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Turquía: el momento de Erdogan

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Default profile picture Tolga Gucel

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Alma Martín Juan

Política

Mientras la integridad política de Europa del Este pende de un hilo, es fácil olvidar el desasosiego que invadió Turquía el año pasado. A medida que Crimea monopoliza los medios, se podría pensar que todo ha vuelto a la normalidad en Turquía. Si se observa detenidamente, pueden apreciarse grietas en la fachada que Erdogan y su en apariencia omnipotente pandilla habían construido con tanto esmero.

Al tiem­po que co­mien­za la cuen­ta atrás para las elec­cio­nes ge­ne­ra­les de junio de 2015, la pre­sión au­men­ta para el gobierno (Par­ti­do para la Jus­ti­cia y el Desa­rro­llo, AKP) y su líder, con la es­ta­bi­li­dad ame­na­za­da por las acu­sa­cio­nes de co­rrup­ción y el in­cre­men­to de las me­di­das au­to­ri­ta­rias. El con­trol del Pri­mer Mi­nis­tro Recep Tay­yip Er­do­gan sobre su país y los ciu­da­da­nos se ha ten­sa­do de forma gra­dual a lo largo de sus diez años en el poder, pero sólo hace unos años que la ciu­da­da­nía ha co­men­za­do a al­zar­se con­tra lo que se per­ci­be como un ata­que a la re­pú­bli­ca turca, y aún peor, al padre de la Tur­quía mo­der­na, Mus­ta­fá Kemal Ata­turk. Las res­tric­cio­nes con­tra la li­ber­tad de ex­pre­sión, la pren­sa in­de­pen­dien­te y la opo­si­ción del go­bierno a re­co­no­cer los de­re­chos de la co­mu­ni­dad turca LGBT, han crea­do un sen­ti­mien­to ge­ne­ra­li­za­do de en­fa­do, par­ti­cu­lar­men­te entre los jó­ve­nes, que sien­ten que el país atra­vie­sa un pro­ce­so de re­gre­sión en lugar de adap­tar­se al modo de vida y los de­re­chos de la so­cie­dad eu­ro­pea mo­der­na.

el GRIFO está CE­RRA­DO

Por si fuera poco, Er­do­gan ha im­pues­to también la in­fluen­cia de la re­li­gión. Aun­que cuen­ta con una gran ma­yo­ría is­lá­mi­ca, desde la crea­ción de la re­pú­bli­ca en 1923, Tur­quía es un es­ta­do se­glar con una po­bla­ción de ca­rác­ter mul­ti­cul­tu­ral. Sin em­bar­go, dicha con­di­ción se ha visto ame­na­za­da por la cada vez mayor in­fluen­cia is­lá­mi­ca de Er­do­gan, evi­den­cia­da a tra­vés del en­du­re­ci­mien­to de las leyes con­tra el con­su­mo de al­cohol. Una ley de 2011 (ya re­ti­ra­da) elevó la edad mí­ni­ma para el con­su­mo de al­cohol de los 18 a los 24 años. La preo­cu­pa­ción ge­ne­ral cul­mi­nó con un es­ta­lli­do so­cial en mayo, que tuvo su epi­cen­tro en la Plaza Tak­sim y el cer­cano Par­que Gezi, en Es­tam­bul. Er­do­gan reivin­di­có su au­to­ri­dad ante los me­dios de co­mu­ni­ca­ción de todo el mundo con una re­pre­sión po­li­cial bru­tal con­tra los ma­ni­fes­tan­tes. Fi­nal­men­te se so­fo­có el mo­vi­mien­to.

Así que ¿cómo se han man­te­ni­do tanto tiem­po en el poder Er­do­gan y el AKP? Lo cier­to es que du­ran­te la ma­yo­ría de su man­da­to, Er­do­gan ha visto in­cre­men­ta­do su apoyo entre los ciu­da­da­nos tur­cos. Du­ran­te la dé­ca­da de su man­da­to, Tur­quía ha ex­pe­ri­men­ta­do una gran can­ti­dad de cam­bios y cier­to pro­gre­so en el ám­bi­to glo­bal, así como su con­so­li­da­ción como miem­bro des­ta­ca­do en Eu­ro­pa y Asia. Con un cre­ci­mien­to del PBI del 64% entre 2002 y 2012, Tur­quía se ha con­ver­ti­do en una fuer­za eco­nó­mi­ca glo­bal y ha ad­qui­ri­do in­fluen­cia geo­po­lí­ti­ca.

En Es­tam­bul, mi ciu­dad de ori­gen, las cosas se ven con cla­ri­dad. Un nuevo túnel fe­rro­via­rio cons­trui­do bajo el Bós­fo­ro une los gran­des con­ti­nen­tes de Asia y Eu­ro­pa. Jar­di­nes cui­da­dos con pri­mor em­be­lle­cen las au­to­pis­tas, e im­pre­sio­nan­tes edi­fi­cios gu­ber­na­men­ta­les han bro­ta­do por la ciu­dad.  Los nu­me­ro­sos co­ches de­por­ti­vos de lujo, to­do­te­rre­nos y pe­que­ños y ve­lo­ces uti­li­ta­rios co­lo­rean la ima­gen op­ti­mis­ta de la eco­no­mía turca ac­tual.

