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¿Se puede saber quién eres, abdellatif kechiche?

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Alternativamente elegante y tirano, encantador y pelmazo, parece que Abdellatif Kechiche cuenta con todos los atributos del cineasta versátil. Desde que algunos técnicos revelaran el comportamiento despótico del realizador durante el rodaje de su última película galardonada, La Vie d’Adèle, el mundo cinematográfico se ha vuelto bipolar al respecto.

Entre esquivo y desleal, retrato de un hombre que se toma su tiempo y, sobre todo, el de los demás. 

Domingo 26 de mayo. Momento de glamour cerca de la Croisette (Cannes). Flanqueado por las dos actrices de su última película, Abdellatif Kechiche recibe la palma de oro del 66º festival de Cannes por La Vie d’Adèle. Pajarita negra, cabello corto y gafas cuadradas, el cineasta franco tunecino, vestido como un ejecutivo de Polylogis, se toma su tiempo, «como de costumbre», para dar las gracias a aquellos que han colaborado en la producción de la película…

EL Ring Abdel

'Le bleu est une couleur chaude' est lauréat du Prix du Public au festival d'Angoulême de 2011.Finalmente, no del todo. Al día siguiente del speech, la autora de la novela gráfica que ha inspirado poderosamente el guión de La Vie d’Adèle, Julie Maroh, dirigió en su blog  un mensaje a «todos aquellos que se sintieron repugnados porque Kechiche no tuviera unas palabras para (ella)». Es difícil tragarse la píldora amnésica, puesto que el cómic titulado Le bleu est une couleur chaude (El azul es un color cálido) constituye el punto de partida de la película. Qué importa, la dibujante no le guardará rencor y Les Inrocks nos tranquilizarán al recordar que «con la emoción (…) nos olvidamos de dar las gracias a tal o a cual». Y además siempre podremos respirar tranquilos al ver, una vez más, que Francia se lanza a quemar a sus ídolos desde el momento en que brillan un poco.

Finalmente, no del todo. Y es que lo que desde ahora denominamos el «Kechiche Bashing» (el ataque a Kechiche) surge más bien en un comunicado publicado el 23 de mayo por Spiac-CGT, el sindicato francés de los profesionales de la industria audiovisual y cinematográfica, con el objetivo de denunciar las malas condiciones de rodaje de La Vie d’Adèle. Desde hace una semana, se suceden los testimonios de técnicos que le ponen a caer de un burro. Salpicada de contratiempos y enmendada por un ejército de principiantes, la producción del quinto largometraje de Abdellatif Kechiche simbolizará las peores condiciones que se han dado jamás en la profesión. Según Denis Gravouil, secretario general del Spiac-CGT, Kechiche no es más que un «tirano». «La peor anécdota que me han contado sobre el rodaje tiene que ver con un técnico, cercano e importante colaborador del cineasta en la película, que sube una elevada escalera para arreglar una bombilla a las 5h de la mañana, tras quince horas de trabajo. Kechiche le dice que baje inmediatamente y que deje esa labor a alguien “reemplazable”», continúa. Algo rarísimo, el hecho de que los jefes de grupo con los que el cineasta trabajaba desde siempre llegaran a abandonar el escenario durante el rodaje. 

«No es la primera vez que me cuentan cosas sobre su comportamiento, relata Denis. Durante su anterior largometraje, Vénus Noire, los técnicos alcanzaban estados terribles de agotamiento y Kechiche no dudaba en echarles bruscamente».  Confiemos, sin embargo, en que el asunto tenga con qué sorprender, en el ámbito de un cineasta que, en sus declaraciones públicas, a menudo se ha mostrado compasivo ante la situación complicada de las intermitencias del espectáculo y extremadamente precavido con sus actores. Pero, ¿se puede saber quién eres en realidad, Abdellatif Kechiche? Lo crean o no, no encontramos la respuesta en La Vie d’Adèle, sino en el pasado. 

