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Internationaler Frauentag #8M: So habe ich den ersten  feministischen Streik in Spanien erlebt

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Default profile picture Janina Hedtke

Ich gebe zu, bisher war ich in meinem Leben noch nicht auf vielen Demos. Aber an diesem 8. März war alles anders. Ich musste den ersten feministischen Streik in Spanien einfach unterstützen. Die Liste der Gründe dafür ist lang.

"Steigen Sie hier aus, ich komme mit dem Bus nicht weiter", schreit der Fahrer der Linie 6 auf Höhe der Calle Delicias in Madrid. Alle folgen der Aufforderung und machen sich in dieselbe Richtung auf den Weg. In den Straßen sind mehr Leute unterwegs als sonst.  Der ein oder andere Mann ist dabei, aber die Mehrheit sind Frauen, viele von ihnen jung, und alle haben etwas Violettes dabei: ein Stirnband, einen Schal, einen Luftballon, violetten Lippenstift... Sie sind nicht zufällig unterwegs ins Zentrum, jetzt, wo es anscheinend gleich zu regnen beginnt. Sie sind hier, um sich der Demonstration zum 8. März für die Gleichberechtigung und das Ende der patriarchalischen Gesellschaft anzuschließen, die in ganz Spanien organisiert wird und mit der der feministische Streik von 24 Stunden endet, der im ganzen Land ausgerufen wurde. Bei anderen Gelegenheiten wurden nur partielle Streiks ausgerufen. Aber diesmal werden die spanischen Frauen, motiviert von der hohen Beteiligung bei der Mobilisierung 2017, ein Vorbild in Sachen Einheit, Stärke und Mut abgeben.

Auch wenn sie selbst das in diesem Augenblick noch nicht wissen.

Der internationale Kontext ist günstig. Feministische Bewegungen wie die internationalen #Metoo, #Time’sUp, die polnische #CzarnyProtests oder die argentinische #NiUnaMenos,  verleihen diesem Nachmittag Gewicht. Braucht es noch mehr Gründe? Durch die Straßen gehen und angemacht zu werden; dass man überheblich mit uns spricht, als ob wir minderbemittelt wären, wenn es um Themen geht, bei denen wir uns durchaus auskennen; dass viele Frauen aus verantwortungsvollen Posten in den Unternehmen verschwinden, wenn sie ein gewisses Alter erreicht haben, denn, klar, es muss sich ja jemand um die Kinder kümmern; auf Reisen gehen und, wenn etwas passiert, selber mit schuld zu sein, weil du es gewagt hast die Welt ganz alleine zu erkunden... 

"Weder Blumen, noch Pralinen, noch Rabatte: wir wollen Rechte"

Jedes Jahr begeht Spanien den Tag der berufstätigen Frau mit Cada año, España conmemora el Día de la Mujer Trabajadora con concentraciones y eventos protesta, se entregan flores y se usa el día como excusa para hablar y publicar sobre las mujeres hasta que suenan las doce y se vuelve a los mismos temas de siempre. Pero este año es diferente. Por fin se muestra públicamente un descontento muy extendido. Y para que se conozca y se hable de él, hay que hacer ruido. Mucho ruido. Como el que hizo la cacerolada de mujeres en la Plaza del Sol la víspera del jueves 8 a medianoche para decir "aquí estamos las feministas" y dar comienzo a esta huelga que no solo es laboral y estudiantil, sino también de cuidados y consumo. ¿El objetivo? Demostrar que, "sin las mujeres, se para el mundo". 

Sigo andando en dirección a la estación de Atocha, desde donde empieza la marcha. Me doy cuenta de que esto no es una simple concentración de personas y me recuerda mucho a la manifestación de 2004, a la que fui con mi madre, en la que 11 millones de personas salieron a la calle en toda España para condenar los atentados de Al Qaeda en varios trenes y apoyar a las 193 víctimas, más miles de heridos. Sin embargo, en esta ocasión, no hay tristeza en las caras de la gente, sino alegría. Se oyen tambores, música, risas, voces, palmadas y gritos. "Estamos hasta el toto" gritan unas. "Juntas somos más" anuncian las de más allá. "Somos las nietas de las brujas que quemásteis", pone en una pancarta. De repente, un grupo de unas 30 chicas negras y mulatas empieza a hacerse hueco.  Todo me hace pensar que pertenecen al colectivo de las Afroféminas, pero no estoy segura, ni tampoco les pregunto, aunque sé que en varias ocasiones han explicado no sentirse parte de este movimiento feminista "por no tener en cuenta aspectos étnicos". Una señora que está a mi lado lleva una pancarta que pone "basta" y otra, con una peluca morada, lleva escrito en la camiseta que todo ha sido "por una puta manzana". Hay mucha creatividad. Y me gusta que no haya pancartas políticas, aunque los partidos de derecha han resaltado en todo momento que esta huelga pertenece a la izquierda "radical". A fin de cuentas, las reivindicaciones feministas tendrían que ser universales y no partidistas. Me apena que algunas mujeres como Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, no haga huelga e incluso reivindique que trabajará incluso más de lo habitual, o que Inés Arrimadas, de Ciudadanos, la rechace porque además de luchar contra el machismo, también critica al capitalismo. ¿Qué opinará Mariano Rajoy sobre la convocatoria? "No nos metamos en esto ahora", respondía en referencia a la brecha salarial. 

