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Abierto por vacaciones: Veraneo en casa, sí, pero rodeado de turistas

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Política

El verano ya está aquí y los guiris también. Un tranquilo y apacible pueblo se ha transformado en un lugar abarrotado de gente. Ha sufrido una metamorfosis y esto ya no es lo que era: deambulan por sus calles sombrillas, hamacas y esterillas andantes, los turistas van luciendo palmito (y palmote), hay coches por todas partes y la canción del verano suena día y noche

Vivir en un lugar de vacaciones tiene sus pros y sus contras y, para sobrevivir a los contras, se necesita entre otras cosas armarse de mucha, mucha paciencia. Paciencia cuando la velocidad máxima de todos y cada uno de los coches que están delante es de 20 kilómetros por hora, por no hablar de los vehículos que frenan en mitad de la calle por lo perdidos que están. Paciencia cuando en el súper se hace cola durante por lo menos 45 minutos y mucha, pero que mucha paciencia, cuando no hay forma de encontrar un sitio para aparcar.

Y si, además de eso, se trabaja en la susodicha zona turística, ¡apaga y vámonos! No sólo se necesita tolerancia sino salud, muy buenos alimentos, calma y tranquilidad porque el cerebro del turista también necesita unas vacaciones y en muchos casos decide tomárselas en pleno verano. Con las maletas hechas, el cerebro se toma unas cañitas y se echa la siestecita más larga de todo el año.

Esta es la única forma de justificar el empeño que ponen algunos visitantes en subirse “al barco que les lleve hasta la puerta del Castillo” (que se encuentra en lo alto de una montaña), la falta de orientación geográfica de algunos (“No, no señor, Barcelona está al norte, es decir, a la derecha, o sea, ‘para arriba’”. “Entonces si tiro a la izquierda llego a Barcelona, ¿verdad?”) o el amor por lo typical spanish de otros (“Sí, sí, queremos catar sangría, ¿hay alguna bodega por aquí?”).

Criaturas de verano: El típico turista

En un lugar como el que describimos hay de todo, por supuesto, pero lo que está claro es que los vecinos habituales, que disfrutan de tranquilidad durante el resto del año, necesitan muchas aptitudes para tratar con ‘El típico turista’. En efecto, dicha criatura es alguien que entra en una oficina de turismo y pide “información” cuando lo que quiere es saber dónde están los baños públicos; es alguien que destroza los nombres de urbanizaciones, hoteles o calles y se sorprende de que “¡ni siquiera el policía local sabe dónde está esto”! ‘El típico turista’ es alguien que va a un pueblecito de playa y da por sentado que habrá centro comercial, cines, Mango, Zara, H&M y, por supuesto, IKEA; y es alguien que entra como Pedro por su casa en los bancos, farmacias, centros de salud u oficinas con el bañador puesto (sólo con el bañador puesto), sin chanclas y chorreando “porque es verano y hace calor”. Se trata de alguien que se queja sin realmente saber porqué: “¡Yo reserve media pensión y aquí sólo me dan el desayuno y la comida!”. O alguien que se baña cuando ondea la bandera roja porque “está vacaciones”.

Lo dicho, paciencia, buenos alimentos y echarle a todo esto mucho, pero que mucho humor. ¿Quién dijo que el verano era para relajarse? Las vacaciones están muy bien para los que pueden disfrutarlas. Los demás asumen las consecuencias de vivir donde viven, presumen de ‘moreno albañil’ y esperan con ansias que se acabe el verano para poder disfrutar de unas merecidísimas vacaciones.

Imágenes: principal por ©Ana V. Francés/ Flickr/ a-grphcs.com; Barcelona ©opti mystic/ Flickr; sangría ©Isma Monfort/ Flickr