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Bolonia: la ciudad de la hierba

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Mientras Italia deseaba impedir la legalización, la ciudad de Bolonia parecía tener ya preparado el terreno para la floración del cannabis. Tiendas de hierba, estudiantes tal vez demasiado tensos, vendedores ambulantes, todos parecían sacar provecho de la hierba cuyo negocio provocaba a veces sudores fríos.

Lunes a las nueve de la mañana, el cielo es azul sobre la via Zamboni, una calle de Bolonia donde se encuentra la mayoría de los departamentos de la universidad de la ciudad, y alrededores. Francesca* llega tarde a su primera clase, pero ella quería haber fumado un poco antes de empezar.  He aquí el problema, se terminó ayer sus últimos gramos de hierba, y no había un alma en Piazza Verdi. Pero no pasa nada, le pedirá a alguno de sus compañeros de la uni, casi siempre Marco* tiene algo que dejarle.  En el peor de los casos, ella la pillará algo un poco más tarde. 

Los partidarios del cáñamo

Encontrar cannabis en Bolonia no es para nada difícil. A pesar de tener un centro de ciudad muy pequeño, los lugares más conocidos para abastecerse se reparten en tres puntos: el barrio del Pratello, al oeste de la ciudad; el parque de Montagnola situado cerca de la estación y la Piazza Verdi, al este, donde se encuentra el corazón de la vida universitaria. No lejos de allí, en via Indipendenza, una inscripción adorna el techo de una de las numerosas arquerías de la ciudad: “Panis vita, cannais protectio, vinum latetia” (El pan es la vida, el cannabis es la protección, el vino la felicidad”. ndlr). Inscrita en referencia a las anteriores actividades de producción y comercio de cáñamo en la región, la frase podría convertirse perfectamente en uno de los eslóganes de la capital de la región de  Emilia-Romaña.  

Desde el pasado dieciséis de marzo, es posible el consumo legal de hierba “ligera” en Bolonia. Gracias a la tienda Qui Canapa (“Aquí, cáñamo” en italiano, ndlr), abierta desde febrero de 2016, y vendiendo marihuana legal desde mayo de 2017, cada semana se dan cita una clientela curiosa y nuevos habituados en la primera tienda de este tipo en Italia

En las tiendas de barrio con aspecto de supermercado bio, la marihuana se encuentra de diversas formas: seca, líquida, en aceite… La confección de ocho gramos cuesta diecisiete euros y varios productos derivados esperan tranquilamente bajo los estantes y expositores. Creada por Easyjoint, empresa natural de la región, la boutique ha abierto sus puertas al gran salón del cannabis de Bolonia, dónde cerca de 15 000 personas se dieron cita el pasado mes de mayo. El objetivo de Qui Canapa es convertirse en un referente en materia de cannabis en Italia. La empresa describe por otra parte a la tienda como “un espacio informativo verdadero”. Así lo atestiguan los grandes carteles explicativos que cuelgan de los muros malvas, información que podemos encontrar igualmente en su página web, y que entra en detalles de los diferentes usos del cáñamo: cosmética, alimentación, textil, etc.

La misma página web propone a los más decididos abrir su propia tienda Qui Canapa. Los socios promueven la seriedad y conocimiento (quince años de experiencia en este sector, ADC) de la empresa y  se jactan de haber recibido cerca de dos mil pedidos tras la presentación de los productos en el salón del pasado mes de mayo. Desde entonces, numerosas tiendas del mismo tipo, competidoras o no, han florecido en la Ciudad Roja, pero también en otras metrópolis de la “Bota”, como Milán y Nápoles

Pero, ¿qué entendemos por “hierba ligera”? Se trata del Eletta Campana, una variedad de cáñamo que hace mucho tiempo fue utilizada en Italia, y sobre todo, en Emilia-Romaña en la industria textil, y cuya tasa de THC (el Tetrahidrocannabinol, presente en más o menos cantidad según la variedad de cáñamo, y que posee propiedades psicotrópicas, nda) es inferior al 0,6%, límite permitido por la ley. Esto significa que al contrario del cáñamo indio, la hierba “ligera” no posee efectos psicotrópicos, sino más bien propiedades relajantes, tranquilizantes y sedativas. La empresa Easyjoint espera que la comercialización de este tipo de hierba contribuya al buen proceso de legalización de la venta y consumo del cannabis en la península.

