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Riff Cohen: “Según ellos, o eres israelí, o eres árabe”

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BrunchCultura

A mediados de 2011, un vídeo de una joven de pelo oscuro cantando en francés con un ritmo mezclado con tonos orientales y bailando por las calles de París se convirtió en viral. Esta pieza llevó a Riff Cohen a ser la nueva sensación del momento.

Nacida en Tel Aviv de madre franco-argelina y padre israelí de origen tunecino, esta artista de 27 años busca poder crear “una cultura israelí” alejada de Occidente.

El hogar Cohen está en Ramat Aviv Gimel, un barrio acomodado del norte de Tel Aviv. El salón, decorado con gusto, lleva a un jardín trasero igual de bien cuidado en el que un gato se pasea. La imagen no tiene nada que ver con la apariencia fuerte y alternativa de Riff Cohen, quien abre la puerta vistiendo unos tejanos ajustados y un jersey ancho. “Me gusta muchísimo decir que crecí aquí porque hay un estereotipo concreto de este lugar del cual, por cierto, no me siento un producto”, se deleita. “Hubiese sido más correcto decir que soy del norte de Tel Aviv, pero ¿por qué debería? Todo, incluidas las ideas preconcebidas, está cambiando”.

Hablamos con Cohen un par de días después de que firmase un contrato artístico con AZ records, la rama francesa de Universal Music. Musicalmente, asegura que no se dirige de manera diferente a las audiencias francesas en comparación con las israelíes. “Mi enfoque ha sido muy universal desde el principio; sin embargo, la manera en general de entender ciertos conceptos es totalmente diferente. Si digo que profeso una religión en Israel, la gente piensa que soy de derechas”. En un foro de internet se decía exactamente eso... “¿De veras?”, pregunta riendo. “Justo lo que quería decir. Por otro lado, el hecho de que no sirviese en el ejército se considera muy de izquierdas o pacifista. Es increíble como la gente busca cualquier excusa, incluso el más pequeño detalle, para sacar conclusiones. Dejadme ser música, olvidaos de los conceptos”.

Cohen es el apellido de soltera de la madre de Riff, aunque la cantante estaba casada en el momento de grabar el vídeo de À Paris. “En cierto modo, me quedé atascada con mi apellido porque empecé a ser conocida antes de casarme. Pensé que el cambio sería visto como extraño”, argumenta. “Tal vez debería haberlo hecho. Todo el mundo está cabreado con los israelíes en la actualidad. La política se ha filtrado a todos los niveles, incluso llegando a los boicots en los bazares. Hace unos años no importaba que fuese israelí y que mi nombre fuese Cohen. Estoy segura de que muchos artistas se han convertido en una especie de embajadores israelíes reacios. Por otra parte, el hecho de que seamos de aquí genera interés”.

Los matices orientales son una característica propia de las piezas de Cohen. El álbum de Riff trata de manera extensa las cuestiones de identidad. Es un tema que a Cohen, que nació con dos lenguas maternas y tiene un suave acento francés al hablar hebreo, le preocupa: “Si me tengo que presentar, indico de dónde son mis padres y abuelos y que solamente soy la primera generación de mi familia en Israel”, afirma. “Para la gente resulta difícil crear la conexión de una israelí cuya abuela habla árabe y lleva el vestido tradicional de Túnez. Según ellos, o eres israelí, o eres árabe”.

Para muchos israelíes, sigue siendo el concepto más desafiador de todos. El crisol de culturas, que ha sido impuesto sobre los inmigrantes durante décadas, se ha esforzado cuanto ha podido en borrar los atributos de sus culturas de origen hasta llegar incluso a sus nombres. El concepto de la doble identidad difícilmente deja sitio para explorar: “El Israel sionista ha borrado todas las raíces y ha intentado crear una cultura nueva, pero sigue teniendo un vacío de tipo, emulando la cultura occidental”, apuntala Cohen. “Yo también llevo tejanos y camisetas y en cierto modo me molesta porque no necesariamente son un reflejo de lo que soy. Mi abuela llevaba vestidos tipo capa y pesadas joyas de oro, como su madre, su abuela y su tatarabuela. Es solo el hecho de vivir en Israel y vestir tejanos y camiseta lo que hace preguntarme si debería ir o no a la mikvé”.

Cohen canaliza esta idea introspectiva en su trabajo. La foto de la portada del disco lanzado en Israel —una foto en blanco y negro de una chica con trenzas— es su abuela materna Fortuna, que llegó al país desde la isla tunecina de Yerba. Era la primera foto que le sacaron para su pasaporte. Cohen cuenta con gran orgullo el extraordinario talento y carácter de una mujer capaz de mantener varias conversaciones al mismo tiempo, pero que no podía leer ni escribir: “Cuando vivían en Jaffa, compraban una oveja, la criaban durante un tiempo y la llevaban al carnicero cuando llegaba el Pésaj o algún otro momento importante. Recuerdo ver las pieles de oveja colgadas para que se secasen. Mi abuela me tapaba con una manta de piel de oveja que tenía un olor muy fuerte y desagradable”, recuerda.

“Hay algo mucho más respetable en eso que en un hombre de negocios que cada día come escalope vienés sin pensar en ello ni un momento. Mi padre se avergonzaba de esas tradiciones porque son supuestamente primitivas. Aún siendo la tercera generación, creo que es algo que se tiene que enseñar y de lo que una puede estar orgullosa. No deberíamos esconderlo. Es parte del panorama cultural de Israel. Todo el mundo tiene su propia cultura y deberíamos mostrarla y conectar con ella sin negarla, sin atribuirle mala reputación, sin borrar nuestras raíces y tratando de ser solamente occidentales. Parte de nuestro trabajo como artistas que están viviendo en los sesenta años de Israel es buscar la cultura israelí y crearla”.

Imágenes: portada y texto, © cortesía de la página e Facebook de Riff Cohen. Vídeo: (cc) reefcok/YouTube.

Translated from Riff Cohen: ‘Many Israeli artists become reluctant ambassadors’