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Sara Carbonero y yo: Una 'periolista' española contra la crisis

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Sociedad

España. Año 2011. Una realidad se extiende como una plaga: LA CRISIS. Dicen que es culpa de “los mercados”; así, en abstracto; que es un “colapso del Estado de bienestar”.

Algunos incluso apuntan a una conjunción de los astros y a las tesis de Nostradamus sobre la III Guerra Mundial y la llegada de un papa negro… Así está el clima en un país donde hay el doble de periodistas que empleos para periodistas. Conocemos el turbulentísimo mercado informativo español a través de una de sus amazonas.

Nuestra protagonista forma parte de esa generación que no se sabe muy bien cómo calificar. ¿Es una Ni-Ni? Podría ser, ya que ahora ni estudia, ni trabaja. ¿Es una joven europea? Puestos a poner etiquetas, así sería, aunque más bien es una ciudadana del mundo. De esas que manejan el inglés, que ha viajado porque los vuelos son más baratos y convive con otras culturas debido al fenómeno de la inmigración que aprecia porque reside en un barrio madrileño “multicultural”.

Es periodista. Compartió una asignatura en tercero de carrera con Sara Carbonero. No sabe bien en qué se ha equivocado. Si la comparan con la periodista triunfadora, calla y piensa. Pasó por la duda: “¿Qué habré hecho mal, Dios mío, por qué me has abandonado?; la culpa: “Eso es porque no soy tan guapa como ella”; la negación: “Si a mí me hubieran ofrecido la carrera de Sara, no la habría cogido”. Y ahora se lo toma con humor. Con su máster en Comunicación Social, su título de especialista de Violencia de Género y una carrera laboral marcada por los contratos parciales de teleoperadora, dependienta, pizzera, becaria y más cosas que no se pueden contar, está en paro. Sin subsidio, por supuesto.

¿Y el futuro?

Con un préstamo del Ministerio de Educación para estudiar postgrados, a devolver si se cotiza 22.000 euros brutos anuales, se plantea volver a casa de sus padres. Abandonar la independencia que le costó ganarse, e intentarlo de otra manera. No sabe muy bien cuál será, pero no cae en el desánimo. Bueno, a veces sí. Cierto que no está rebuscando en la basura (hay cada vez más gente que lo hace). Pero piensa que algo falla. Se supone que estamos en una “meritocracia”. Que si estudias mucho y ganas tus becas, compaginándolo además con trabajos parciales, algo saldrá. De lo “tuyo”, a ser posible. De aquello por lo que has luchado duramente, para lo que te has formado y a lo que soñabas con dedicarte cuando tenías que elegir si seguir estudiando al cumplir tu mayoría de edad.

Mira a su alrededor porque tiene tiempo. Cual experta en marketing, aplica la técnica DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) para saber cómo está la competencia y cuál es su nicho de mercado. Resumen: está la cosa muy malita. 

¿Tantos años de carrera para nada? Amigas con un CV mucho mejor porque han hecho prácticas en medios de comunicación no remuneradas durante la licenciatura trabajan como autónomas (por lo que tienen más gastos que ingresos, y dependen de su familia para seguir buscando algo mejor) o están cobrando una miseria para intentar ser corresponsales. Amigos que han decidido dejar su carrera en el mundo de la información porque tienen que comer y necesitan un salario mínimo de 800 euros, algo que no les van a ofrecer en este “mercado”. Algunos que han decidido vender su ideología al mejor postor porque eso les permite publicar e ir cogiendo tablas. Los menos, han triunfado. Apostaron por el periodismo deportivo, la crónica social (periodismo rosa y telebasura) o el mundo corporativo. ¿Cuál es su sitio? Las ONG’s están luchando por unas subvenciones raquíticas y no ofrecen contratos. En el año internacional del voluntariado, parece que este modelo es el que prima: haz tu trabajo de forma no remunerada, así al menos cogerás experiencia.

La llegada de Silvio

Cuando fue a los Servicios Públicos de Empleo (el antiguo INEM, o “paro”) y le preguntaron qué puesto buscaba, contestó con sorna: “Directiva de CNN+”. Acababan de cerrar ese canal tras la compra de Sogecable por Berlusconi echando a periodistas cualificados y de prestigio. Menos oportunidades para ella. Y una afirmación del modelo que predomina: el info-entretenimiento. En su TDT sigue apareciendo CNN+, pero se emiten las imágenes del canal Gran Hermano 24 horas.

¿Las nuevas tecnologías? ¿El periodismo ciudadano? Por supuesto. Ser bloguera, administrar páginas de Facebook, usar Twitter e incluso publicar en distintos portales te hace seguir escribiendo, pero no ganar dinero.¿Y el mundo académico? Amistades que abandonan tesis porque no les dan las becas de doctorado. Otras que deciden seguir estudiando, financiadas por unos padres que consiguieron un trabajo fijo allá por los años 70. Pero ella quiere ser “población activa”.

Su madre le dice que por qué no emigra al ver en televisión que Alemania ofrece contratos para jóvenes con estudios superiores. No es oro todo lo que reluce. Ella tiene amigos que están en Europa haciendo un trabajo interesante de periodistas. Pero también otros que se fueron pensando que iban a encontrar el maná monetario y han tenido que volver porque sólo han encontrado precariedad. Para eso puede quedarse en España, que a lo mejor de camarera, cajera o dependienta encuentra algo.

¿Qué nuevas aventuras le deparará el futuro a esta joven de 27 años? Seguiremos informando. Si nos dejan las circunstancias. Al fin y al cabo, tal vez esto sea una simple fábula. Una metáfora con la que nadie se sentirá identificado. Porque si muchas personas estuvieran en la misma situación, digo yo que se quejarían, y harían manifestaciones al estilo de las de la cuenca mediterránea y el Magreb. ¿O no?

Fotos: portada: (cc) Vedia; estudiando: Sergio López. SerjforiuS/ Ambas cortesía de Flickr. Vídeos: Youtube.com