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Sarah Gainsforth: "No se puede negociar con Airbnb"

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Cafébabel

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Las ciudades se transforman y se mercantilizan hacia un modelo de consumo turístico que perjudica a sus habitantes y a las pequeñas tiendas que venden productos para el día a día. Cuando pensamos en este proceso, el nombre que nos viene a todos a la cabeza es el de Airbnb. Echamos un vistazo al fenómeno de la mano de la periodista e investigadora Sarah Gainsforth que lo analizado en su libro Airbnb città merce. Storie di resistenza alla gentrificazione digitale (2019, ediciones Derive Approdi).

Aburguesamiento, ciudad neoliberal, turismo. ¿Cómo encaja el fenómeno de Airbnb en esta imagen?

En el mundo neoliberal todo es una mercancía: el hogar, el tiempo, las experiencias... Airbnb es uno de los pilares - una de las herramientas - de este proceso de mercantilización y de agravación de las desigualdades. Sobre todo en lo que se refiere a la "financiarización de la vivienda", a la que ha contribuido y que ha acelerado. La casa se está convirtiendo de facto cada vez más en un activo financiero. Ya no es un derecho básico.

En este contexto, es esencial desentrañar la retórica de Airbnb y, a mayor escala, de la economía colaborativa en su conjunto. Hay que distinguir entre los que ponen una habitación en Airbnb para complementar sus ingresos de los que tienen varias propiedades y se lanzan a aprovechar el negocio creado en torno a la plataforma.

En el libro dedico mucho espacio al nacimiento de Airbnb, para mostrar cómo la plataforma no ha satisfecho una "necesidad". De hecho, desde hace algún tiempo ya existían alternativas como Couchsurfing, realmente basadas en el principio de compartir. Airbnb ha creado una oferta y unas oportunidades de negocio para los propietarios de viviendas. Algo que ha sido posible gracias a la integración de la plataforma en un sistema de pago.

«Es esencial desentrañar la retórica de Airbnb y, a mayor escala, de la economía colaborativa en su conjunto»

Además, Airbnb forma parte de una serie de políticas de los agentes públicos y privados destinadas a estimular los flujos turísticos como fuerza motriz del desarrollo económico de las ciudades. La experiencia turística se ha ido comercializando progresivamente, transformando el espacio urbano, cada vez más polarizado entre un centro dominado por el comercio para el "consumo" (que va acompañado de la desaparición de los comercios destinados a los habitantes locales) y unos barrios destinados a aquellos que no tienen suficiente poder adquisitivo. Un proceso característico de los fenómenos de aburguesamiento.

Ya nos estamos quedando atrás, pero es fundamental actuar lo antes posible para corregir y regular estos procesos. ¿Cómo? En primer lugar, comenzando por un trabajo de investigación e información que ponga de relieve con precisión los numerosos puntos críticos a los que nos enfrentamos.

En su libro, encontramos reflexiones muy interesantes sobre la relación entre Airbnb y el mundo de las finanzas. En primer lugar, a pesar del mito sobre el éxito de las nuevas empresas que crecen desde los garajes, el ascneso de Airbnb se debe a una considerable inversión privada. En segundo lugar, como explica detalladamente en su trabajo, el mercado de Airbnb parece estar muy concentrado.

Así es. Airbnb fue a llamar a la puerta de grandes capitales privados. Entre sus inversores destaca Sequoia Capital, un gigante de las empresas de capital riesgo. Si no se entiende el papel de estos actores económicos, no se pueden entender los mecanismos de la plataforma. Esto obviamente también se aplica a otras plataformas digitales como Amazon. No responden simplemente a la necesidad de encontrar "lo que buscas" sino que crean oferta. Transforman la dinámica económica para obtener beneficios concentrados en las manos de unos pocos.

«Airbnb es mucho más que una simple plataforma»

Como he mencionado antes, estamos a años luz de comprender estos fenómenos. No tenemos los instrumentos jurídicos y políticos necesarios para intervenir. Seguimos considerando a Airbnb como una simple herramienta para facilitar el encuentro entre la oferta y la demanda y para permitir complementar ingresos gracias al alquiler a corto plazo de una habitación o casa. Pero Airbnb es un actor económico que provee y opera servicios, tal y como concluye la sentencia sobre el caso de la ciudad de Santa Mónica, en California, de marzo de 2019. Airbnb atrae a propietarios, y maneja los anuncios, las calificaciones, y el sistema de pago. No es un actor neutral en absoluto.

