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Inflight Feed: pasión por la cocina a gran altura

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Gisela Fernández

Seamos sinceros, comer en el avión puede llegar a ser una experiencia traumática. Entre platos calentados en el microondas y zumos cuya fruta aparece solo en la etiqueta, puede ser complicado superar ilesos el escollo que supone comer a 11.000 metros de altura. Pero no en todas las compañías aéreas es así. Y hay quien de escribir reseñas sobre la comida a bordo ha hecho un verdadero oficio.

Si bien es cierto que se come para vivir, también lo es que la actitud de quien vive para comer es capaz de transformar un acto natural en una expresión de pasión, capaz de reconocer arte y creatividad. Y sin duda es más interesante que aquella de quien se contenta con un puré con guisantes de algún recóndito estante del supermercado de la esquina y descongelado en el microondas para la ocasión.

Sin embargo, se trata de un amor con muchos matices. Estimados apasionados de la cocina, el mundo es hermoso porque es variado. Incluso el vuestro. Ya se trate de platos gourmet y restaurantes con muchas estrellas o de comida callejera y mesones con décadas de cocina casera en el plato (o a sus espaldas), indiscutiblemente los hay para todos los gustos. Hasta para quien la pasión por la alta cocina la tiene en un sentido estrictamente literal.

Una pasión de 11.000 metros de altura

En los últimos 25 años, volar en compañías de bajo coste ha facilitado la vida de muchos viajeros, lo que ha contribuido a su proliferación. Paradójicamente, viajar en avión sin gastar demasiado ha tenido su precio: junto a la reducción del equipaje que se admite a bordo, a los reembolsos casi inexistentes y al espacio para las piernas comparable al de media cabina telefónica, ha significado también despedirse de una característica fundamental de los viejos vuelos de media y larga distancia operados por las clásicas compañías de bandera: la comida a bordo. A no ser que cojáis un vuelo de línea más o menos caro con una de estas compañías o aceptéis pagar un sobreprecio en algunas low cost (cantidad que a menudo no es precisamente low), hoy en día es difícil encontrarse con el que quizá una vez fue el mensaje más esperado a bordo de una aeronave, capaz de hacer olvidar los profundos ronquidos del pasajero de al lado y el llanto ensordecedor de algún bebé: «Señoras y señores, la tripulación se complace en comunicarles que en breve dará comienzo el servicio de comida». Una emoción incomparable, nada que decir.

Precisamente, hay quien de probar comida a bordo y escribir reseñas sobre ella ha hecho una auténtica pasión. Aún más, una profesión. Tras un trabajo de cuatro años, recorrer 428.000 millas (equivalente a dar la vuelta al mundo 17 veces), probar 65 compañías aéreas y más de 400 vuelos en su haber, Nikos Loukas se puede definir, sin duda alguna, como un experto en comida consumida a 11.000 metros de altura. Y ha tenido la acertada idea de recoger y contar toda su experiencia en un blog, InflightFeed.com, junto a un perfil de Instagram que cuenta con muchos seguidores. Todo empezó en 2012 casi como un juego: «Acababa de llegar a Europa y como en aquella época no estaba trabajando pensé en crear un blog donde informar sobre la comida que se sirve en las distintas compañías aéreas». Ahora, además de escribir reseñas, Loukas trabaja como consultor enseñando a las tripulaciones de las compañías a servir y vender comidas y refrigerios en el vuelo.

Langosta Thermidor en Singapore Airlines. No está nada mal...

Sabor a gran altura

«Los pasajeros se quedarían de piedra si supieran la mitad de lo que las compañías aéreas tienen que hacer para poder servirles una comida a bordo», explica así el origen de su pasión por el tema. Durante los vuelos, Loukas intenta probar todos los tipos de comida disponibles, desde refrigerios en clase turista hasta los platos gourmet que se sirven en business. Y esto lo ha llevado a toparse con varios horrores culinarios que harían empalidecer la cocina universitaria más osada. ¿La peor? «Una especie de misteriosa carne de pollo en un vuelo de Ukraine International Airlines, que por otra parte costaba 9 euros».

El inquietante pollo que le sirvieron a Loukas en Ukraine International Airlines

Sin embargo, dando la vuelta al mundo se pueden encontrar auténticas joyas gastronómicas a gran altura, como la langosta Thermidor que le sirvieron en clase business en un vuelo de Singapore Airlines. «Pero es Turkish Airlines quien sirve los mejores platos en clase turista», afirma Loukas.

Turkish Airlines, clase business

Turkish Airlines, clase turista

Una ojeada rápida por su página web y su perfil de Instagram permite descubrir otras curiosidades interesantes. La compañía letona Air Baltic, por ejemplo, permite literalmente «construirse» la propia comida, personalizándola por completo desde el momento de la compra del billete. Pero es en una compañía de bajo coste, la turca Pegasus Airlines, en la que Loukas asegura haber comido «algunos de los mejores bistecs que jamás haya probado». Aunque sin duda la comida más singular es la de la taiwanesa Eva Air: el menú para los niños viene en un caja de la firma Hello Kitty, que contiene, además de raciones individuales de fideos, Nutella, Mars y galletas, porciones de fruta previamente cortada y verduras con la cara de este personaje. La idea no está nada mal para que los más pequeños se coman las tan desdeñadas verduras (y que los padres tengan algo de paz).

La singular comida servida en Eva Air...

...con la tripulación a conjunto

Pero ¿qué es lo que hace que un plato en un avión sea mejor que los demás? «Me gustan las compañías que cuentan su historia y la de sus países a través de la comida, como hacen Swiss Air (suiza, n.d.r.) y Aegean Airlines (griega, n.d.r.)».

Swiss Air, clase business

Aegean Airlines, clase turista

Nada que objetar. Además, Loukas también ha creado una campaña de micromecenazgo para realizar un documental sobre el increíble mundo de la restauración en los vuelos. Un modo de mirar siempre hacia delante. Y cada vez más alto.

No, Alitalia no deja demasiado bien a los italianos

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