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Sentimientos opuestos entre los Cuatro de Visegrad

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Default profile picture sergio rodríguez

Primero fueron los veteranos de la Unión Europea (UE) quienes no quisieron compartir con los nuevos. Ahora, con la incorporación de Rumania y Bulgaria acercándose, son los Cuatro de Visegrad los que temen recibir una porción menor de la miel de la Unión.

Mientras la mayoría de los encuestados en los nuevos Estados miembro se muestran satisfechos de su adhesión a la UE, algunos están disgustados por no haber obtenido todo lo que esperaban. Como resultado, la idea de que más países se unan a la UE no es siempre recibida con los brazos abiertos en estos países.

Diferentes puntos de vista

Según el Eurobarómetro del pasado mes de septiembre, el apoyo a la UE entre los checos, eslovacos y polacos, ha crecido desde sus respectivas adhesiones en mayo de 2004. El único resultado contrario entre los países Visegrad es Hungría, donde el apoyo a la pertenencia a la UE ha caído a su nivel más bajo (un 42%). Gábor András, del instituto de investigación húngaro TARKI, dice que la disminución "puede deberse a la quiebra de las grandes expectativas del pueblo húngaro [en torno a su entrada en la UE]". Por otra parte, Michal Wenzel, del instituto polaco CBOS, comenta que en Polonia se observa una tendencia opuesta: "El pueblo polaco se ha encontrado con que no ha ocurrido ningún cambio dramático después de la entrada. La mayoría no ha experimentado ningún beneficio a causa de la integración, pero los peores presagios tampoco se han hecho realidad".

El Eurobarómetro también muestra que las perspectivas de futuro para de granjeros y autónomos, el incremento del crimen organizado, tráfico de drogas y la pérdida de influencia de los países más pequeños están en la lista de los temores de los ciudadanos que pertenecen a los países del grupo Visegrad.

El peso de la historia

Las diferencias en las actitudes también están reflejadas en su nivel de entusiasmo sobre la expansión de la UE. Zuzana Kršjaková, desde Praga, apunta que "la razón del miedo a la expansión es básicamente la misma que había en los antiguos miembros en 2004: la mano de obra barata que llega del este y que el temor de que los Fondos de Cohesión vayan a parar a los nuevos miembros. Los checos, a pesar de sus temores financieros, están en general a favor, junto con los polacos y eslovacos, que también apoyan la entrada de nuevos países. Entre los diez nuevos países, Hungría es uno de los más escépticos, pero también defiende el derecho de sus vecinos a unirse. István Szent-Iványi, un europarlamentario húngaro, piensa que "la sociedad húngara en su totalidad no teme la entrada de Rumania y Bulgaria. Lo que complica la cuestión es que, por razones históricas, los húngaros tienen sus reservas sobre Rumania."

Las raíces del rencor actual se sitúan en 1920, cuando tras el final de la Primera Guerra Mundial, Transilvania fue anexionada por Rumania. Hoy en día, la población de esta zona, de unos 102.000 kilómetros cuadrados, suma alrededor de 1,4 millones de húngaros que esperan, bajo la bandera de la UE, volver de forma simbólica a su patria. Erika Törzsök, del Instituto Europeo sobre Minorías Comparadas, declara que el acceso de Rumania debe ser una "oportunidad histórica para la nación húngara de vivir bajo las mismas condiciones políticas y económicas".

Es interesante que, pese al pasado antagonismo y al temor a que nuevos y más pobres Estados miembro puedan reducir el porcentaje que les corresponde de los fondos europeos, los nuevos miembros están más a favor de la expansión que la "vieja Europa". Una de las razones para ello es que los nuevos Estados miembro, al contrario que los veteranos, contribuyen menos a las cuentas comunes de lo que reciben. Es más, habiendo vivido durante décadas tras el telón de acero, sus ciudadanos comprenden mejor a los países que comparten una experiencia histórica similar.

Dinero, dinero, dinero

Pero incluso compartiendo un determinado vínculo histórico, los países de Visegrad están haciendo todo lo posible para asegurarse de que el acceso de más países no signifique que salgan perdiendo. Las negociaciones sobre los presupuestos de la UE para el período 2007-2013 acaban de comenzar, y los nuevos miembros están luchando contra los fundadores para obtener un pellizco aceptable. Por tanto, consolidar el presupuesto lo antes posible es una prioridad para la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia, quienes temen que una vez que Rumania y Bulgaria sean países miembro, comiencen a recibir menos.

También hay temores de que la entrada de Rumania y Bulgaria suponga una pérdida de competitividad para el grupo Visegrad. Según Eurostat, la tasa de crecimiento económico en Rumania y Bulgaria es casi un 2% mayor que la de la región Visegrad. Los costes de trabajo y las tasas son aún menores que las de los nuevos miembros de la Unión. Para mitigar estas preocupaciones, es suficiente con echar un vistazo al último informe de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), que muestra que la entrada de capital extranjero a los diez nuevos Estados miembros ha crecido un 69% desde su acceso a la UE. Además, aunque los dos países candidatos para la entrada en la UE son los principales receptores de inversión directa extranjera en Europa del este, también son menos populares entre los inversores que los países Visegrad que ingresaron el pasado mes de mayo.

Sea cual sea el resultado de los presupuestos, está claro que Rumania y Bulgaria, como el resto de nuevos miembros, recibirán mucho menos de las arcas de la UE que los miembros que se incorporaron en los años ochenta y noventa (Grecia, Portugal, España, Austria, Finlandia y Suecia). Es el momento, como apunta Szent-Iványi, "de que los Estados miembro cesen de regatear sobre pequeñas cantidades y recuerden su objetivo común: incrementar la competitividad de la Unión Europea".

Translated from Mixed feelings among Visegrad four