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Resistiendo en Budapest (a pesar de Orbán y la especulación inmobiliaria)

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Con la excusa de la "promoción de la cultura húngara", el centro histórico de Budapest ha cambiado completamente de cara en el plazo de una década, convirtiéndose en un parque de atracciones para los turistas. ¿La consecuencia? La especulación inmobiliaria se ha disparado y las organizaciones sociales se están viendo empujadas hacia las afueras. Aun así, hay quienes todavía resisten.

"En un par de años, los alquileres aquí han aumentado en un 50%", dice Sarah Gunther, artista y activista del colectivo Pneuma Szöv (literalmente: "colectivo del aire"). Sarah es de origen alemán, pero vive en Budapest desde hace una década, en la que ha sido testigo de la metamorfosis de la ciudad. La sede de Pneuma Szöv se encuentra en el cuarto piso de un refinado y decadente edificio del centro histórico. Hasta hace poco el inmueble albergaba numerosas asociaciones y organizaciones sin fines de lucro. Pero ahora los pasillos están llenos de cajas, preparadas para la mudanza, programada para dentro de un mes. No son un caso aislado: el 60% de las asociaciones ya no pueden pagar el alquiler debido a las subidas de los últimos años. Muchos centros de activismo están sufriendo el mismo destino bajo la presión de la administración local, espejo y brazo del gobierno del primer ministro, Viktor Orbán.

Auróra, Gólya y Cargonomia: aquí está la Budapest de los activistas

Si hasta hace unos pocos años a Budapest todavía se la conocía como la París del Este por su floreciente "vida intelectual" animada por los cafés y lugares públicos del centro histórico, la realidad de hoy cuenta una historia completamente diferente: la gentrificación y el turismo de masas han llevado al cierre o a la "segregación" en las afueras de muchos lugares de reunión, así como de "centros de pensamiento" libres de la capital húngara.

Damos espacio a asociaciones y a todo aquel comparta nuestra visión. El único requisito para trabajar aquí es proporcionar un servicio a la comunidad.

No muy lejos de la sede de Pneuma Szöv se encuentra Auróra, una empresa social creada para “conectar en red actividades asociaciones culturales y políticas y organizar acciones para el fomento de las relaciones vecinales en la comunidad local. El edificio Auróra alberga varias ONG y grupos de activistas, incluidos varios estudiantes de la Universidad de Europa Central y Szabad Egyetem, el "movimiento por una universidad libre". El centro social está políticamente cerca de George Soros. "Hemos sido atacados por la administración local y, en general, por el gobierno húngaro desde nuestro nacimiento en 2014", dice uno de los representantes de Auróra. "Todo comenzó con el arresto de más de veinte personas acusadas de colaborar en la venta de drogas. Nos cerraron por un tiempo, luego fuimos a los tribunales y ganamos el caso. Pero siguieron observándonos de cerca y ahora han conseguido limitarnos el horario de apertura del bar hasta las diez de la noche. Los ingresos del restaurante son nuestra principal fuente de financiación y su cierre más temprano nos ha puesto contra las cuerdas. Aún tenemos suerte de que el dueño del edificio es extranjero; si hubiera sido húngaro, seguramente ya nos habrían echado".

Las asociaciones sociales de Budapest están sufriendo cada vez más la presión de una mezcla letal de ataques políticos y un mercado inmobiliario desatado. Gólya, una cooperativa nacida en 2011 y con una fuerte orientación hacia la izquierda, es un ejemplo llamativo. El edificio que la alberga ahora está rodeado de edificios nuevos y pronto será demolido. Pero milagrosamente, gracias a donaciones, hipotecas contratadas con particulares y un crowdfunding, el colectivo logró comprar más de 40.000 metros cuadrados de una antigua fábrica de automóviles a las afueras de la ciudad. Pronto construirán ahí la nueva sede de Gólya.

