5 razones para (retóricamente) odiarte, Europa
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La interpretación del calendario maya que conjetura el fin del mundo para el viernes 21 de diciembre de 2012 ya ha sido desmentida por la NASA. Sin embargo, por lo que pueda ocurrir, conviene otorgar el beneficio de la duda a aquellas mentes apocalípticas. A continuación, cinco críticas a Europa antes de que el mundo acabe —y por si acaso vuelve a empezar—.
1. Norte y sur
Los españoles han vivido “por encima de sus posibilidades”, sentenciaba hace unos meses Juergen B. Donges, quien fuera presidente del Consejo Alemán de Expertos Financieros. Este verano, Philipp Rösler, ministro germano de Economía, se mostraba escéptico e impaciente con la situación de Grecia, llegando a defender una salida del país heleno de la eurozona. Mario Monti, por su parte, perdía su tono paternal para acusar a España de subir la prima de riesgo en Italia. Escarnios y recriminaciones —algunos de ellos contestados— que recordaban a aquella Finlandia opuesta a rescatar a Portugal o a la BBC hablando de los PIGS o PIIGS (iniciales de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España): un acrónimo que se traduce en castellano como cerdos. La malparada economía europea —incluida la británica—, consecuencia de la ineptitud de unos pocos, no debería haber enfrentado a los pueblos de Europa.
2. Analfabetismo político
"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. […] No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales", enunciaba el dramaturgo alemán Bertolt Brecht. La pasividad política —deseada, en ocasiones, por los Gobiernos— de los ciudadanos europeos ha normalizado la corruptela en el continente. Mientras que en las recientes elecciones de Rumaníaun partido se atrevió con el lema “Te robaremos menos que ellos”, Grecia pasaba a ocupar el peor puesto dentro de la Unión en el índice de corrupción elaborado por Transparencia Internacional: la posición número 94 de 176 países. Otros estados europeos también se situaron por debajo del ecuador de esta clasificación: Moldavia (empatado con Grecia), Kosovo (105), Albania (113), Bielorrusia (123), Rusia (133) y Ucrania (144). A ello, hay que añadir la intención de Berlusconi de volver al ruedo político para “reformar la justicia” de la que tantas veces se ha mofado.
3. Precariedad
El hartazgo de quienes más han sufrido esta penosa coyuntura económica y política ha provocado manifestaciones por toda Europa. El pasado 14 de noviembre, se organizó por primera vez una huelga general simultánea en Portugal, España, Grecia, Chipre y Malta. La posterior represión policial demostró, de nuevo, el nerviosismo de las clases dirigentes. Motivos para manifestarse no faltan: no solo el desempleo en general, que ha alcanzado el 11,7% en la Unión, sino especialmente aquel que afecta a los más jóvenes, que ha subido hasta el 23,4%. A ello hay que sumarle el recorte en ayudas (la obligación de haber vivido y trabajado en Alemania durante tres meses para solicitar la Hartz IV —un subsidio para desempleados— o la imposición de permanecer seis meses en Francia antes de recibir cualquier subvención familiar o de alojamiento), el incremento de las tasas universitarias y el posible fin del programa Erasmus: uno de los pocos proyectos que verdaderamente han hecho Europa. ¿Y cuál ha sido la solución propuesta por los Gobiernos europeos? Contratos de aprendizaje leoninos, Service Civique, minijobs… De hecho, casi 800.000 jubilados alemanes necesitan de un miniempleo para completar sus míseras pensiones.
4. Hombre blanco heterosexual cristiano
La aversión al diferente parece no menguar en Europa. La homofobia ascendente no solo afecta a la Unión Europea, donde François Hollandeno puede contener su tartamudeo ante la presión conservadora, sino que va más allá: Rusia, donde la ciudad de San Petersburgoprohíbe la propaganda considerada gay, y Ucrania, donde el representante LGTBSvyatoslav Sheremetfue agredido públicamente. A ello, hay que añadir el auge de los discursos nacionalistas xenófobos —Marine Le Pen y Jean-François Copé en Francia, Amanecer Dorado en Grecia, la Lega Nord en Italia o los Verdaderos Finlandeses, entre otros— y los discursos de cariz racista de David Cameron respecto a los griegos o del expresidente Sarkozy, quien durante la campaña electoral no dudó en amenazar con suspender el espacio Schengen. Por su parte, el papel de la mujer dentro de las sociedades europeas parece no avanzar: además de cobrar menos, el enorme foco mediático sobre el ataque de Valérie Trierweiler hacia Ségolène Royal lanza la cuestión: ¿recibiría la misma atención —en cuantía y forma— una refriega similar entre dos hombres de la política?. Por otra parte, la muerte de una mujer a la que no le practicaron un aborto en Irlanda por ser “un país católico” prueba esa Europa cristiana tan deseada por Viktor Orbán.
5. Tu doble cara
No solo se trata de un continente a dos —o más— velocidades, sino que también, dentro de la Unión Europea, la hipocresía abunda. La misma organización supranacional que ha recibido recientemente el Nobel de la Paz ha ingresado 5.161,5 millones de euros del comercio de armas a África entre 2002 y 2010. Más de un millón de euros (1.204.660) procede de la venta en República Democrática del Congo: país que, además de poseer el índice de desarrollo humano más bajo del mundo, sufrió una represión interna de 1989 a 2009 y donde las violaciones de los derechos humanos han sido y son sistemáticas. La cantidad total del armamento exportado al antiguo Zaire le coloca en la posición número treinta de los países africanos que adquieren armas desde la Unión Europea. Así pues, ¿se merecía el Nobel de la Paz cuando no ha sabido regular la venta de muerte a África? “Bombing for peace is like fucking for virginity”, Europa.
Imágenes: portada, (cc) Walt Jabsco/Flickr; texto, (cc) Ondrej Kloucek/Flickr. Vídeos: Xikipedia/YouTube, ibelsat/YouTube, RussiaToday/YouTube y AllOutorg/YouTube.