"Me despeja la mente"

Francesca podría hacer cola perfectamente delante de Qui Canapa para hacer su reserva. Solo que, la estudiante de 25 años no hace mucho caso a esta hierba legal. “Siempre me he sentido atraída por los alucinógenos en general, - indica – por lo que este aspecto (psicotrópico) es fundamental, de lo contrario me echaría un cigarro”Como la mayoría de los jóvenes de la ciudad, ella prefiere ir a buscar hierba de calidad en las sinuosas calles de la Ciudad Roja dónde normalmente el gramo está a diez euros

A menudo centenares, a veces, miles de estudiantes vienen cada mes para gastar algunos euros para satisfacer su necesidad de fumar. La venta de cannabis se hace de forma clandestina, por lo que es difícil establecer la cifra precisa que genera este tráfico. De cualquier forma, el consumo de cannabis en Bolonia se ha estimado en más de 60 dosis al día por cada 1 000 habitantes, situándola muy por encima de la media del país. En cuanto a Francesca “fumo por pasar el tiempo”. Su consumo “ha sido siempre un placer” de modo que ella “no es adicta”. Leonardo*, fumaba todos los días, o casi todos. Mucho estrés, mucho miedo de no aprovechar el año. Cuando él recordaba sus años en la uni, el joven apuliano de veintitrés años recuerda haber inhalado mucho humo en sus clases de técnicas de sonido. “Fumar me permite evadirme de aquello que me obsesiona. Me permite un respiro. En la uni hay muchos momentos en los que corres el riesgo de desmoronarte psicológicamente. Por lo que, tomar un poco de cannabis me da un momento de paz, serenidad y relax", explica Leonardo.

Leonardo no parece el típico estudiante que entra en pánico. Rizos cortos y oscuros, el joven tiene la mirada dulce y la sonrisa en los labios. Si el antiguo estudiante tenía sudores fríos con la programación de los exámenes, es debido a que la presión se hacía sentir cada día. Según un informe de PISA, publicado en abril de 2017, los alumnos italianos figuran entre aquellos que tienen más estrés en el mundo. El 86% de los jóvenes italianos sufren ansiedad por la idea de no sacar buenas notas, respecto al 66% para la mayoría de países que forman parte de OCDE. El 56% dice tener nervios cuando tienen que preparar un examen, y el 70% se declara “muy nerviosos” en el momento de hacer un examen.

Estas cifras, muy por encima de la media de sus vecinos europeos, que hacen referencia a los alumnos de quince años, podrían darse entre los estudiantes universitarios dada la situación del mercado laboral en Italia. De hecho, la tasa de paso entre los jóvenes italianos es del 37% e, incluso en graduados, más del 16% de ellos van al paro al terminar sus estudios. Bolonia, con sus 385 000 habitantes, está lejos de ser la ciudad más poblada del país. Sin embargo, comprende uno de los mayores ratios de estudiantes de toda Italia. Según las cifras del Ministerio italiano de Educación, Universidades e Investigación, 78 026 estudiantes se han inscrito en la Universidad de Bolonia para el año 2015/2016 mientras que para Milan 60 134 y para Turín 64 886.

¿La concentración estudiantil haría de la Ciudad Roja una bola de estrés? Sea lo que sea, la gente está allí para formar cámaras de desc0mprensión. Según Leonardo “Bolonia es una realidad extraña. Si a las diez de la noche vas a via Zamboni, a Piazza Verdi o a via Petroni es muy probable que te pidan al menos tres veces si quieres fumar cualquier cosa. Si quieres hierba, habrá alguien cada cien metros para venderte”. Si paseas por la plaza de día quizás no avistes a estos pequeños grupos de vendedores que se camuflan más o menos entre el resto de habitantes de la Piazza Verdi. Por la noche, sin embargo, es otra historia. Via Petroni se despierta con la apertura de los bares y los estudiantes  se pelean por algunos tragos de vodka y de spritz a dos euros. Al grito de "birra, birra" los vendedores ambulantes, los camellos se hacen más numerosos y dispuestos a proporcionar a los estudiantes fiesteros al abrigo de la oscuridad de los soportales de la plaza.

