los medios. No ha habido ninguna superación, ningún milagro. Es una mierda, invivible para cualquiera que quiera hacer arte”. Un comentario extraño para un director homosexual que ha vivido bajo la presidencia de Sarkozy, y ahora se encuentra con Zapatero: “He vivido en la era analógica y en la digital, punto”, ríe aún Arrieta, marcando sus propios hitos en el mapa del siglo XX.
El Frente de liberación homosexual: nunca más como en París
En París, Arrieta fundó el Front Homosexuel de Liberation, de cuyas filas tomaba el director muchos candidatos para efectuar los castin de sus películas. ¿Pero donde fundaría su Frente hoy, si tuviese veinte años, el señor Arrieta? “No hay ninguna ciudad en Europa ahora mismo que esté a la altura de aquel París. Es más, podría afirmar que el París de aquellos años fue la última metrópoli europea. Ahora estamos en un periodo tranquilo, de calma”. Quizá no pueda decirse que sea muy tranquilo, con lo que está pasando con la crisis, le sugiero. Él continúa riendo: “Sí, pero eso ya se sabía. Ya en Tam-Tam hablaba del cataclismo que nos esperaba: el papel de los artistas consiste en abrir los ojos ante los terremotos en marcha. Sin embargo, son momentos de gran inspiración, para quien se dedica al arte". ¿Y dónde es posible entonces hacer arte aún en Europa? “Yo necesito silencio. Y no consigo encontrarlo en ninguna parte. Lo he encontrado quizá solo aquí, en Turín. El silencio de estas grandes calles: es la primera ciudad del mundo que siento tan silenciosa”. Quién sabe si tendrá la misma sensación el 16 de mayo, cuando las carrozas del Orgullo Gay enloquezcan las grandes calles de la capital sabauda. “No sé si podré acudir, pero será una experiencia maravillosa. La disfrutaré a lo grande en Madrid". Esperando quizá ser enviado a cualquier otro festival: “Puedo ir a cualquier sitio a exhibir mis películas: a cualquier sitio, menos a Cannes, por favor”. Porque a Arrieta se le escucha en silencio, lejos de las alfombras rojas de La Croisette. Poco importa donde: pero posiblemente en un tiempo que no sea el presente.
El autor y el fotógrafo son miembros del equipo de cafebabel.com enTurín.
Translated from Adolfo Arrieta: «Il miracolo spagnolo? Un’illusione bugiarda»