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Protestas estudiantiles en Viena: la calma tras la tormenta

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Default profile picture Alba Mateos

Sociedad

Seis meses después de las protestas estudiantiles en Viena, los que participaron en ellas echan la vista atrás con sentimientos encontrados y críticos con el futuro.

“¿Protestas? Lo siento, yo no...¿A qué te refieres?" Frente al edificio principal de la Universidad de Viena, la pareja de japoneses me mira simpática aunque sin entender. No han oído hablar aún de las protestas y ocupaciones de aulas que hace poco tuvieron lugar en las universidades vienesas. Y efectivamente, por lo que parece aquí las cosas siguen su curso habitual: estudiantes y docentes se apresuran de una clase a otra y se apretujan en clases atestadas, mientras en los patios interiores los bustos de los eminentes catedráticos vieneses lucen sin pintadas o sombreros de carnaval. ¿Está realmente “todo como siempre”? ¿Las protestas de estudiantes y profesores, que tuvieron un rápido efecto también en Austria, se van extinguiendo sin dejar huella? No exactamente.

El auditorio de la Universidad de Viena durante las protestas de 2009

Nostalgia del Che en el campus: ¿dónde están los estudiantes?

Emprendemos la búsqueda de lo que queda de ello en el salón de actos del campus, el último “espacio autogestionado por estudiantes de la universidad de Viena”. Sin embargo, en las llamadas BAula ('Befreite Aula', que podría traducirse como 'salón de actos liberado') sólo quedan un puñado de ocupantes (o libertadores) quienes se dirigen entre ellos con patéticos 'Comandante' u 'Oficial' y, según parece, ninguno de ellos es estudiante. Uno exige una “charla con Winckler” [Georg Winckler, el rector de la Universidad de Viena]. Quieren expresar su opinión de una vez por todas. ¿Peticiones? “No tenemos ninguna petición.” Sólo quieren que Winckler les “devuelva”, por favor, el dinero gastado en las operaciones policiales. A estos autodenominados liberadores del BAula, las peticiones concretas de los estudiantes como las que en otoño redactaron en grupos de trabajo interminables y que escribieron en largas listas, evidentemente, les dan igual.

Bolonia apesta

Cambio de escena: una espaciosa sala en el Instituto de Ciencias Políticas, sala que “ganaron” los estudiantes en el marco de la protesta. Pancartas en las paredes muestran los restos de la campaña Bologna Burns, que en marzo volvió a conseguir una amplia atención mediática: 'Bolonia apesta', 'Disolved la cumbre' o 'Ciencias Políticas contra Bolonia'. Muchos envidian la sala, dice Tobias Boos, que estudia aquí desde hace tres años y que, por lo tanto, ha presenciado todo lo ocurrido antes de las ocupaciones. La imagen de un movimiento surgido espontáneamente de la nada es de todos modos cuestionable, ya que las protestas contra la grave y precaria situación empezaron ya hace unos semestres. La enorme movilización del mes de octubre se debe, según Tobias, a la “estúpida reacción de los de arriba”, como las represiones o las provocaciones verbales del rectorado y la política. No obstante, echando la vista atrás se muestra decepcionado con la movilización en Viena. Para la mayoría una larga participación activa ha resultado incompatible con la “gestión individual del tiempo”. El nuevo sistema no se detiene ni ante las más duras críticas.

El 11 de marzo de 2010 el proceso de Bolonia celebró su décimo aniversario

Por eso, para Tobias la influencia de los grupos formados por personas que no son estudiantes, como en el caso de BAula, son una “espada de doble filo”. Si bien no se han tomado algunas “importantes decisiones estratégicas” a causa de intereses múltiples y difusos y se ha puesto en duda la legitimidad de las peticiones y acuerdos, también es cierto que con grupos como BAula, los estudiantes tienen un espacio dónde ordenar sus propias ideas y organizar acciones.

“Ahora al menos todos conocen la catastrófica situación”

Otra particularidad de la protesta de Viena fue la solidarización de docentes e investigadores. Eso hay que agradecérselo a Thomas Schmidinger, profesor de la Universidad de Viena y presidente de la IG externe LektorInnen und freie WinssenschaftlerInnen (organización de profesores externos e investigadores libres) que desde el principio expresó públicamente su apoyo a los ocupadores del salón de actos. De hecho, se ha ido extendiendo entre el profesorado la comprensión y una secreta simpatía hacia los estudiantes, señala Schmidinger; simpatía que, sin embargo, no ha llegado hasta lo más alto de la jerarquía.

En cambio, a Schmidinger le fascinó enseguida el compromiso de los estudiantes y nunca le molestó la gran heterogeneidad del movimiento: “Más bien me habría inquietado si desde el principio hubiera habido una línea de acción clara. Me habría hecho sospechar de la posible existencia de un grupo político detrás de todo eso.” La movilización de los docentes ha atraído finalmente el esperado interés mediático para llamar la atención sobre su propia situación precaria así como las deficiencias del sistema educativo. Algunos de los mayores logros de la movilización han sido la gran mediatización y el “sorprendente reportaje positivo de la prensa”, con palabras de Schmidinger. De esta manera se pueden tratar problemas político-sociales como la mercantilización de la educación o la precariedad, más acusada en tiempos de crisis.

El balance

De Viena a MadridPor el contrario, al hacer un balance, en lo que se refiere a peticiones concretas por parte del estudiantado y profesorado, el movimiento ha sido un pequeño fracaso. Se han hecho “concesiones marginales sin efectos verdaderos”, dice Schmidinger; Tobias describe el comportamiento de la Universidad como “falso desde el principio”. Sobre el papel las cosas han ido como se esperaba. ¿Desilusión? No necesariamente. Tobias está convencido de que la movilización ha contribuido al menos a activar políticamente a los estudiantes y ha provocado una “nueva autoconcepción”. Ahora lo importante, sigue Tobias, es que se afiancen las nuevas estructuras que se han creado para lograr una propia autodeterminación estudiantil, aunque en última instancia eso pueda significar ir en contra de los deseos del rectorado. Thomas Schmidinger espera que también se haya demostrado la influencia de los profesores en la universidad: “Al menos, en el futuro se nos temerá un poco más”.

Nota: las protestas continúan

En los últimos días, los ánimos han estado muy caldeados en la Universidad de Viena después de que el rectorado mandara desocupar definitivamente el salón de actos del campus, pese a la resistencia de los estudiantes, y de éstos anunciaran el cese de las conversaciones con el Ministerio de Ciencia y la intención de reemprender las protestas en las calles. En las próximas semanas se verá realmente si este anuncio y la renovada ocupación del salón de actos significarán la vuelta a la movilización contestataria o si serán sólo un signo de su impotencia frente a las decisiones del rectorado y la política.

Muchas gracias al equipo de cafebabel en Viena. Lee su blog aquí.

Fotos: Protesta en la universidad ©nogotiable_me/flickr y ©Daniel Weber/flickr; ©Spruchbänder ©Bertram Lang; Bologna Burns Madrid ©Cau Napoli/flickr

Translated from Studierendenproteste in Wien: Bologna stinkt!