PERo ¿DE DÓNDE HA SA­LI­DO EL DI­NE­RO?

Los se­gui­do­res de Er­do­gan ala­ban la in­te­li­gen­cia de su líder y el éxito de su po­lí­ti­ca eco­nó­mi­ca. La es­ta­bi­li­dad po­lí­ti­ca con­du­jo al tipo de es­ta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca que ra­ra­men­te se había ex­pe­ri­men­ta­do con go­bier­nos an­te­rio­res, for­ma­dos por coa­li­cio­nes de corta du­ra­ción. Gra­cias a esa es­ta­bi­li­dad es­ta­lló la in­ver­sión ex­tran­je­ra, que al­can­zó un total de 123,7 mil mi­llo­nes de dó­la­res entre 2002 y 2012.

Por otra parte, los que re­ce­lan de Er­do­gan le acusan de co­rrup­ción. Los acon­te­ci­mien­tos re­cien­tes su­gie­ren que Er­do­gan y su go­bierno están in­vo­lu­cra­dos en tra­mas de co­rrup­ción, al igual que mu­chos de los ne­go­cios más ricos e in­flu­yen­tes del país. Se hizo pú­bli­ca la  gra­ba­ción de una lla­ma­da entre el Pri­mer Mi­nis­tro y su hijo en la te­le­vi­sión na­cio­nal. En ella, pre­sun­ta­men­te dis­cu­ten la ne­ce­si­dad de tras­la­dar una gran can­ti­dad de di­ne­ro fuera de su do­mi­ci­lio ante el ries­go de ser des­cu­bier­ta. Por su­pues­to, el Pri­mer Mi­nis­tro des­mien­te las ale­ga­cio­nes y ase­gu­ra que la gra­ba­ción es falsa. Tam­bién se di­fun­dió una con­ver­sa­ción entre Er­do­gan y el di­rec­tor de una im­por­tan­te ca­de­na de no­ti­cias turca, en la que el Pri­mer Mi­nis­tro exige que se de­ten­ga la co­ber­tu­ra in­for­ma­ti­va de un líder de la opo­si­ción, y el di­rec­tor ac­ce­de con su­mi­sión.

Queda por ver si las gra­ba­cio­nes son au­tén­ti­cas o no; en cual­quier caso, mien­tras Er­do­gan con­ti­núe en el poder, pa­re­ce poco pro­ba­ble que tales prue­bas pue­dan usar­se en su con­tra, pues­to que pa­re­ce tener el poder de ma­ni­pu­lar cual­quier no­ti­cia en su favor o el de su par­ti­do. El en­fo­que del puño de hie­rro solo llama la aten­ción con los mo­vi­mien­tos cal­cu­la­dos de Er­do­gan para re­em­pla­zar a mi­li­ta­res des­ta­ca­dos con lí­de­res afi­nes al AKP, con el fin de con­so­li­dar­se en el poder en un país co­no­ci­do por sus gol­pes de es­ta­do mi­li­ta­res. Afor­tu­na­da­men­te, el pre­si­den­te Ab­du­lá Gul anuló la re­cien­te ame­na­za de Er­do­gan de prohi­bir Fa­ce­book y You­tu­be.

SIN AL­TER­NA­TI­VAS

Los son­deos más re­cien­tes mues­tran que el Pri­mer Mi­nis­tro Er­do­gan y el AKP to­da­vía con­ser­van el 40% de los votos. A pesar del cre­cien­te des­con­ten­to con el go­bierno, los ciu­da­da­nos se en­fren­tan al di­le­ma sin al­ter­na­ti­vas ac­trac­ti­vas. El rival más cer­cano a Er­do­gan, el Par­ti­do Po­pu­lar Re­pu­bli­cano (CHP) to­da­vía tiene tra­ba­jo por de­lan­te si quie­re lle­gar a con­ven­cer a los tur­cos.

2014 pro­me­te ser un año mo­nu­men­tal para Tur­quía. A sólo unas se­ma­nas de las elec­cio­nes mu­ni­ci­pa­les, los ob­ser­va­do­res an­ti­ci­pan que el ga­na­dor tam­bién ob­ten­drá la vic­to­ria en las ge­ne­ra­les. Sin em­bar­go, en vista de los úl­ti­mos acon­te­ci­mien­tos, que­dar por ver si Tur­quía sigue con­fian­do en el Pri­mer Mi­nis­tro Er­do­gan.

Zona Cero: Tur­quía - Los ma­ni­fes­tan­tes del Par­que Gezi

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Translated from Turkey: Make or break time for Erdogan