Estoy cerca de la Plaza de Neptuno y aparece un periodista de la Sexta Tv hablándole a un cámara, también hombre. A su lado hay un altillo con 5 cámaras grabando: ninguna mujer. Mi reacción inmediata es la de pensar "¿Por qué los cámaras siempre tienen que ser hombres?", pero enseguida caigo en que, aunque esto se cumpla en el 70% de los casos, hoy es algo diferente. Un colectivo de 8.000 mujeres periodistas ha secundado la huelga con la firma del manifiesto #LasPeriodistasParamos para denunciar la diferencia salarial, el que la mayoría de jefes sean hombres, que ciertos temas los cubran siempre los varones, que los tertulianos copen las mesas de debate, que en la entrevista de trabajo se analice tu posible e inmediata fertilidad... y un sinfín de cosas más.

Según camino, voy mirando lo que pone la gente en Twitter, aunque internet no funciona muy bien. Lo maravilloso de esta convocatoria es que no solo está ocurriendo en Madrid o Barcelona, que al igual que ya ha ocurrido en otras ocasiones en París, Londres o Berlín, no son siempre el reflejo exacto de cómo vive o vota un país. La manifestación se extiende a muchas otras ciudades y pueblos de Valencia, Vigo, Sevilla, Las Palmas, Zaragoza, CáceresBilbao... Con la euforia da la sensación de que somos millones, casi una galaxia, pero probablemente no llegue a tanto. En total, la Comisión del 8M, impulsora de la manifestación, cifra en un millón los asistentes en Madrid mientras que fuentes oficiales del Gobierno calculan que han ido unas 170.000 personas. ¿Por qué siempre tanta diferencia? Respecto a la huelga, los Sindicatos aseguran que han parado unos 5.9 millones de mujeres en todo el país. No está mal, para un país de 46 millones de habitantes, de los cuales 23 millones son mujeres.

 “Yo por ellas, ellas por mí”, amor a la bilbaína

Incluso, dentro de la propia ciudad de Madrid, distritos como Usera, también aportaron su granito con concentraciones durante la mañana. Eran muchísimo más reducidas, pero puede que incluso más importantes, ya que la clase obrera no siempre encuentra el ánimo necesario para secundar las huelgas por miedo a represalias en su puesto de trabajo. Al pasear por la calle, muchas seguían en su tienda o su oficina o volvían del mercado cargadas hasta arriba de bolsas. Pero ahí mi sorpresa al observar cómo de algunos balcones colgaban varios delantales, símbolo de la protesta. Quizá muchas no pudieron parar, pero nos tenían en la cabeza. 

Por fin consigo llegar a la Gran Vía. Esto parece la cabalgata de Reyes. No cabe un alma más. Pero como dice la pancarta de una chica que está a mi lado, no estamos todas, faltan las asesinadas. Estoy viviendo un momento indescriptible. Hay una especie de energía en el ambiente impagable e imparable. Me alegro mucho de haber dejado todo lo que tenía hoy que hacer, (aunque eso signifique que mañana tendré que trabajar el doble), haber secundado la huelga y haberme unido a la manifestación. España está dando una bonita lección al mundo, seguida por medios internacionales como la BBC, The Washington Post, Le Monde oFolha de S. Paulo. Por una vez, han apartado el independentismo o la corrupción para escribir sobre feminismo. Es verdad, "las victorias no se ganan mañana", que decía Chomsky. Pero esto es una clara declaración de intenciones a que el mundo sea más justo, más igualitario y más amable para todas y todos. Yo no sé si como rezan algunos medios habremos hecho o no Historia. Lo que sí sé es que podemos estar orgullosas, tanto como lo estarían las que nos abrieron el camino para que pudiéramos votar, abrir una cuenta en el banco, decidir si casarnos o no, -y con quién-, liderar equipos, viajar solas, ir a la universidad y un sinfín más de logros que no pueden caer en el olvido. Sigamos ideando, reivindicando y soñando juntas al lado de los hombres que lo entienden. ¿Y si creamos un grupo de Whatsapp con los 5 millones?

Story by

Ana Valiente

Spanish freelance journalist based in Madrid. Currently exploring the boundless world of documentary filmmaking.

Translated from Así viví yo el #8M, la primera huelga feminista en España