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Accidente en España: "Lo siento mucho, mamá"

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Fran­cis­co José Gar­zón Amo, el con­duc­tor del tren que des­ca­rri­ló en San­tia­go de Com­pos­te­la el 24 de julio de 2013 es res­pon­sa­ble, en parte, de la muer­te de al menos 78 per­son­as. Con 52 años, está de­te­ni­do de forma pre­ven­ti­va desde el jue­ves, ayer fue in­te­rro­ga­do por el juez y está acu­sa­do de "ho­mi­ci­dio im­pru­den­te".

A la es­pe­ra del re­sul­ta­do de las dos in­ves­ti­ga­cio­nes en curso, la ad­mi­nis­tra­ti­va y la ju­di­cial, nos hemos ima­gi­na­do cómo po­dría ser la carta que este ma­qui­nis­ta, con­si­de­ra­do un in­cons­cien­te, es­cri­bi­ría a su madre en­fer­ma, de la que él mismo se en­car­ga­ba.

Mamá,

Que­rría lla­mar­te, verte, con­tar­te, ex­pli­car­te, pero no tengo fuer­zas para ha­cer­lo. Ade­más, en un mo­men­to tan crí­ti­co, soy tan in­ge­nuo que pien­so que las pa­la­bras por carta tie­nen algo más de valor que las otras.

Esto no va bien, mamá. Lo sabes, todo el mundo lo sabe; pero yo que­ría de­cír­te­lo, tu hijo, que siem­pre ha que­ri­do que vivas un poco más de tiem­po. ¿Para qué ha ser­vi­do ha­ber­me ocu­pa­do de ti du­ran­te todos estos años, de­mos­trar­te que es­ta­ba ahí? Para echar­lo a per­der todo así, por una ton­te­ría. Sé que no quie­res creer­lo, que su­fres con lo que se cuen­ta, con lo que se dice de mí. Aquí me toman por un te­rro­ris­ta. Puedo com­pren­der­lo, pero me hacen mu­chí­si­mas pre­gun­tas, mamá, y no sé qué decir. ¿Cuál es el peor cas­ti­go para un hom­bre res­pon­sa­ble de un "ho­mi­ci­dio im­pru­den­te", como ellos dicen? Vivir. Ese es mi cas­ti­go. Por eso te es­cri­bo una carta, ¡cómo si te la tu­vie­ra que es­cri­bir!  

Sin duda, yo no en­con­tra­ría nunca las pa­la­bras ade­cua­das. Ni ahora ni nunca. Se­gu­ra­men­te re­ci­bi­rás esta carta des­pués de haber leído la no­ti­cia, o des­pués de que te lo hayan dicho y todo el mundo lo sepa. O, alo­me­jor, la lee­rás antes. Qué im­por­ta. Lo im­por­tante es que sepas que cuan­do se so­bre­vi­ve, aun­que lo co­rrec­to hu­bie­ra sido morir, se está muer­to un poco a pesar de todo. Por mucho que diga la gente, mi jui­cio no ser­vi­rá para nada. ¿Cómo se juzga a al­guien que no sabe lo que hizo? Solo diré que lo sient­to, que la cagué. Ante una tra­ge­dia se­me­jan­te, ¿qué ocu­rri­rá des­pués? Lo único que quie­ro que com­pren­das es que no hay nada que com­pren­der: iba rá­pi­do, de­ma­sia­do rá­pi­do, y co­me­tí una gran ton­te­ría. Solo que­ría de­cir­te que antes de esto in­ten­té siem­pre que es­tu­vie­ras bien, que es­tu­vie­ras or­gu­llo­sa de mí. El tren fue mi re­ga­lo. Sabía que es­ta­rías con­ten­ta, que el hecho de que el hijo de un fe­rro­via­rio lle­ga­se a ser con­duc­tor de uno de los tre­nes eu­ro­peos de alta ve­lo­ci­dad te gus­ta­ría. Por eso es­pe­ré pa­cien­te­men­te hasta en­con­trar mi sitio. Es­pe­ré mucho tiem­po: sien­do peón, luego asis­ten­te, vien­do mientras tanto a los demás hacer lo que yo siem­pre había so­ña­do. Trein­ta años en Renfe es duro, lo sabes, incluso para papá. Y ade­más, tenía la im­pre­sión de que esto me hacía im­por­tan­te. Cuan­do venía a verte a Mon­for­te, los com­pa­ñe­ros me mi­ra­ban y, bro­mean­do,­ me de­cían "eres el or­gu­llo de Ga­li­cia, mí­ra­nos, no­so­tros somos los de­sen­can­ta­dos de Es­pa­ña". Nos reía­mos y, luego, brin­da­ba con  esos gi­li­po­llas de Co­ru­ñe­ses.

Qui­zás por­que es­pe­ré tanto tiem­po para  con­se­guir­lo, a veces con­du­cía de­ma­sia­do rá­pi­do. No lo sé. Sé que no cree­rás a los que te cuen­ten que yo era un loco de la ve­lo­ci­dad. Lo que tie­nes que saber es que era feliz: en mi tren, sobre los rai­les, vo­lan­do como un jefe hacia mi des­tino, para ocu­par­me de ti y ver tu son­ri­sa so­ca­rro­na cuan­do te decía que, a veces, hacía al­gu­na tram­pa para lle­gar a tiem­po. Me di­je­ron mu­chas veces que fre­na­ra, como el día del ac­ci­den­te, pero en esos momentos pen­sa­ba en no­so­tros, en nues­tros pe­que­ños mo­men­tos pí­ca­ros que nos ha­cían sentir bien. Esto no es una ex­cu­sa, es una de­cla­ra­ción de amor a mi madre, a la que de­di­qué la mayor parte de mi vida. Y esa puta curva era to­da­vía un poco para tí, para que me mires, para que pon­gas la palma de tu mano en mi me­ji­lla y para que en­tor­nes los ojos. Una vez más.

En 52 años, no te lo he dicho mucho,

Te quie­ro, mamá.

Fran. 

Story by

Matthieu Amaré

Je viens du sud de la France. J'aime les traditions. Mon père a été traumatisé par Séville 82 contre les Allemands au foot. J'ai du mal avec les Anglais au rugby. J'adore le jambon-beurre. Je n'ai jamais fait Erasmus. Autant vous dire que c'était mal barré. Et pourtant, je suis rédacteur en chef du meilleur magazine sur l'Europe du monde.

Translated from Accident en Espagne : « je suis désolé, Maman »