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Pasolini visto desde la tierra: La Rabia en Sarajevo

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Cultura

Entre el 1 y el 2 de noviembre de 1975, Pier Paolo Pasolini fue asesinado. El poeta italiano se ha convertido en un mensaje de paz durante los Encuentros Internacionales de Poesía que se celebran en Sarajevo del 3 al 5 de octubre de 2008

(Cineteca d Bolonia, centro de estudios Pier Paolo Pasoini)Un centenar de páginas de poesía en Bosnia son valiosas como el oro. Y los poetas extranjeros aún permanecen en las arruinadas vitrinas de la biblioteca de Sarajevo. Aquí, cuando paseas al lado de los palacios todavía perforados por las balas sientes que has entrado a formar parte de la Historia. Pier Paolo Pasolini escribió: “¿Qué es lo que ha sucedido en el mundo, después de la guerra, y la postguerra? La normalidad, ya, la normalidad. El estado de normalidad que nos rodea: todo libre de la excitación y de la emoción de los años de emergencia. El hombre tiende a adormecerse en su propia normalidad, se olvida de reflexionar, pierde la costumbre de juzgarse, y ya no sabe siquiera quién es. Y es entonces cuando hay que crear, artificialmente, el estado de emergencia: a crearlo nos dedicamos los poetas. Los poetas, estos eternos indignados, estos campeones del odio intelectual, de la furia filosófica”.

Sarajevo ha recordado a Pasolini este octubre, y ha dejado que se abrazara la memoria de los poetas, tanto bosnios como extranjeros. No existe, hoy, otra ciudad de La Rabia ( texto del poeta friulano que se ha convertido en una película de Giuseppe Bertolucci) de Pasolini, no existe otro lugar que pueda explicar esa necesidad. La indagación intelectual de la poesía encuentra en Sarajevo su razón de existir.

Sobre todo por La Rabia, cuyos versos no tienen precio, y La Normalidad, que ha llegado después de la guerra y muestra una realidad entre paréntesis.

©Pier Paolo Lagulli

Sarajevo entre ruinas

Para llegar al Kino Teatar Bosna –donde los autores han visionado el primer cortomatraje de Pier Paolo Pasolini y han recitado su obra- hay que atravesar todo el centro de la ciudad. En Móstar, la ciudad de las batallas, habrá celebraciones en los nuevos edificios. También las construcciones post-bélicas servirán para la reconstrucción de las ruinas de la memoria. Entre un palacio y otro se han dejado árboles, junto a pequeños cementerios improvisados. La Sarajevo de Miljacka aún esconde, tras las fachadas de los nuevos edificios (administrativos y comerciales, especialmente) una ciudad entera que está aún en ruinas y la agitación entre las dos vías principales: la primera –la Marsala– de sabor occidental, la segunda – la Kulina– histórica y mística (en uno de sus puentes fue asesinado el archiduque Fernando). Todo rodeado de mezquitas, también en proceso de reconstrucción. 

“El único género literario que sigue siendo capaz de generar un verdadero diálogo entre culturas, entre Oriente y Occidente, es la poesía. Lo que más me sorprende de Sarajevo es ver los minaretes y palacios europeos y luego los rostros humanos que se muestran profundamente junto a ellos”, dice el poeta italiano Giuseppe Conte mientras camina escrutando un poco el paisaje. Los rostros de los que habla Conte, son tanto las mujeres envueltas en sus coloridos pañuelos, como las que llevan minifalda; los hombres de traje y corbata, y los vendedores ambulantes turcos. Todos se pasean cerca. Delante de la gran catedral ortodoxa de la Ferhadija se concentran los estudiantes para recibir la lección de la tarde. Es también cuando la mezquita de Gazi Husrev Beg comienza con los megáfonos la voz de las oraciones musulmanas. Y quien ha salido del trabajo se sienta en las mesas a tomar Coca Cola. Todo lo había visto Pasolini en La Ricotta (1963), La tierra vista desde la luna (1966) y Qué son las nubes (1967).

Durante las proyecciones –las películas se han subtitulado en bosnio– Francis Combes (el intelectual francés de la clase baja) se sacude el mentón con los dedos, y finalmente suelta una frase única: “¡Es genial! Crudo, realista y violento”. Ha aprendido de la batuta de Welles. En La Ricotta se trata a la burguesía italiana como a la más ignorante de Europa. En el fondo de la sala, que es muy pequeña, Rafael Courtoisie (escritor y poeta uruguayo) habla de Pier Paolo Pasolini en su español sudamericano: “Hombre visceral y loco”, mientras que, con los créditos, el vídeo toma un giro. Giacomo Scotti (italo-croata) concluye: “Una vez terminado el conflicto, ver la responsabilidad de hombres de gran cultura, como Pasolini, reanuda nuestra esperanza en la gente”.

Sarajevo ©Pier Paolo Lagulli

El camino para volver hasta el hotel Astrana ganj, donde se alojan los poetas, parece ofrecer una imagen distinta de Sarajevo. Las luces de la biblioteca permanecen encendidas para iluminar las vitrinas. Tras pasar debajo de un manifiesto electoral, Almir Kolar, un joven poeta, me señala el rostro de un hombre calvo y serio: “Es Abdullah, un famoso poeta que ha sido candidato en las municipales. Musulmán, centrista, y nacionalista”. Europeísta también, eso dicen. 

Pier Paolo Pasolini terminaba La Rabia anunciando la alternativa a la violencia, que veía como única garantía de la paz perpetua y real en “la sonrisa del astronauta” que indica el camino del espacio. Sarajevo (lleno de versos y de poetas) todavía apuesta por los caminos de la tierra.

“Solo la gran burguesía industrial puede suscitar realmente odio. Y en Italia, no se da, porque la burguesía es pequeña y por eso el odio contra la burguesía es provincial, pequeño y limitado. Por eso mi tipo de odio no es catalogable, y se presenta como uno de los pocos tipos de odio en Italia. Incluso los comunistas revolucionarios italianos en estos momentos proceden de la burguesía o de la pequeña burguesía, y para tranquilizarse utilizan en lugar de los dogmas del catolicismo, y el conformismo burgués, los dogmas de la ideología marxista”. (de La Rabia)

Translated from Pasolini visto dalla terra: La Rabbia a Sarajevo