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Zagar: Melancolía electrónica del este

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Story by

Jane Mery

Translation by:

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BrunchCultura

Balázs Zságer, de 36 años, tiene la mirada cansada. Con un pie en el panorama electro-rock de Hungría y el otro en el extranjero, comenta la melancolía de la música pop en el este y las dificultades de llegar a otros países.

(Photo:Zagarmusic.com)Una cabeza pegada a un cuerpo larguirucho. Ojeroso, Balázs Zságer me recibe en una de las más antiguas cafeterías de Budapest, Andrassy Ut, frente a la Ópera de la capital húngara. Altos techos culminan la cima de nuestras cabezas mojadas. Fuera llueve a mares. Zagar (su nombre artístico) me enseña su último álbum, el segundo, orgulloso como un crío: “Es un disco fruto de la madurez. Veo en él algo espiritual”. En la carátula de Cannot walk, fly instead, se ve a los cinco miembros de la formación en un bosque oscuro de árboles desnudos y un sol que brilla con fuerza como un proyector que ilumina sus caras. “Nuestra música es urbana, pero hay algo sobrenatural en ella, que se transmite a los que la escuchan”.

Influenciado por el rock y el hip-hop, la música de Balázs Zságer suena a menudo en la radio en los lugares de moda de Budapest. Pero intenta alejarse de las etiquetas.

Una aventura Yonderboï

Zagar no es un joven aprendiz de brujo recién salido de su garaje. Digamos que el descubrimiento del ordenador y de sus infinitas posibilidades musicales desde los pupitres del colegio, es una etapa ya lejana, como también aquella, más loca, de entregarse al jazz y a la improvisación al piano. Pese a que su cara aún guarda rasgos de adolescente, el músico de 36 años cuenta ya con 150 conciertos a sus espaldas, celebrados en las principales ciudades del continente europeo. En el seno del quinteto de otro húngaro, László Fogarasi, alias Yonderboï, participó al éxito del disco Shallow and profound, publicado en 2000. Este trabajo marca la historia de la música electrónica en Hungría, después de los primeros pasos de gigante del grupo Anima Sound System, y les otorga la mayor recompensa musical nacional, el Golden Giraffe, al mejor álbum del año.

“Fueron los comienzos de la música lounge, mientras el electro empezaba de verdad a funcionar. Yonderboï Quintet se vuelve de repente famoso en Hungría y comienza a hacerse una reputación en el extranjero”, recuerda Zagar. Las entrevistas se encadenan, como las actuaciones. En Alemania, Holanda, Francia... Los músicos van al encuentro de diferentes públicos “Éramos unos jóvenes que llegaban de un país desconocido, en resumen”. ¡Creo que teníamos pinta de soviéticos!” Que un grupo suene del este al oeste es sin embargo difícil, por no decir excepcional: “En Europa, hay tantas influencias, llegadas sobretodo de Internet, que es difícil sobresalir del montón”.

(Photo:Zagarmusic.om)

Un mercado en un pañuelo de papel

También es difícil exportar un cedé. La casilla lounge se le queda pronto pequeña al joven artista. La aventura Yonderboï revoluciona, y la reputación de Zagar, al menos en el mercado húngaro, ya está hecha.

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Siempre acompañado de su mesa de mezclas, de su piano Fender Rhodes y de un sintentizador, el músico forma un grupo en 2001. Simplement, firmado por Zagar. “Con esta nueva formación, hemos tenido que recomenzar de cero en el extranjero, incluso teniendo buenos contactos con gente como Daft Punk o Busy P y su casa de producción Ed Banger, cuenta Zagar, el mercado húngaro es demasiado pequeño y tener una buena distribución en el extranjero parece imposible”.

Para darse a conocer, algunos se han colgado la etiqueta ‘Músicas del mundo’. Para Zagar, el lado folk húngaro queda excluído: “La mezcla de la música folk o tradicional de un país con la música electrónica, como hace Gotan Project, por ejemplo, no creo que funciona siempre. No es mi estilo”.

Melancolía electrónica del este

(Photo:zagarmusic.com)Sin embargo, en la música mestiza de Zagar se encuentran sonidos de la Europa del este, de bailes universales e influencias sobre todo de los dioses del rock o grupos como Sigur Ros o Radiohead. Los primeros estribillos escuchados desde su infancia se han pegado también a la memoria colectiva de esta generación de artistas: “La música de los dibujos animados de Europa del este nos ha influenciado mucho en nuestro trabajo”. La referencia se escapa a los europeos del oeste, es cierto, pero hace eco en el universo de los países del este.

Polonia, República Checa, Hungría o Eslovaquia comparten un estado de ánimo: “Nuestra parte del continente tiene un gusto particular por la música pop con una cierta melancolía, algo agridulce que se encuentra también en las películas checas de Milos Forman” y si Europa pone una barrera, se puede seguir girando al este... sobre todo a los países del sol naciente. Para Zagar, el futuro de la música electrónica se encuentra en Japón o en China: “Tokio está muy abierto a las novedades en cuanto a música electrónica. Y en eso trabajamos”.

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Translated from Zagar: «En dehors de la Hongrie, on repart à zéro»