Llegados a este punto hablamos de una situación grave

La gente que compra en estos espacios a cielo abierto son sobre todo fumadores de una noche, Erasmus, primerizos o turistas de paso. Los clientes, en primer lugar, atraen a los camellos menos escrupulosos y arrojan sobre la Piazza Verdi una mala reputación: la hierba será infumable. Es por esto que a Francesca no le gusta comprar a los distribuidores, normalmente ella obtiene su hierba gracias a amigos o conocidos.  “Siempre he tratado de evitar este tipo de entornos. La hierba se corta con productos nocivos, la calidad es bastante mala”, - expira. Aún más grave es que los entornos boloñeses ya son muy conocidos por  vender hierba de mala calidad y alimentan un ecosistema que drena en torno a él una cantidad cada vez más importante de estupefacientes. Según la Agencia europea de drogas, aproximadamente uno de cada cinco italianos de entre 15 y 34 años consume cannabis, lo que sitúa al país en la segunda posición en el pódium, justo debajo de Francia. Pero Bolonia, es sitio – propicio para la venta de cannabis- también para otros tipos de droga: heroína, ketamina, anfetaminas. El pasado dieciocho de julio, fue arrestada una organización criminal, principalmente compuesta por pakistaníes, en posesión de 3,3 kg de heroína. Cada gramo tenía como destino los lugares más importantes del tráfico en Bolonia.

La presión de un tráfico cada vez más peligroso y voluminoso inquieta también a los vecinos. Nacido en 2007 en "le viccolo de´Facchini", a pocos metros de la Piazza Verdi, la asociación Serendippo pretende entablar el diálogo entre los habitantes. La fundadora, Etta Polico, conoce bien los problemas asociados con el tráfico ilícito de drogas. La calle en la que la asociación trabaja es considerada “con alto riesgo de degradación”. Distribuidores, receptores, toxicómanos… han dañado poco a poco la imagen de un barrio que antes era tranquilo. “Bolonia es el ejemplo de una ciudad dónde tú puedes encontrar droga donde quieras, todo el tiempo”, explica Etta Polico. “Todo el mundo se encuentra un día de alguna manera, desde estudiantes a profesores de universidad, pasando por médicos”. El año pasado, durante una reunión de trabajo sobre la recuperación del espacio público, Etta conoció a una estudiante de diecisiete años interesada por la causa. Al final de la conversación, la joven le confesó que estaba sacándose un dinero vendiendo ketamina y hierba todos los viernes y sábados noche. “Ella añadió lo más simple del mundo, que sus compañeros hacían como ella”, continua Etta Polico. “Se trata de una historia que está relacionada con los menores de edad y el impacto de la droga ilegal en Bolonia”.

“Llegados a este punto hablamos de una cuestión grave que es muy corriente y muy ligada a la inmigración” persigue la fundadora de Serendippo. Aquellos a los que apuntan con los dedos son a menudos los más débiles, los últimos eslabones de la cadena como los magrebíes que venden en via del Guasto y en Piazza Verdi. Pero, en verdad, no son los verdaderos culpables de la historia.” ¿Quién entonces? Etta es incapaz de afirmar con precisión, pero ella dice que la ciudad no hace nada. Hace ya diez años que con su asociación habló con las autoridades públicas. “Bolonia hace poco. Aquí, encontramos gente inteligente en la administración, pero la mayoría de los que trabajan aquí tienen el fallo de no bajar a la calle. Si tú te limitas a estar en tu esquina, a teorizar sobre las cosas pero no te acercas a la gente, nunca obtendrás resultados", explica. La policía parece hacer oídos sordos. “Esto me hace gracia, hay al menos una patrulla por semana en Piazza Verdi, al lado del teatro. Su misión es vigilar el edificio y nada más que el edificio, poco importa si dos chicos se van a matar a cincuenta metros. De vez en cuando, asustan a los chicos pero solamente para hacerles sentir que son vigilados”, dice Leonardo.

¿Y si la inactividad boloñesa refleja el comienzo de un cambio político a nivel nacional? Desde hace tiempo, Italia parece estar cerca de cambiar hacia la legalización del cannabis, pero jamás da ese paso. Algunos lo achacan a la religión, otros lo achacan a la mafia, y la mayoría, a la falta de ambición del gobierno. Una cosa es segura, para muchos boloñeses, legalizar el cannabis provocará el efecto de una bocanada de oxígeno. “Pienso que si legalizamos el cannabis, la delincuencia se reducirá enormemente”, afirma Polico. Gianluca, educador, piensa que “pronto, el  cannabis no será considerado una droga.” Esto quizás le devolvería a Bolonia lo que le pertenecía, el título de capital europea del cáñamo o “el cannabis es la protección”.

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* Los nombres han sido modificados.

Translated from Bologne : le peuple de l'herbe