de gigoló a marivaux

Abdellatif Kechiche nace el 7 de diciembre de 1960 en Túnez. Seis años más tarde, su familia se instala en Francia, en Niza. En los años 70, el pequeño «Abdel» crece a tientas en una Francia que todavía dice «melón» para referirse a un árabe. El joven encuentra así refugio en las salas oscuras, se queda totalmente prendado del cine de Claude Miller (Dites-lui que je l’aime) y de  Bertrand Blier (Les Valseuses) y se matricula en el conservatorio de Niza tratando de acariciar los sueños de la escritura. Siguen los años 80, en los que los medios de comunicación hablan del «nacimiento de un cine “beur” (mestizo)». De manera paralela a sus estudios de arte dramático y a algunas composiciones teatrales, Kechiche consigue su primer papel cinematográfico para una película de Abdelkrim Bahloul, Le Thé à la menthe (1984), y nos sorprende tres años después al representar a un gigoló vanidoso en Les Innocents de André Téchinéen (1987). Ese mismo año es cuando conoce a la que se convertirá en su pareja, Ghalia Lacroix, con la que escribirá los diálogos de todas sus futuras películas.

« Simboliza a una nueva generación de cineastas sin reglas »

Sin embargo, hasta veinte años después de haberse iniciado en el mundo cinematográfico, Kechiche no alcanza el éxito como realizador. En 2005, cuatro años después del fracaso que acompañó al estreno de su primer largometraje (La Faute à Voltaire), L’Esquive arrambla con cuatro premios César. Rodada por actores noveles, la película narra la vida de un grupo de jóvenes de los suburbios que ensayan una obra de Marivaux. Con La Graine et le Mulet (2007) y Vénus Noire (2010), el cineasta empieza a moverse en el reconocimiento de los medios de comunicación y marca un estilo. Porque han de saber que ver una película de Kechiche significa morir un poco. En los cinco largometrajes, el coste medio es de 2h20. Y para los narcolépticos: La Vie d’Adèle dura 2h50. La leyenda también cuenta que se tuvieron que deshacer 750 horas de pruebas para obtener el montaje y, de hecho, Thierry Frémaux, delegado general del festival de Cannes, habría sugerido algunos retoques con lima para solventar los problemas de película.

En definitiva, en nombre del arte, el artista se toma su tiempo. Y el de los demás. Previsto para ser rodado inicialmente en dos meses y medio, el largometraje ha agotado al equipo durante cinco meses. Terminada a duras penas, La Vie d’Adèle ha tenido un coste de 4 millones de euros, «un coste elevado si tenemos en cuenta que la media para este tipo de películas es de 2 a 3 millones», señala Denis Gravouil. «En cualquier caso, desde que Kechiche montó su propio estudio de producción (Quat’Sous, ndlr), tiene pleno poder. La doble función de realizador y productor permite que esta nueva generación de cineastas se libre de cualquier regla». Así es como, más allá del caso Kechiche, el cine francés contribuye a crear monstruos de dos cabezas, de las cuales ninguna se esfuerza por recordar lo fundamental. Tanto en un discurso, como en los demás. 

La Vie d’Adèle se estrenará en Francia el 9 de octubre de 2013. ¿Irá Kechiche?

Foto : Une et le aiser © cortesía de la página de Facebook oficial de La Vie d’Adèle, Texto : Le bleu est une couleur chaude © cortesía del blog de Julie Maro, Kechiche © cortesía de la página oficial del festival de Cannes ; Video (cc) popelinedejersey/YouTube

Story by

Matthieu Amaré

Je viens du sud de la France. J'aime les traditions. Mon père a été traumatisé par Séville 82 contre les Allemands au foot. J'ai du mal avec les Anglais au rugby. J'adore le jambon-beurre. Je n'ai jamais fait Erasmus. Autant vous dire que c'était mal barré. Et pourtant, je suis rédacteur en chef du meilleur magazine sur l'Europe du monde.

Translated from Mais qui es-tu, Abdellatif Kechiche ?