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El fantasma de Slobodan Milosevic

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La muerte de Milosevic ha dejado algunas sospechas en Serbia sobre la justicia internacional. A pesar de ello, gran parte de la población prefiere mirar al futuro.

Dos meses después de su muerte, un retrato de Slobodan Milosevic, ex Jefe de Estado de Yugoslavia y Serbia, preside una pequeña plaza en Belgrado, donde se encuentra la sede central de Sloboda Freedom, una organización que aspira a preservar la memoria de Milosevic en Serbia. La organización, que incluye a férreos partidarios de Milosevic y miembros de su Partido Socialista de Serbia (PSS), se ocupó de ayudar a Milosevic en su lucha frente a los cargos de genocidio y crimen contra la humanidad a los que hizo frente en el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY).

En el funeral

Sin embargo, a raíz de la muerte de Milosevic en la prisión holandesa de Scheveningen el pasado 11 de marzo, las actividades de la organización fueron clausuradas. “Todos estamos muy tristes y decepcionados porque a nuestro presidente no se le proporcionó el tratamiento médico adecuado: murió asesinado en La Haya”, dice Mirjana, una de las voluntarias en la organización. “Perpetuaremos la visión política de Milosevic”, añade.

Anima a que, incluso después de la muerte de Milosevic, jóvenes y ancianos se decidan a formar parte de la organización. En estos momentos, la atención de estos ultranacionalistas se centra en el Tribunal Internacional Penal para la ex Yugoslavia, que consideran reservado exclusivamente para los serbios. Ven a Milosevic como un defensor de la libertad y la dignidad de los serbios, como un héroe preparado para tratar con los grandes poderes del mundo. Dicen que se ha matado a un hombre inocente, un hombre “que era incapaz de dañar u odiar a alguien por su etnia o su credo”, como algunos de los asistentes al funeral señalaron.

Marija Bursac, una refugiada serbia en Kosovo, dijo que la noticia sobre la muerte de Milosevic le había dejado desolada. “Quedé paralizada al escuchar la noticia, todo mi mundo se vino abajo. Estoy contenta de haber vivido en su tiempo; han nacido pocos hombres como él”, lamentó Marija, quien también expresó la desconfianza que muchos serbios albergan sobre el TPIY. “Toda la presión en La Haya recayó sobre los serbios. Sólo murieron serbios. Fuimos tratados como asesinos, a pesar de que sólo defendimos lo nuestro”. En el funeral de Milosevic, celebrado en su pueblo natal, Pozarevac, algunas personas se pronunciaron en contra del tribunal, mostrando pancartas en las que lo definían como “campamento nazi”. Determinados periódicos de Belgrado echaron leña al fuego publicando titulares en los que simplemente se decía “Asesinado” en el día de su muerte.

¿Mirando al futuro?

La Haya acusó a Milosevic de 66 cargos por crímenes de guerra, incluyendo genocidio y crímenes contra la humanidad. Más de 300.000 páginas fueron recogidas como testimonios orales y escritos de las víctimas de sus guerras. Ahora, su repentina muerte aleja la justicia de sus víctimas.

También muchos serbios dejan de reconocer su papel en las guerras que condujeron a la desintegración de la Yugoslavia inicial; creen que Milosevic fue asesinado, pues el TPIY carecía de pruebas para inculparlo. “Se pensaron que sería un blanco fácil, pero se toparon con alguien muy fuerte”, dice un vendedor de Belgrado. “No me importa Milosevic, me importa mi familia”: Natasha, con 40 años y madre de tres hijos, confirma la visión de la mayoría. Mientras la memoria de Milosevic comienza a desvanecerse en Serbia, las posturas en contra del TPIY se mantienen, poniendo en peligro la extradición de otros sospechosos autores de crímenes de guerra, como son los líderes serbo-bosnios Ratko Mladic y Radovan Karadzic. La extradición de Mladic representa una obligación internacional para Serbia.

El 3 de mayo, la UE paralizó las negociaciones para el acuerdo y la estabilización de la asociación con Serbia y Montenegro. La razón fue la negativa por parte de Belgrado de entregar a Mladic, primer comandante del ejército serbo-bosnio. “Me gustaría que todos los responsables de crímenes de guerra fueran castigados. Estoy en contra de que mi país sea chantajeado de esta manera. Europa no nos quiere. Mladic es sólo otra excusa”, insiste Natasha.

Un país dividido

Serbia está todavía dividida entre los que creen que se hizo lo correcto en las guerras de los años noventa y los que quieren que Serbia se reconcilie consigo misma, aun habiéndose cometido crímenes de guerra en nombre del país. Andrej Nosov, de la ONG Iniciativa Juvenil, y quien hizo campaña para un debate público sobre los crímenes de guerra, confirma que “la muerte de Milosevic asentó la opinión en mucha gente de que el TPIY es un tribunal anti-Serbia”, añadiendo que la inteligencia y las fuerzas de seguridad, participantes en las guerras de Milosevic, están ahora encubriendo al fugitivo Mladic. “Todos ellos están aquí y están ofreciendo gran apoyo”. Según él, el líder continúa teniendo respaldo: “El legado de Milosevic es aún poderoso aquí en Serbia".

El optimista

Dejan Gvozden, un rockero de 36 años, todavía es optimista. Cree que las fuerzas progresistas tienen posibilidades de ganar: “Aunque somos una sociedad polarizada, la mayoría quiere pertenecer a Europa, y para ello, necesitamos deshacernos de la carga del pasado”. Su bando está políticamente comprometido luchando contra el fracaso serbio de los crímenes de guerra e intentando acercarse a la meta europea. “Mi ídolo fue John Lennon, un artista políticamente comprometido. Aquí, es imposible ser artista sin estarlo”, sostiene Gvozden.

Translated from Slobodan's long shadow