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'Pi Day': ¿por qué el mundo celebra al número que contiene el universo?

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Lifestyle

Místico, irracional y trascendental, el misterioso número pi desvela a la humanidad desde hace más de dos mil años. Durante la festividad coinciden la nomenclatura anglosajona March 14th 2015 y los cinco primeros dígitos de π, lo cual convierte a esta fecha en uno de los momentos más 'geek' del calendario internacional. 

Quiero dejarlo claro desde el comienzo: me relaciono con las matemáticas igual que con mi gata Mixolidia, a quien admiro aunque no comprendo. Pero la ciencia es inclusiva y este déficit personal no impide que aprecie uno de los momentos geek más simpáticos del calendario: el 14 de marzo, cuando todo el mundo celebra el Pi Day.

Esta loca jornada comenzó a festejarse en 1988 gracias al fanatismo numérico del físico Larry Shaw. La fecha, además, coincide con el natalicio de nada menos que de Albert Einstein, quien no fue precisamente reconocido por sus dotes matemáticas. Pero esto es relativo, claro.

¿Y cuál es la gracia? Pues bien, este juego se da por la coincidencia entre la nomenclatura anglosajona March 14th 2015 (es decir, 3/14/15) y los cinco primeros dígitos de π: 3,1415… Y si además consideramos los siguientes cinco dígitos (9, 2, 6, 5 y 3), la jornada tendrá un instante fugaz de precisión matemática tan solo siete segundos antes de las nueve y veintisiete de la mañana.

¿Y cuál es la forma apropiada de celebrar esta fecha? El departamento de matemáticas de la Universidad de Harvard, por ejemplo, le puso groove a los decimales con un himno en su honor. Un agricultor estrella de YouTube, Derek Klingenberg, arreó festivamente a sus vacas hasta formar la letra griega.

Aunque el nerdismo internacional consagró prácticas tan diversas como extraoficiales, en rigor, no existe una tradición clara que nos oriente. De modo que, muy a nuestras anchas, entreguémonos a una elegante y contemplativa tarea que nos permita descubrir alguna curiosidad asociada a esta celebración para nada masiva.

Como es de conocimiento popular, la letra griega π representa una constante fundamental (de la geometría euclideana) que relaciona la circunferencia de un círculo con su diámetro. Se trata de un número que, además de místico, es irracional: no posee una representación decimal finita. Esto significa que nunca jamás podremos conocer su valor completo, la lista acabada de sus decimales del primero al último, puesto que es infinito. De otra manera, cualquier secuencia, del largo que sea, está contenida entre los decimales de pi, en lo que constituye una idea claramente digna de Borges y su aleph.

Aparece en infinidad de ecuaciones matemáticas, físicas y geométricas (y hasta en la música). Es indispensable conocer su valor para resolverlas y, mientras más complejo sea el cálculo, se requiere mayor cantidad de dígitos. Actualmente se conocen más de 10 billones de decimales de pi, que comenzó a desvelar científicos hace más de dos mil años, incluyendo al propio Arquímedes y mucho más recientemente a Chao Lu, un chino con la capacidad de recitar los primeros 67.890 decimales (tardó algo más de 24 horas en hacerlo). Se ha dicho que este símbolo puede contener a todo el universo y es una idea tan aterradora como fascinante. ¡Es que pi está en todas partes! En cualquier círculo; en esta letra “o”; tu número de teléfono está en algún lugar de pi; tu nombre, el nombre de tu pareja, de tus hermanos, de tu perro; aquella baraja en un escaparate de Mirzapur; la cantidad de veces que entraste a un lugar de tapas y comiste pan untado con ajo, tomate y oliva; la expresión exacta de aquello que soñaste esta mañana y si tomáramos al azar una obra de Shakespeare y atribuyéramos un número a cada letra, la secuencia numérica representada estará contenida en pi. De hecho, existen calculadoras capaces de buscar cualquier expresión entre los primeros 200 millones de dígitos de este número embriagante.

Entre los muchísimos datos, curiosidades, aplicaciones y análisis que pueden encontrarse online acerca de este número, uno de los que más me entretienen (y que aseguran un disfrute inmediato, sin necesidad de comprender mucha matemática) está relacionado con las reglas mnemotécnicas. La intención es construir una secuencia de palabras con la cantidad exacta de letras que representan los distintos decimales de pi; “How I need a drink, alcoholic in nature, after the heavy lectures involving quantum mechanics”, es una de las más populares. En español, breve y brillante, se encuentra: “Sol y luna y cielo proclaman al divino autor del cosmo”. Y una alternativa más extensa y elaborada, con ya 32 dígitos, reza: “Soy π, lema y razón ingeniosa de hombre sabio, que serie preciosa valorando, enunció magistral. Por su ley singular, bien medido el grande orbe por fin reducido fue al sistema ordinario usual”.

Mixolidia, aún con todo su encanto felino y su intriga gatuna y su agilidad tigresca, no ha despertado tanto interés en la comunidad científica como lo ha hecho esta letra griega, indiscutida superestrella de las matemáticas durante los últimos dos mil años. No obstante, sostengo todavía que las une un casi fantasmagórico denominador común: esta fascinación inexplicable por una belleza manifiesta, inteligente, autónoma y a la vez tan difícil de comprender.