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Nicolas Sarkozy: cinco años, un hombre, dos presidentes (II)

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Alicia García Adames

Política

En 2007, el futuro presidente electo centró su campaña en el valor del trabajo, con el famoso eslogan “trabajar más para ganar más”, y la idea de una verdadera ruptura. Los calificativos empleados para describirlo así lo indican: a Sarkozy se le consideraba liberal, pragmático y pro estadounidense, unos valores, por lo general, poco franceses.

Cinco años después, nadie tiene ya la impresión de que puedan seguir atribuyéndosele. Esta es la historia de un cambio que se estructura en 12 puntos. Hablamos de los seis últimos.

7. El valor del trabajo

En Francia, la idea en que se basa la desgravación de las horas extraordinarias es comprensible: cuanto más trabaje y produzca el país, más se enriquecerá. Por lo tanto, habrá que impulsar el trabajo desde un punto de vista económico. Aunque se trate de una lógica digna de alabanza, es evidente que sus resultados han sido limitados: estas medidas habrán sido costosas y se calcula que el beneficio medio para un trabajador asalariado solo es del orden de unos 10€ al mes. En lugar de criticar la creación de nichos fiscales en un momento en que Francia ya tenía un déficit considerable, quizá habría que reprocharle a Nicolas Sarkozy que no haya ido lo suficientemente lejos en su intención de recompensar el valor del trabajo. Esto no quiere decir necesariamente que debería haber creado todavía más nichos fiscales, sino que sus medidas para poner a Francia a trabajar han sido demasiado tímidas como para tener un impacto real, duradero y eficaz.

8. La fiscalidad

Siguiendo con el tema de los nichos fiscales, el escudo fiscal y la reducción del impuesto de sucesiones no deberían haber sido objeto de tantas críticas. Se trata de medidas justas desde el punto de vista moral. ¿Por qué hemos de entregar al Estado más de la mitad de nuestros ingresos? ¿Por qué va el Estado a impedir de una manera tan obstructora que un francés legue sus ahorros a sus seres queridos? Es cierto que estas medidas beneficiaban especialmente a las familias acomodadas, pero a los franceses siempre les ha costado entender que el país necesita a estas personas con rentas más elevadas. Francia sale ganando si cuenta con ellas y es preferible que paguen menos impuestos a que se conviertan en exiliados fiscales. Además, si se encuentran en Francia, pueden contribuir a mantener el consumo. Suele resultarnos difícil identificar el verdadero problema que planteaba este famoso paquete fiscal: la idea era buena, pero debería haberse desarrollado más y, sobre todo, si hubiese ido acompañado de medidas para mantener la oferta, no cabe duda de que el resultado habría sido mucho más interesante.

9. Las jubilaciones

En lo que respecta a la política social, nos acordamos de cuando Nicolas Sarkozy puso fin a los regímenes especiales de jubilación en 2007, una anomalía que nadie había sido capaz de eliminar hasta entonces. Él fue perseverante y no quiso dar marcha atrás en unas medidas que prendieron la mecha de las primeras grandes huelgas de su mandato. La comparación con lo ocurrido en lo relativo al retraso de la edad de jubilación a los 62 años es sorprendente: Sarkozy dio marcha atrás en exceso a causa de la presión de la calle, y aceptó demasiadas excepciones y concesiones, de modo que el impacto de esta reforma indispensable será mucho menor de lo previsto.

10. La política exterior

Sarkozy se ha mantenido muy activo en el extranjero durante sus cinco años de mandato: su implicación en el asunto de las enfermeras búlgaras, la crisis política en Costa de Marfil y las guerras en Georgia y Libia son buena muestra ello. Otros grandes proyectos han quedado inconclusos, como la Unión para el Mediterráneo. Una vez más, la idea parecía prometedora: la creación de un verdadero proyecto económico y político en una zona con tanto potencial podría haber constituido uno de los hechos importantes de su mandato. No obstante, la Primavera Árabe puso esta zona patas arriba y parece que el auténtico problema aquí es que el presidente tiene el don de la oportunidad. Esperemos que la Unión para el Mediterráneo siga teniendo razón de ser una vez que la zona recupere la estabilidad y pase a estar constituida por verdaderas democracias.

11.  La ecología

Las esperanzas que suscitó la creación del famoso Grenelle Environnement ya nos quedan muy atrás. Tengamos en cuenta el abandono del sonado proyecto del impuesto sobre el carbono, así como la autorización de un aumento de varios miles de kilómetros de la red francesa de autopistas y el aplazamiento del impuesto sobre los vehículos pesados hasta 2013. Esto nos lleva a pensar que no se cumplirá con los compromisos ya asumidos. Nicolas Sarkozy ha dado muestras de sus limitaciones en el campo de la ecología.

12. El estilo del presidente

Se ha criticado mucho el estilo de Nicolas Sarkozy a lo largo de todo su mandato. Es fácil acordarse de sus frecuentes apariciones en todos los frentes hace ya cinco años. La situación ha cambiado radicalmente y ha aumentado la presencia del jefe de gobierno, François Fillon. Es este quien se encarga ahora de los comunicados importantes, mientras que las apariciones del presidente en los medios de comunicación se han vuelto poco frecuentes. También fue muy criticada la mediatización de que fue objeto su enlace matrimonial con Carla Bruni, mientras que el nacimiento de la pequeña Giulia a finales de 2011 tuvo lugar con la mayor discreción. Sin embargo, no debe atribuirse tanta importancia al estilo del presidente. Debemos analizar el mandato de Sarkozy en profundidad, en lugar de centrarnos en su estilo. No obstante, debemos aplaudir el hecho de que sepa escuchar a los franceses. Esperamos que haya aprendido la lección en lo que se refiere a algunos incidentes, como el “casse toi pauvre con” (“lárgate, pobre imbécil”) o el hecho de desplegar la alfombra roja para recibir a los dictadores árabes. Su faceta “bling-bling” también forma ya parte del pasado.

El Sarkozy de 2007 no tiene nada que ver con el Sarkozy de 2012. La impresión general (aunque nadie se atreva a expresarla) es la de un presidente que comenzó con buen pie, fiel a sus principios y aplicando verdaderas políticas de ruptura, y que ha cambiado de manera radical a causa de la crisis, pero que, paradójicamente, siempre ha escuchado a los franceses. El Sarkozy de 2012 ya no representa la ruptura. Se ha adaptado al sistema y a Francia para perder las características que lo llevaron al poder. La esquizofrenia gala, que apuesta por el cambio sin querer mover un solo dedo, parece haber calado en este presidente con dos caras.

Este artículo es la segunda parte de un análisis publicado recientemente en cafebabel.com. Pincha aquí para leer los primeros puntos sobre el cambio polítco de Nicolas Sarkozy

Fotos: portada, (cc) robinhoodtax/flickr ; cartel de Sarkozy (cc) iandavidmuir/flickr ; Vídeo :nicowar/YouTube

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Translated from Nicolas Sarkozy, le changement c'est 5 ans (deuxième volet)