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Y creamos a La Femme 

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En su segundo álbum titulado Mystère, La Femme ya no se desnuda. Se planta delante de vosotros, os echa un vistavo y os deslumbra. Podéis estar orgullosos de vosotros.

Que conste, refunfuñamos a menudo. Aún más cuando hay que cambiar de lugar en playas salvajes un sofá-cama dentro de un perímetro de 25 m2 en el que también hay una lavadora. Dicho esto, si el regreso os pone tez de ministro del Interior en septiembre, la música saca canas todos los días a nuestra generación. Que conste, eso nunca es conveniente. Cada vez que un nuevo icono se abre paso entre la polución sonora con su sintetizador, la mitad de la población mundial stream tímidamente su nuevo título mientras que la otra mitad opina que no es más que «basura comercial». Más abajo, en el underground, la menor tentativa de vanguardia se juzga en función de la manera de vestir de su público. Y todos esos grupos indie que hacen electro-soft, garage-funk o pop telúrico están condenados a existir entre las paredes de los que llevan zapatillas Stan Smith y les gusta el Aperol o las hamburgesas carísimas.

Francia no es una excepción. Quizá más que cualquier otro país, un lema en tres palabras flota siempre sobre cada lanzamiento musical: «Era mejor antes». Estaréis de acuerdo conmigo, es difícil hacerse un sitio entre «las basuras comerciales » del hit-machine y las tonterías para hípsteres. Como se exagera un poco, estaréis también de acuerdo conmigo en que a veces – de vez en cuando –  aparecen grupos que merecen la pena. Grupos que componen álbumes con talento suficiente y perspectiva artística como para contentar a los dos sectores de la población que se miran fijamente. Habéis leido el título, estamos hablando de La Femme.

Los chicos de La Femme no necesitan demasiada presentación: unos biarrotas [naturales de Biarritz] expatriados a París que causaron un montón de sensaciones al país en el 2013. Pero si la música es en primer lugar una cuestión de sensaciones, permitidnos compartir una impresión: si La Femme vuelve otra vez, resulta cada vez más sexy y cuenta cada vez con más admiradores, es porque es un grupo que representa estupendamente su generación. Fue el caso de su primer álbum – Psycho Tropical Berlin – y lo es también del segundo, publicado el 2 de septiembre bajo el título de Mystère. Clémence y los chicos – Sacha y Marlon, los principales compositores – han escrito una serie de temas que marcará a una buena parte de su público de entre 18 y 35 años. Podríais preguntaros lo que hacíais durante It’s Time To Wake Up en 2013 o podríais pensar en vuestro ex con Nous Étions Deux. Con Mystère, os preguntaréis dónde están vuestros colegas (Où va le monde?), respiraréis una vez más esa fantasía veraniega (Tatiana), meditaréis sobre el hastío del regreso a la rutina (Septembre) o, en fin, trataréis esa fea micosis (Mycose).

La voz de Clémence Quélennec calmará a los yeyés y a los fans de la década de los 60. Los instrumentos raros de los que Sacha Got y Marlon Magnée son fans dejarán entrever a unos chiflados de las experiencias psicodélicas. Como buenos músicos, La Femme utiliza el mayor número de elementos posibles para crear puentes entre los estilos, las épocas y la gente. Pero, sobre todo, ser buenísimos observadores de lo que les rodea es lo que les ha convertido en el grupo de toda una generación. Sencillamente, cuando escucháis a La Femme veis mucho, mucho de vuestra vida. Lo que generalmente dejamos a la literatura por fin toma forma en un disco. Y eso está bien. Está bien porque al final dejaréis de refunfuñar. Porque si La Femme habla tan bien de vosotros es que se fija en vosotros. Continuamente. Y vosotros dejaréis de ver los videoclips en el canal D17. Y os levantaréis de vuestro sofá cama. Y os miraréis en el espejo y estaréis orgullosos de vosotros. Porque habéis creado un gran grupo. Hemos creado La Femme.

La Femme - Septembre

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Escuchar : 'Mystère', de La Femme (Barclay/2016)

Story by

Matthieu Amaré

Je viens du sud de la France. J'aime les traditions. Mon père a été traumatisé par Séville 82 contre les Allemands au foot. J'ai du mal avec les Anglais au rugby. J'adore le jambon-beurre. Je n'ai jamais fait Erasmus. Autant vous dire que c'était mal barré. Et pourtant, je suis rédacteur en chef du meilleur magazine sur l'Europe du monde.

Translated from Et on créa La Femme