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A / A de los poderosos

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Sevilla

En Sevilla a 15 de Octubre de 2011. Distinguidos señores: Por medio de la presente, de la que ruego acuse, me dirijo a ustedes al objeto de poner en su conocimiento el estado de ánimo de sus clientes, los ciudadanos, el pueblo en general.

De un tiempo a esta parte, me temo, se les ha visto el as en la manga, y sus sufridos electores e hipotecados, se están dando cuenta de que el juego nunca fue justo. Lo han hecho muy bien, debo decirles, sobre todo desde la caída del Muro de Berlín, dando pan y circo, Mil Euros y fútbol a todas horas.

A base de exprimir a las bases, a quienes, en definitiva, sufragan vuestros lujos, habéis terminado por romper el pacto tácito en el que consiste nuestro sistema capitalista: Mientras os enriquecíais, y a cambio de algunas migajas de supuesto bienestar, nosotros mirábamos para otro lado, y todos contentos…

Pero como humanos que sois, aunque a veces no lo parezca, os ha podido la codicia desmedida y habéis despertado fuerzas de cuyo poder os habéis olvidado, a fuerza de vernos dormidos.

Para ilustrar lo que os digo, me gustaría traer a colación una anécdota histórica. El 11 de noviembre de 1974, Yassir Arafat compareció en la ONU y acuñó una disyuntiva en forma de metáfora: «Hoy vengo aquí con mi fusil de combatiente de la libertad en una mano y una rama de olivo en la otra. No dejéis que la rama caiga de mi mano”

Y por si no os habéis dado cuenta, el pueblo, los votantes, los que pagan las hipotecas, los créditos, los que consumen vuestros bienes, han comparecido en las calles el pasado 15 de Octubre, enarbolando la misma metáfora…Yo estuve allí, y vi la rama de olivo, pero también intuí la desbordante fuerza que tiene un pueblo cuando se sabe cargado de razones.

Atended a los precedentes, haced caso a los sesudos asesores que os rodean, y por qué no, contratad con nuestro dinero a una veintena de Catedráticos de Historia. Ellos os dirán lo que suele pasar cuando dos no es igual a uno más uno, y lo que suele acontecer cuando un pueblo indignado se despierta, y se deja caer su rama de olivo.

Quien os escribe, que todavía cree, aunque a duras penas, en el Estado, en la Ley, en los procedimientos y cauces de la democracia, os ruega que abráis los ojos, y no perdáis ni un minuto en tender la mano a la sociedad y rehabilitar el Pacto Social que vuestra codicia ha quebrado. En caso contrario, y perdonad la crudeza, la sociedad os echará la mano a vosotros.

Permitidme que me despida con un poco de humor negro, y os diga que en su tumba, Joseph Ignace Guillotin, célebre inventor, hoy se frota las manos ante vuestra ceguera.

Sin otro particular, y a la espera de vuestras noticias, se despide un ciudadano indignado, pero calmado.

De momento.

Joaquín Saravia

Foto: Ricardo Ruiz