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Otra Clase de Partido

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Default profile picture eduardo s. garcés

El poder político del fútbol para intensificar el sentimiento nacionalista.

El festival futbolístico que se está desarrollando durante estas últimas semanas ha coincidido con un periodo de intensa actividad política en la UE. Pero, ¿cuál es la relación entre el fútbol internacional y la política? ¿Avivarán el patriotismo y el ensalzamiento de banderas modos más siniestros de nacionalismo a la par que un sentimiento antieuropeo?

Los orígenes de la Eurocopa se remontan a 1960, a la “Copa de naciones” de Henri Delauney. El

torneo tuvo un comienzo poco afortunado, tan sólo cuatro naciones compitieron por el trofeo, y varios pesos pesados del fútbol, como Alemania Occidental, declinaron la invitación para participar. El torneo de 1960 ya fue objeto de frustraciones políticas cuando el dictador Francisco Franco retiró a la selección española en el partido previo a las semifinales contra la URSS. Pero ese no fue el primer incidente donde la política se mezcló con el fútbol, la historia de este bello juego está repleta de lances así, porque tanto como movilizador de masas como por su patente simbolismo, las competiciones internacionales ofrecen un poderoso escaparate para la promoción de las ideologías políticas.

Fútbol Fascista

El caso más explicito y flagrante de utilización del fútbol como herramienta propagandística fue el llevado a cabo por los dictadores fascistas en la década de los 30 del siglo pasado, que entendieron el deporte, en especial el fútbol, como un medio para fomentar el sentimiento de supremacía nacional y dominación. Mussolini empleó el fútbol, y concretamente el que Italia fuera la sede del Mundial de 1934, para sacar un gran provecho político, pero las sospechas de que sobornó al árbitro en la final contra Checoslovaquia todavía perduran como legado de aquel torneo. Ganar la copa del mundo despertó el fervor nacional, reforzando así el poder de su régimen. Igualmente, Hitler también vio el fútbol como algo extremadamente importante para la imagen de su régimen, por lo que sacó rédito de este deporte enviando a su selección nacional a jugar contra Inglaterra a Londres en 1938.

Las gentiles maneras que emplearon en el partido les proporcionaron muchas amistades en el Reino Unido e indirectamente ayudó a prolongar la política de apaciguamiento Anglo-Francesa.

Si bien estos dos ejemplos son muy conocidos, no son casos aislados , el binomio fútbol-política está profundamente enraizado y ha sido explotado por muchos personajes, desde Perón hasta Gadaffi.

Incluso hoy en día, los principales políticos intentan que se les asocie con el fútbol en cuanto tienen la posibilidad. Es cierto que Blair hablando del pie derecho de Beckham, o Chirac declarando una jornada festiva como homenaje a la victoria francesa puede que sean mas sutiles que los casos comentados anteriormente, pero son un ingrediente vital en la receta del éxito político. Una crítica frecuente a los líderes políticos de hoy en día es que no están en contacto con el sentir del pueblo, sin embargo, el deporte, y especialmente el fútbol, les permite mostrarse en sintonía con el hombre de la calle.

La Ascensión de los euroescépticos

Estas asociaciones entre lideres políticos y deporte, pueden ser oportunistas, pero son mayormente inocuas. En cambio, el debate político sobre el futuro de Europa en los meses precedentes y durante la Eurocopa 2004 ha conducido a ciertos partidos antieuropeos a azuzar el fervor patriótico que rodea esta competición para ganarse simpatías empleando una retórica nacionalista más maligna -tratando de explotar el orgullo que la gente siente por su selección nacional como símbolo para “colocar la nación por delante” en relación a los asuntos Europeos. En el Reino Unido, una nación ya de por si euroescéptica, esto se ha plasmado en el relativo meteórico ascenso del Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP en sus siglas inglesas), y en menor medida por el del Partido Nacional Británico (BNP), ambos con agendas políticas de corte nacionalista. Mientras puede que algunos argumenten que el giro político hacia la derecha en Europa se debe a asuntos de peso, como la inmigración o el temor al terrorismo tras el 11 de septiembre, también es razonable decir que el orgullo por la nación que el fútbol despierta bien podría ser aprovechado por los sectores políticos y la prensa antieuropea para profundizar en el sentimiento nacionalista y de ambivalencia hacia otras naciones Europeas. Puede que entonces los gobiernos, siempre pendientes de la opinión pública, sean reticentes a una mayor integración con Europa cuando la oportunidad lo requiera, porque estén atentos al estado de animo nacional. Caer en esto supondría un gran revés en una época en la que Europa trata de redefinir su ser en el siglo XXI

Un Eufemismo de Europa

Si hay que extraer una conclusión política de estos Campeonatos Europeos sería pro- en vez de anti-europea. Al igual que la UE, los Campeonatos Europeos han crecido y se han desarrollado, pasando de ser algo experimental en sus comienzos a la fiesta del fútbol a la que estamos asistiendo durante estos días. Aunque reconozcamos los méritos de los otros, todos tenemos un equipo preferido. Diferentes selecciones con estilos diferentes, pero el torneo es un festejo de una cultura común. A los ingleses los dirige un entrenador sueco, a los griegos un alemán y varios de los mejores jugadores trabajan fuera de su propio país.

La Eurocopa 2004 es más que un torneo de fútbol: es un eufemismo de lo que Europa debería llegar a ser.

Translated from A Different Kind of Ball Game