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Un pedazo de Asia en Europa Central

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CulturaSociedad

¿Es Varsovia una ciudad multicultural? En una sociedad donde alrededor del 96% de la población es de nacionalidad polaca puede parecer difícil integrarse siendo una minoría. Sin embargo, en esta capital de 1.800.000 habitantes, una de cada 100 personas procede de Vietnam.

Viajamos a la capital de Polonia para descubrir el nivel de integración de los vietnamitas, quienes forman una de las mayores comunidades de extranjeros establecidas en el país.

Los primeros oriundos de Vietnam en llegar fueron estudiantes en losaños cincuenta, cuando se establecieron relaciones diplomáticas entre el país asiático y Polonia. No obstante, la mayor oleada de inmigración no ocurrió hasta los noventa, con la llegada de la democracia en este estado centroeuropeo. ¿Hasta qué punto están integrados estos inmigrantes en la sociedad polaca? La impresión general de los varsovianos es que los vietnamitas no se integran: simplemente hacen su vida, son respetuosos y no se meten en nada ni con nadie. En definitiva, son invisibles. 

Muchos residentes en la ciudad no saben que existe una sociedad cultural vietnamita, dónde está, ni qué tipo de eventos se organizan. Y, sin embargo, esta asociación está en la calle Marszałkowska, una de las más transitadas de Varsovia —eso sí, escondida tras un restaurante—. Dong Nam es el nombre de este local que ofrece comida vietnamita, thai y china en tres salas ambientadas según la cultura correspondiente. Un Buda nos recibe en la entrada y nos transporta enseguida a un mundo asiático. Cuando preguntamos por la asociación, dos empleadas nos dicen que hablemos con su jefe, Anh Tuan Truong, quien también es presidente de la Asociación de Vietnamitas en Polonia.

Truong nos cuenta que llegó a Polonia en el año 1976 para estudiar en la Universidad de Varsovia. Quería estudiar Física, pero, como no dominaba el idioma, decidió asistir a un curso de polaco en la ciudad de Lodz, a 120 kilómetros de Varsovia, ya que en Polonia la universidad es gratuita para los extranjeros si estudian en el idioma oficial del país. Cuando le preguntamos que tenían en común Polonia y Vietnam, dice que el pasado de opresión que había vivido este estado europeo le resultaba similar al que sufrió su país natal, algo que le llevó en parte a decidir establecerse aquí, donde afirma sentirse como en casa. Al acabar los estudios, trabajó de físico, unos años en Lodz y otros en la universidad, hasta que en 1990 abrió el restaurante. Tras casarse con una polaca, se asentó en Varsovia, lugar donde nació y estudia su hijo, quien ha viajado a Vietnam dos veces y adora las artes marciales. 

“El 70% de los vietnamitas residentes en Polonia escogen Varsovia para vivir porque se trata de una ciudad con oportunidades de negocio”, explica Truong. No residen en un barrio determinado de los dieciocho en que se divide la ciudad. ¨Yo estoy orgulloso de la variedad cultural de la capital y estoy seguro de que dentro de poco Varsovia será tan multicultural como Londres o París”. 

“Los polacos son gente culta, muy respetuosa y muy simpática, son muy abiertos hacia los extranjeros y respetuosos con su religión y su cultura”, asegura Truong. “Allá donde voy en Polonia, me siento bienvenido”, añade con una sonrisa. Se le ve completamente integrado, aunque lo que más echa de menos de Vietnam son las tradiciones. “Sobre todo las fiestas tradicionales vietnamitas, como la de año nuevo. Suelo volver una vez al año, aunque allí todavía hay problemas con el gobierno”, afirma con tristeza. 

Homónimo de la capital checa, este distrito de Varsovia acoge un templo budista.Cuando le preguntamos sobre religión y cultura, cuenta que “como la mayoría de los vietnamitas, soy budista”. De hecho, en Varsovia hay dos templos, uno de los cuales abrió recientemente. En la asociación cultural que preside organizan “celebraciones tradicionales vietnamitas como bodas, fiestas de año nuevo, mítines, etc.”. Pero, ¿y los polacos? “Algunos participan en estos eventos, principalmente la familia o los amigos de algún miembro de la comunidad”. 

Targowisko Bakalarska, mercadillo en polaco, también es otro lugar donde podemos encontrar numerosos vietnamitas en Varsovia. En este gran bazar estaba hasta hace poco el Estadio Nacional. El actual, recientemente reconstruido para la Eurocopa 2012, se encuentra ahora en una explanada en la otra punta de Varsovia. El mercadillo, que tiene más de 1.000 puestos, abre todos los días por las mañanas y allí se vende un poco de todo: desde ropa y zapatos hasta comida o películas. La mayoría de los dueños de las tiendas son de origen asiático y no parecen estar muy dispuestos a hablar con nosotros.

Tras un buen rato insistiendo, encontramos a Hania, quien acepta contarnos algo sobre sus orígenes: “Mis padres son vietnamitas, vinieron a Polonia para trabajar y ayudar económicamente a sus familias”. Le preguntamos si se siente polaca y afirma que “sí, yo ya nací aquí, mis amigos son polacos y voy al instituto en polaco. De hecho, solo he estado una vez en Vietnam, cuando era muy pequeña: tenía cuatro años y no me acuerdo de nada. Pienso quedarme en Polonia a vivir”. Le preguntamos si cree que están integrados en la sociedad polaca y responde que ella sí, pero no sus padres: “No hablan polaco y solo quedan con amigos vietnamitas”. Ella les ayuda en el puesto de zapatos. “No me siento vietnamita para nada, aunque hablo el idioma e intento aprender a escribirlo. Eso sí, celebro las fiestas típicas de Vietnam y no las de Polonia”.

En este mercadillo, la comunidad vietnamita desarrolla gran parte de su actividad comercial.

En estos dos casos nos encontramos con personas que conservan parte de su herencia vietnamita, pero no se plantean regresar. Las nuevas generaciones ya se sienten completamente polacas, aunque conservan su herencia cultural: sus familias han echado raíces aquí y ellos están totalmente integrados, mirando hacia el futuro desde este lugar de Europa.

A lo largo de su historia, Varsovia ha sido y sigue siendo un lugar de destino para muchas personas venidas de otras partes del país o del Este de Europa. Tanto antes como después de la Segunda Guerra Mundial, fue conocida como la segunda París por su alta tasa de inmigración (llegó a tener un 20% de población extranjera, procedente sobre todo de países de Europa Central y del Este). Sus atractivos económicos y culturales, y la tolerancia de sus gentes siguen haciendo de ella una puerta al futuro para quienes vienen desde un Este, ahora más lejano.

Este artículo forma parte de Multikulti on the Ground 2011-2012, una serie de reportajes sobre el multiculturalismo realizados por cafebabel.com en toda Europa.

Fotos: portada, © Silvia Díez Ginestar; texto, rezo en el distrito varsoviano de Praga, (cc) Kuba Bożanowski/Flickr, mercadillo, © Silvia Díez Ginestar. Vídeo: RaszFilm/YouTube.