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[spa] FATMA AYDEMIR: LOS JÓVENES TURCO-ALEMANES ENTRE DOS MUNDOS

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Sandra Gallego

La rabia contenida que de pronto estalla. Fatma Aydemir cuenta en su primera novela “Ellbogen” la historia de una joven turco-alemana que intenta encontrarse a sí misma.

Es jueves por la tarde en el distrito berlines de Schöneberg. La pequeña librería de barrio esta llena hasta los topes. Una multitud de personas ya no tan jóvenes se acercan para escuchar a Fatma leer en voz alta pasajes de su primera novela, “Ellbogen”- pero sobre todo quieren obtener respuestas. Quieren saber como es la vida de una joven turco-alemana en Berlín, con el telón de fondo del referéndum en Turquía y el debate sobre la integración.

Ni enteramente alemanes, ni completamente turcos

La novela de Fatma Aydemir se publicó a finales de enero aclamada por la crítica. Pero con todo lo que esta ocurriendo en Turquía en estos momentos, ha cobrado de nuevo actualidad y urgencia. Hazal la protagonista que narra su historia en primera persona, representa los problemas de toda una generación de jóvenes turco-alemanes que se encuentran atrapados entre dos mundos: ni enteramente alemanes, ni completamente turcos.

En la novela, Hazal tiene apenas 18 años y vive con su familia en el barrio berlines de Wedding, conocido por su conflictividad social. Cada mañana acude a un centro de formación profesional (con las siglas en alemán BvB), envía solicitudes de trabajo y se aburre enormemente. Por las tardes, echa una mano en la panadería de su tío y todas las noches Hazal tiene que soportar el silencio de su padre y las críticas de su madre. Nadie espera nada de Hazal, excepto que algún día se casará y tendrá hijos- como toda buena mujer turca. Parece que Hazal nunca podrá contentar a su madre: demasiado escote y muy poco respeto por sus padres, incondicionales de Erdogan. Como resultado, ella se lo toma así: “Se trata de contar mentiras convincentes y de que no te pillen. Es así como funciona la familia. Hay que ser pragmático”.

Hazal siente nostalgia por Estambul, donde todo le parece mas grande, mejor y más bonito. Es allí donde se siente aceptada a pesar de que tanto ella como su amiga Gül, sólo conocen la ciudad “a través de las ventanas del autobús que nos lleva desde el aeropuerto, una vez cada dos veranos, a las afueras de  la ciudad”. En Estambul también vive Mehmet, amigo de Hazal que conoció por Facebook. Mehmet fue deportado a Turquía tras haber cometido varios delitos y se las apaña como puede.  Hazal también. Roba máscara de pestañas en el centro comercial (y la pillan), se pasea junto a sus amigas Elma, Gül y Ebru, hace Skypes con Mehmet y va cada día al centro de formación a regañadientes.

Ella no tiene ni idea de quien es realmente ni de adónde pertenece. La mayor parte del tiempo le es indiferente, sólo quiere estar tranquila. “El tema Erdogan me tiene más que harta. Erdogan por aquí, Erdogan por allá”, se queja. “Todo el mundo se vuelve loco cuando se habla de él. ¿Pero  a quién diablos le interesa realmente lo que nosotros pensemos? Como si no tuviéramos nada mejor que hacer aquí, en Wedding, en nuestro apartamento de dos habitaciones y media. ¿No podemos hablar de algo más para cambiar las cosas?"

Una reflexión sobre la violencia

A pesar de su actitud aparentemente indiferente, posee una rabia contenida que estalla de repente durante el fin de semana en que Hazal y sus amigas salen a celebrar su 18 cumpleaños en la discoteca berlinesa “Berghain” y el portero les impide el acceso al local. Las chicas se sienten decepcionadas y ofendidas: están más que acostumbradas al rechazo, en todos los sentidos, pero este suceso las indigna y las llena aún mas de cólera. Más tarde, será una estudiante que espera en el anden quien pague tanta rabia y frustración, al ser empujada a las vías del metro en un arrebato violento.

La historia se asemeja a casos reales que tuvieron lugar hace unos pocos meses cuando varias personas sufrieron ataques en Berlín siendo empujadas a las vías del metro. Muchos de los atacantes resultaron ser adolescentes de origen inmigrante. Fatma Aydemir explica que ella también se ha preguntado por qué esta violencia aparentemente arbitraria “está apareciendo en el espacio público”. No cree que su novela trate de dar respuestas, sino simplemente invitar a una reflexión sobre el problema. 

Alguien del público pregunta cómo alguien ajeno a esta cuestión podría entender mejor las experiencias de una chica turco-alemana. “Bueno”, responde Aydemir. “Yo soy Fatma y tengo pasaporte alemán”. Por supuesto que ella misma ha sufrido el racismo, pero de un modo distinto a la anti-heroína de su novela, Hazal. Aydemir nació en Karlsruhe y creció en lo que ella denomina “un autentico entorno alemán”. Aydemir, de 30 años de edad, estudió filología alemana y estudios americanos en Frankfurt am Main y actualmente trabaja como editora para una web de noticias, taz.de en Berlín- Ella no podría ser más opuesta a Hazal.

Sólo se acuerdan de nosotros cuando les conviene.

Después del incidente, Hazal huye a Estambul para estar con Mehmet, pero pronto se da cuenta de que allí tampoco hay sitio para ella. No habla bien turco, el ambiente socio-político es represivo y en el lado asiático de la ciudad, hay pancartas de Erdogan a cada esquina. Una vez más, esta claro que no es uno de ellos. La novela acaba con el golpe de Estado fallido del año pasado. El destino de Hazal queda abierto.

Al final, a Hazal le invade un profundo sentimiento de soledad y aislamiento en ambos países, Alemania y Turquía. Mira a su alrededor como si lo hiciera a través de un cristal y siente una inconmensurable distancia, que siempre esta ahí. Fatma Aydemir no pretende hacer que su protagonista caiga simpática y niega todo rastro de evolución interior. Ellbogen, no es una novela donde la protagonista emprende un viaje de crecimiento personal, cambiando la concepción de sí misma y de su vida, a la que acaba mirando con nuevos ojos. No.

 Y quizá, esa es precisamente la idea. No hay respuestas simples de alcance universal para la cuestión de la integración. ¿Por qué tantos turcos que viven en Alemania apoyan la reforma constitucional de Erdogan? O ¿por qué parece que ya no le dan valor a la democracia alemana?. Aydemir no puede y no quiere dar una respuesta tajante al respecto. Pero aporta una importante perspectiva al debate de la inmigración en Alemania. Sin embargo, como Hazal vehemente apunta, a nadie parecen importarle los inmigrantes “sólo se acuerdan de nosotros cuando hay problemas”.

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Fatma Aydemir: Ellbogen. Carl Hanser Verlag, München 2017.

Translated from Junge Berliner Türken: Zwischen den Stühlen