Cuando uno ve el aspecto que tiene hoy la fábrica, parece imposible que con solo quince trabajadores y algunos de voluntarios sean capaces de renovar el lugar en tan poco tiempo como desean. El objetivo de Gólya es abrir lo antes posible la primera parte del edificio que albergará, entre otras cosas, una guardería, oficinas compartidas para ONG, un gimnasio, un estudio de radio y un "espacio de descanso" para personas sin hogar. "Tenemos la ambición de mostrar cómo la sociedad podría funcionar si las personas se autogobernaran y fueran totalmente independientes en términos financieros", explica Gergő Birtalan, uno de los doce miembros de la cooperativa. "Damos espacio a las asociaciones y a cualquiera que comparta nuestra visión. El único requisito para trabajar aquí es proporcionar un servicio a la comunidad".

Budapest
Stefan Munder, Flickr CC

La idea de autosuficiencia es el principio que también impulsa a Cargonomia, "un centro logístico que ofrece soluciones para el transporte sostenible de alimentos, un punto de recogida y distribución de frutas y verduras ecológicas producidas a kilómetro cero y un espacio-incubadora para el desarrollo de actividades e ideas relacionadas con el principio del decrecimiento y la sostenibilidad medioambiental". Cargonomia también organiza talleres sobre sostenibilidad y permacultura para escuelas, actividades de investigación en colaboración con universidades, y programas para la inclusión laboral de minorías desfavorecidas -como los habitantes de zonas rurales- y minorías, como las personas de etnia gitana. No solo eso, Cargonomia también pretende devolver los jardines a los patios de los edificios de la ciudad: "Hasta los años 80 Budapest era prácticamente autosuficiente en términos de producción de frutas y verduras. Pero la industria agrícola se lo cargó todo en diez años", explica Vincent Liegey, un francés que se vive en Budapest desde hace 17 años y que, además de ser uno de los cofundadores de Cargonomia, es también cofundador del partido Lehet Más a Politika (LMP), literalmente Otra política es posible, el partido verde de Hungría. "Con Cargonomia intentamos reproducir la autosuficiencia de antaño e influir en la política mostrando que una alternativa es posible incluso a pequeña escala".

"Orbán habla del cristianismo como los cimientos de la sociedad húngara, pero las iglesias están vacías".

La vida de las ONG es aún más difícil desde que se aprobaron las leyes "anti Soros" y de que el Gobierno emprendiera una campaña de difamación contra las organizaciones humanitarias. "En realidad, las leyes que criminalizaban a quienes ayudan a los solicitantes de asilo no nos afectaban tanto", comienza Miklós Ligeti, director del departamento de asuntos legales de Transparencia Internacional Hungría. "Pero el gobierno todavía nos mantiene muy ocupados, dadas las prácticas de competencia desleal, los anómalos procedimientos para la contratación pública y, sobre todo, el extraño enriquecimiento de algunas personas cercanas al Ejecutivo". En Hungría observamos un crecimiento considerable del capitalismo de colega: un sistema donde la asignación de recursos, incluso públicos, se realiza en base a amistades y conocimiento personal, en lugar de criterios de selección transparentes". Por ejemplo, Istvan Tiborcz, yerno de Vitkor Orbán, se ha convertido en una de las personas más ricas del país, con solo treinta años de edad, de la noche a la mañana. Una parte sustancial de los beneficios obtenidos por la empresa Tiborcz, Elios Innovatív Zrt., entre 2009 y 2014 , procede de proyectos europeos. De hecho, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF, por sus siglas en inglés) ha informado de irregularidades en los procedimientos de distribución de fondos a nivel nacional. OLAF llegó a sugerir que la Comisión Europea debía recuperar los 43 millones de euros absorbidos por Elios Innovatív Zrt. Sin embargo, según informa TI, el Gobierno aún no ha emprendido ninguna acción contra esa situación.

El juego de Viktor Orbán

Viktor Orbán sabe bien jugar sus cartas. Tan bien que puede considerarse "el bastardo más astuto de Europa", dice Liegey de Cargonomia. "Orbán sabe cómo usar métodos muy efectivos para mantener el poder y mostrarse como el más fuerte". En otras palabras, el primer ministro "elimina", uno por uno, a cualquiera que pueda representar una amenaza. En lo que respecta al tema de la migración, ha sido capaz de crear un problema donde no existía, conforme a su agenda política personal. "Habla del cristianismo como el fundamento de la sociedad húngara, pero las iglesias están vacías. La realidad del país es muy diferente de la que él cuenta. Lo que realmente le importa a la gente es el sistema de salud, el sistema escolar, la emigración de jóvenes. Pero en el país no hay debate público". Todo lo contrario, lo que queda es una narrativa mediática completamente sujeta al control del gobierno.