Incluso la cuestión de la concentración de los huéspedes se discute muy poco. Hay, por supuesto, anfitriones ocasionales que corresponden a la narración de Airbnb, pero la tendencia avanza cada vez más hacia una concentración de las casas, que son objeto de los anuncios, en manos de unos pocos propietarios.

Por otro lado, el mercado está ahora saturado: en Italia podemos poner como referencia ciudades como Florencia, Venecia o Roma. Lo mismo se podría decir de Nápoles, aunque en este caso estoy convencida de que todavía se puede invertir la tendencia. Frente a la saturación de los mercados, Airbnb está cambiando su estrategia: ahora se dirige un poco menos a la oferta de casas de alquiler a corto plazo, y más bien hacia "experiencias". Un ejemplo es la experiencia de cocina para aprender a hacer pasta a mano con la Nonna Nerina (https://ilmanifesto.it/airbnb-la-strategia-dellesperienza/)” en Roma. Airbnb, que probablemente quiere cotizar en bolsa este año, busca convertirse en una agencia de viajes integral.

Volvamos a la relación entre Airbnb y el turismo. Este sector se considera a menudo como la receta mágica para revitalizar el sur de Italia, más empobrecido, y las zonas en peligro de despoblación. Sin embargo, la mayor parte de los empleos generados por el turismo se caracterizan por salarios bajos y un contenido innovador muy limitado.

Así es. De hecho, Airbnb solo crea trabajos relacionados con la limpieza, a menudo con salarios muy bajos. Conozco gente que limpia casas en Airbnb por 3 euros la hora. La polarización de la que hablábamos antes también se puede observar en el sector del turismo en su conjunto: tanto en el comercio como en la restauración, la propiedad de los servicios se concentra cada vez más en manos de unos pocos, mientras que los empleados, camareros y personal de limpieza luchan con salarios más bajos.

En este marco Airbnb es también, en parte, un reflejo de este ensanchamiento de la brecha de la desigualdad. Por un lado, están los que se hacen ricos, tal vez porque ya tenían varias propiedades y aprovecharon esta oportunidad de negocio. Pero en el otro extremo, tal y como cuento en mi libro, también hay gente que usa estos alquileres a corto plazo para llegar a fin de mes. Algunos llegan a alquilar su propia habitación. Son respuestas dramáticamente privadas a una situación de crisis.

Volviendo al turismo, hay que reconocer que las actividades relacionadas con este sector redistribuyen muy poco: la mayoría del gasto en turismo termina en actividades privadas sin efectos positivos significativos en las comunidades. Según un informe sobre el tema elaborado por el Banco de Italia en 2018, el gasto turístico en 2015 ascendió a 88.000 millones de euros (casi el 6% del PIB), de los cuales una tercera parte se destinó al uso de la vivienda en propiedad para fines turísticos. Pero, ¿cuál es el impacto en el desarrollo de los territorios afectados por el turismo? El Banco de Italia señala que el efecto económico de las actividades turísticas es generalmente limitado y en el caso de eventos importantes como el Jubileo o las Olimpiadas, transitorio.

Mientras tanto, cuando el turismo adquiere un orden de magnitud considerable, la actividad económica de los territorios afectados por esos flujos se transforma, y las tiendas del día a día cierran para dar paso lugares de consumo y al comercio minorista. Definitivamente es un escenario que no es realmente adecuado para combatir la despoblación o promover el desarrollo del Sur. No solo eso, en mi opinión se presta muy poca atención a los costos que este sector conlleva para la comunidad. En una ciudad como Roma, por ejemplo, la afluencia de turistas supone un coste adicional para la gestión de los residuos. ¿Se tienen en cuenta estos costos cuando hablamos de fomentar el turismo?

En el libro como en tu trabajo periodístico, siempre destaca el tema de la regulación de Airbnb y el acceso a los datos.

