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Un mensaje de optimismo de los csángó para los Balcanes

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Los csángó, grupo étnico húngaro de la Moldavia rumana, tienen una historia jalonada de agrias luchas en pos del reconocimiento de sus derechos. Se jactan de sus raíces culturales y religiosas que se entrelazan con las de Europa.

Los Balcanes cambian: fatigosa, pesada, contradictoriamente, y a pesar de una clase dirigente hija de un siglo y medio de divisiones, racismos, nacionalismo y nacionalcomunismo; los países danubianos ex comunistas están saliendo de un estado de disgregación política y social que también ha durado demasiado tiempo. Como Grecia, España y Portugal, que en su día salieron de sanguinarias guerras civiles y dictaduras militares, también estos países trabajaban duro para recobrar las condiciones para el progreso político y social. Hoy se hallan señales positivas que hacen suponer un futuro más democrático y “social” para estos países del área balcánica.

Una minoría sofocada anteriormente

En este punto, Rumania es uno de los países más interesantes. Rico en Historia, arte y cultura; punto de encuentro entre el mundo eslavo, alemán, latino, húngaro, turco y gitano, este país, por fin, a encarado el camino de la valorización de la gran riqueza nacional que es la variedad de su patrimonio humano.

En las cercanías de las ciudades de Iasi, Bako y Roman vive una minoría húngara de la Moldavia rumana, conocida con el nombre de Csángó. Desde el Siglo XIX, los csángó son víctimas de una lenta y progresiva asimilación a la mayoría rumana, como también demuestran los datos de los censos oficiales del gobierno rumano: en 1859 había 37.825 húngaros entre los 52.811 católicos moldavos; en 1930 eran 23.894 de los 109.953, en 1992 eran 1.826 de 240.038.Hace 150 años, las autoridades civiles y religiosas de la zona declararon la guerra contra los húngaros de Moldavia (sólo en los años cincuenta, el régimen comunista, instrumentalmente, reconoció a los húngaros el derecho a utilizar el propio idioma, incluso en las escuelas).

Hasta 1989, los csángó eran prácticamente desconocidos, a pesar de que el gran músico Béla Bartok había promovido su estudio desde 1913. Hasta 2000 cualquiera que se proclamara csángó o intentara defender los derechos de su gente era intimidado y perseguido por las autoridades civiles y religiosas rumanas. Los csángó, desde hace siglos, intentan de manera pacífica combatir por sus propios derechos. No obstante, hasta hace una década carecían de suficiente escolarización y preparación como para superar las densas y sofisticadas corazas de la represión del gobierno. A partir de 2000, los csángó han salido de su secular aislamiento y, con el correr del tiempo, han encontrado más y más simpatizantes.

Europa se asoma a los csángó

En 2001, el Consejo de Europa promulgó una recomendación -la número 1521- dirigida al gobierno rumano y a la Santa Sede, en defensa de la “minoría cultural Csángó” en Rumania. Desde entonces, las autoridades de Rumania (por desgracia no las del Vaticano) han debido cambiar su actitud hacia los csángó, que ahora tienen el derecho de estudiar en húngaro en algunas escuelas primarias.

Pero las discriminaciones todavía no han finalizado, como lo demuestra la reciente denuncia a la Comisión Nacional Rumana contra las discriminaciones del obispo de Iasi por no garantizar a los csángó el derecho –sancionado también por los cánones del Concilio Vaticano II- de celebrar servicios litúrgicos en húngaro. De todas maneras, el camino está trazado y es aquel que llevará a Rumania y la Europa danubiana a ser parte activa de la Unión Europea de los pueblos. Europa necesita de la minoría húngara de los csángó de Moldavia. Fue en esta parte de nuestro continente donde en 1466 se realizó la primera Biblia en húngaro; fue aquí donde encontraron amparo los protestantes perseguidos por toda Europa; fue entre esta gente que el gran etnólogo Lüko Gábor fundó la asociación por la amistad rumano-húngara.

Translated from Dagli csango un messaggio di ottimismo per i Balcani