"Incluso quienes están a favor de la UE no saben cómo funcionan las instituciones europeas. Ni siquiera la élite intelectual".

Orbán ha conseguido mantenerse en el poder gracias a acciones específicas como el aumento del salario mínimo unos meses antes de las elecciones europeas de 2019, o la concesión de la ciudadanía húngara a personas rica de otros países. "La última reelección fue rotunda: realmente comenzamos a perder la esperanza de poder deshacernos de él", admite Liegey.

Orbán es visto, incluso dentro de su propio partido, como un mal menor: el único capaz de mantener la promesa de que el comunismo no volverá nunca. Sobre todo teniendo en cuenta el fatalismo que caracteriza al carácter de los húngaros, que tienen presente en sus memorias el hecho de que Hungría ha estado ocupado por fuerzas extranjeras durante cinco siglos. Muchos pensarían que la entrada en la Unión Europea debería haber tenido un impacto positivo en las políticas nacionales, ¿por qué no ha sido así?

Una idea de Europa que va más allá de las instituciones de la Unión

"Incluso las personas que están a favor de la UE no saben cómo funcionan las instituciones europeas. Ni siquiera la élite intelectual más activa políticamente. Solo el 45% de la población votó en nuestro referéndum de adhesión a la Unión e, incluso entonces, había una idea muy vaga entre la gente de lo que realmente significa ser parte de la UE", explica Liegey. "La clase dominante húngara tenía una visión romántica de Europa y creía que el dinero de Bruselas para inversiones estructurales sería muy positivo; el crecimiento y la democracia habrían venido solos en consecuencia. Pero los fondos de la UE han tenido el efecto contrario. Han exacerbado la corrupción, las desigualdades y los intereses de las corporaciones occidentales".

"Sentimos que somos europeos de Oriente: no tenemos los mismos recursos [que Occidente] y debemos encontrar nuestra propia manera de hacer que las cosas funcionen". En mi opinión, hoy Europa está dividida en dos. Y si la UE todavía quiere ser un marco para el desarrollo de la democracia, debe ser capaz de armonizar las dos partes", explica Birtalan, de la cooperativa Gólya. "No tenemos una larga tradición antifascista como en otros lugares. Salir a la calle para manifestarse no sirve para nada si ya sabes que las cosas no cambiarán. Por eso hemos decidido abandonar estas formas de activismo 'pequeño-burgués'. Debemos cambiar la realidad desde los cimientos, organizarnos y ser económicamente autónomos. Solo si tenemos una base financiera y social sólida detrás de nosotros, el movimiento podrá lograr los objetivos políticos que se ha fijado".

Budapest
Alexander D. Ricci, Flickr CC

Para Liegey "la lealtad es uno de los valores fundacionales de la sociedad húngara. Orbán ha aprovechado esta característica, promoviendo la idea de que cualquiera que dé un paso en contra de la línea del gobierno será neutralizado al instante. Ideológicamente es un discurso fuerte, pero, en realidad, también lo hace muy inestable: tan pronto como una masa crítica de personas suficiente se organice, Orbán puede venirse abajo en un instante. Podría suceder mañana o dentro de veinte años, nadie lo sabe". En el techo de la fábrica, Birtalan habla tranquilo, el sol inunda su rostro, mientras que abajo, los trabajadores continúan las renovaciones: "Tal vez ganemos, tal vez no. Pero el cambio es posible. Si no lo creyera, no estaría aquí trabajando".


Este reportaje es parte de una colaboración entre Cafébabel y European Alternatives. El texto es una adaptación de una historia escrita por Irene Dominioni, realizada en el marco del proyecto European Alternatives, _Transeuropa Caravans _ y previamente publicada en Linkiesta y Politial Critique. El reportaje se realizó en mayo de 2019, antes de las elecciones europeas.

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Logo © Transcaravan, European Alternatives

Créditos de la foto de portada: Transeuropa Caravans/ Stefan Munder.

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Translated from Resistere a Budapest: contro Orban e la speculazione edilizia