Regular las plataformas es una tarea muy difícil. Lo que podemos hacer es exigir que se introduzcan límites en las licencias y en el número de noches (con un código de identificación) y que se establezcan oficinas para alquileres a corto plazo a nivel municipal. Sin embargo, las ciudades están en una posición desigual en comparación con Airbnb. Necesitan invertir importantes recursos para mantenerse al día y asegurar un control adecuado.

Además, Airbnb no hace públicos los datos de los que dispone. En tal situación, es demasiado complejo calcular los flujos y la ocupación, determinar si todos los huéspedes han sido realmente registrados. No podemos ni siquiera comprobar si los ayuntamientos realmente recaudan todos los ingresos que deberían del famoso impuesto a las pernoctaciones turísticas.

Ya ni hablemos del tema de los impuestos: la sede principal europea de Airbnb está en Irlanda, un país conocido por su generosa política tributaria para las grandes empresas. No solo eso, porque Airbnb ha desatado la ira de Federalberghi (la Federación de Asociaciones de Hoteles y Turismo italiana) al negarse a pagar a la Agencia Tributaria el impuesto del 21% sobre las tasas de hospedaje, eludiendo así la normativa e incurriendo en numerosas demandas.

Así que es esencial reconocer que Airbnb es mucho más que una simple plataforma, como se afirma en la sentencia sobre el caso de Santa Mónica. La Unión Europea, por otra parte, parece ir en la dirección opuesta como resultado del contencioso por una representación de los hoteleros franceses por competencia desleal.

En diciembre de 2019, el Tribunal de Justicia de la UE reconoció a Airbnb como un servicio de mediación no comparable con una agencia inmobiliaria, lo que permite a la empresa hacer caso omiso de las normas del sector. Este es un juicio muy serio, que podría tener consecuencias muy preocupantes en los años venideros.

Hablemos de los movimientos que luchan contra Airbnb. ¿Cuál es la situación en Italia?

El panorama es muy variado y depende mucho del contexto de cada ciudad. A nivel europeo, en la primavera de 2019 diez ciudades (Amsterdam, Barcelona, Berlín, Burdeos, Bruselas, Cracovia, Múnich, París, Valencia y Viena) solicitaron oficialmente que la UE tome cartas en el asunto para regular Airbnb y garantizar el derecho a la vivienda.

Igualmente relevante en este contexto es la SET, la Red de Ciudades del Sur de Europa Frente al Turismo, fundada en abril de 2018. Se trata de una red de ciudades, colectivos y asociaciones del Mediterráneo. Como explico en el libro, hay varios casos de luchas y coaliciones urbanas que han tenido éxito en la contención de Airbnb.

Las ciudades italianas más activas en este sentido son Venecia, Bolonia, Nápoles, y Florencia. Venecia, por ejemplo, ha creado el Observatorio Cívico de la Casa y la Residencia (OCIO), que está haciendo un importante trabajo de investigación. En Florencia, Per un’altra Città colabora con la revista La Città Invisibile, mientras que la CGIL (Confederación General Italiana del Trabajo) y Sunia (Sindicato Nacional Unificado de Inquilinos y Usufructuarios) han organizado hace poco una [conferencia].(https://www.gonews.it/2019/12/05/turismo-casa-lavoro-decalogo-la-sostenibilita-cgil-sunia/) para reunir propuestas para políticas sobre turismo sostenible. En Bolonia, se han recogido firmas para una investigación pública sobre el tema de la vivienda.

Las redes de movimientos urbanos todavía necesitan ser fortalecidas para llevar sus demandas a una escala más amplia que les permita contrarrestar a Airbnb. También son interantes las redes interinstitucionales que se están formando, y las luchas que los administradores públicos como los de París están llevando a cabo. Como Murray Cox, el fundador de Inside Airbnb (un sitio web que monitoriza el impacto de Airbnb en contextos urbanos, observó con razón cuando le entrevisté, es esencial crear alianzas entre ciudades, tanto entre movimientos como entre administraciones. No se puede negociar con Airbnb.


Este artículo es parte de una colaboración con la revista QCodeMag. La entrevista de Clara Capelli, publicada originalmente en QCodeMag el 23 enero2020.

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Foto de la portada: Alper Çuğun, AirBnb protest ad, Flickr CC

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Translated from Sarah Gainsforth: «Con Airbnb non si può negoziare»